Desde Villa Gesell

Aunque en toda la costa atlántica la principal afluencia de turistas ocurre en enero, Villa Gesell ya registra un interesante movimiento de visitantes. Y no son pocos los que con algo de curiosidad y otro tanto de morbo, preguntan a los locales: “¿Dónde queda el Dubrovnik?”.

Hoy se cumplen dos meses del derrumbe que en la madrugada del 29 de octubre conmocionó al país cuando la torre de diez pisos del histórico apart geselino fundado en 1986 se vino abajo con siete personas adentro. Centenares de socorristas trabajaron durante diez días tratando de encontrar con vida a quienes habían quedado atrapados, entre ellos la ex dueña, dos empleados y cuatro albañiles. Desgraciadamente, el saldo fueron nueve víctimas fatales, ya que también falleció una pareja que ocupaba el departamento de un edificio lindero arrasado por el desmoronamiento.

Lo que todos quieren ver, no se ve

La postal de lo que supo ser durante casi cuatro décadas una de las construcciones más altas del casco central de Villa Gesell es desoladora: una tapia negra obtura el acceso y la vista a gran parte del frente del apart hotel de Avenida 1 entre Paseo 103 y Av. Buenos Aires. Sobre el chapón acanalado se suceden diez carteles en papel tamaño A4 reproducidos en fotocopias con un pedido claro: “Justicia por Nahuel y todas las víctimas del derrumbe en Villa Gesell”. Lo colocó la familia de Nahuel Stefanic, un joven de 25 años cuyo cuerpo fue el segundo hallado por los bomberos, a quienes sus parientes agradecen especialmente en el texto pegado delante de la fachada.

Se supone que la tapia procura evitar el acceso de los curiosos, aunque no logra bloquear por completo la vista sobre la zona derrumbada: la vereda de enfrente está ligeramente más elevada, lo cual permite desde allí sobreponerse a la chapa y profundizar la mirada hacia las partes estragadas. Por encima del tabique todavía luce (aunque ahora ligeramente tumbado) el cartel que decía “Dubrovnik Apart Hotel” junto con el característico escudo ajedrezado de Croacia, país al que pertenece la ciudad sobre la costa dálmata de la que eran originarios su primeros dueños.

Detrás de la torre destruida aparece una pileta que no ha sido tocada desde aquel trágico martes 29 de octubre, ocasionando a partir de entonces un estanque de agua con colores oscuros y olores fuertes que, además, generan cierta inquietud en los vecinos por la posibilidad de que esto pueda convertirse en un criadero de dengue. Entre la piscina y el límite del Dubrovnik con la Avenida 2 está el viejo patio, repleto de toneladas de escombros. Todo ese escenario está a la vista de quienes ocupan las construcciones linderas, entre ellas el hotel Medamar, que también participa del litigio judicial por el desmoronamiento de mampostería que generó la eclosión.

"Estrago culposo agravado"

El volumen principal de todo el material extraído por rescatistas y camiones se encuentra a unos 8 kilómetros de allí, precisamente en un depósito de la Secretaría de Seguridad ubicada sobre el Acceso Sur de Villa Gesell que conecta la Ruta Interbalnearia 11 con la Terminal de Ómnibus, motivo por el cual esa postal está a la vista de las miles de personas que ingresan a la localidad turística por esa vía. Ello fue realizado por pedido de Verónica Zamboni, la titular de la Fiscalía 6 que lleva adelante la causa caratulada como estrago culposo agravado, con el objetivo de incluir estos escombros en las pericias técnicas que intentarán determinar las causales del colapso fatal.

De momento son catorce las personas imputadas por el hecho: allí aparece el directorio de Parada Liniers S.A., la empresa que compró el Dubrovnik en abril pasado, tres arquitectos mencionados en las declaraciones testimoniales como directores de las dos obras que se estaban realizando en simultáneo, dos integrantes de una empresa de ascensores que había sido contratada para tareas en elevadores internos, tres contratistas y los dos albañiles que lograron huir del apart hotel al momento del derrumbe y pudieron así salvar sus vidas. Aunque no se descarta que en un futuro las responsabilidades pueden escalar incluso hacia el accionar de la Municipalidad, encargada de inspecciones que aún no queda claro si fueron eficaces o incluso hubiesen podido evitar semejante desmadre. Acaso como paliativo, la administración local ordenó el estudio de las construcciones linderas al apart para analizar si sus estructuras fueron afectadas por el colapso.

La temporada veraniega inicia en Villa Gesell en un contexto extraño, donde el recuerdo latente de esa tragedia se encima con el inminente aniversario del brutal asesinato de Fernando Báez Sosa, ultimado a golpes el 18 de enero de 2020 a dos cuadras del Dubrovnik, en el boliche Le Brique que desde entonces jamás volvió a abrir sus puertas. El ánimo se entrevera, además, por la preocupación ante niveles de reservas turísticas sensiblemente menores a las temporadas pasadas, algo que afecta a todos los destinos turísticos de Argentina frente a la competencia de las playas de Brasil tras la devaluación de su moneda. 

La sociedad geselina sigue esperando que se dicte justicia por un derrumbe cuyas hipótesis se mecen entre distintos responsables del ámbito privado, pero también del público.