El camión del Instituto Autárquico de Industrias Penitenciarias llegó hasta el ingreso a la cárcel de Coronda con una carga de rutina: transportaba pan hacia los presos de la unidad carcelaria. Tras la requisa habitual, los penitenciarios descubrieron que había ocho teléfonos celuares entre el pan del día. Estaban ocultos en uno de los cajones colocados en el fondo del acoplado de carga. A partir del hallazgo, tres empleados-panaderos fueron pasados a disponibilidad y quedaron a disposición de la Justicia.
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