Desde su mesa de trabajo, Jazmín Varela hilvana imágenes, palabras y trazos que dan forma a un universo donde lo cotidiano se transforma en narrativa visual. Rosario, su ciudad natal, con su río y su tradición artística, parece estar en cada uno de sus dibujos. Ilustradora, historietista y tatuadora. Su obra está en constante movimiento: explora formatos y estilos que oscilan entre lo íntimo y lo universal. Desde 2010, trabaja como ilustradora editorial, pero su mundo creativo se expande con proyectos personales, exhibiciones, libros y tatuajes.
Este año, Jazmín recibió el Premio Estímulo a la Escritura, en la categoría Narrativa Gráfica, por "Campeón", su próximo trabajo. La novela gráfica aborda los vínculos familiares a través de las mascotas, entrelazando realismo social, terror y ciencia ficción. Es un proyecto que comenzó en 2023 y que espera publicar a fines de 2025. “Este premio llegó en un momento crucial. Crear una novela gráfica implica muchísimo tiempo y esfuerzo, y este respaldo me permite dedicarme a la historia con más tranquilidad”, dice. Este reconocimiento no es solo un respaldo financiero, sino también la oportunidad de participar en una clínica con Ariana Harwicz, lo que enriquecerá aún más su proceso creativo.
Para Jazmín, dibujar y escribir son formas de procesar el mundo. “Me ayudan a calmar la ansiedad. Cuando dibujo, el tiempo pasa rápido y mi conversación interna se desacelera. Es un lugar donde todo tiene sentido por un rato”, dice a Rosario/12. Al momento de elegir con qué materiales expresarse su gustos son variados: fibras, tablet, acrílicos: “Pero ahora estoy muy entusiasmada con el óleo. Lo conocí en el taller de Cris Ozuna, y me encanta porque el tiempo de secado lento me permite ir construyendo la imagen en distintos momentos y queda registro de ese proceso en la pintura”.
Ante la pregunta de cómo se define en lo que hace, responde con sencillez: “Soy dibujante”. Dice que este término engloba su faceta de historietista, ilustradora y tatuadora, aunque cada disciplina tiene sus particularidades. En todas sus obras, busca captar detalles que narren más de lo que parece.
Sus trazos sobre el papel comenzaron, como en muchos otros casos, en la infancia. “Dibujaba Garfield, Snoopy y los personajes de Disney. Pero evitaba las caras humanas porque las narices me parecían un problema, sentía que arruinaban las caras”, recuerda.
En su camino, Maitena fue un faro: “Encontré un ejemplar de Mujeres Alteradas en la sección infantil de una librería y mi mamá me lo compró sin saber bien qué era. Ese libro me abrió una puerta al mundo de las mujeres adultas que me rodeaban. Ahí entendí que podía contar cosas profundas y hacer reír al mismo tiempo”.
Esa conexión temprana con el dibujo se vio interrumpida durante su adolescencia, pero la chispa volvió a encenderse cuando estudió Diseño Gráfico. Fue ahí donde descubrió la ilustración como lenguaje propio y comenzó a tomar talleres con artistas que admiraba.
Su recorrido no estuvo exento de desafíos. Varela es la ilustradora de la tapa del polémico libro de Dolores Reyes, Cometierra, publicado el 2019. Su relato está dirigido a lectores adolescentes y trata temas como femicidios, desigualdad, los vínculos familiares y la búsqueda de justicia. Fue muy criticado por su lenguaje y contenido sexual al ser puesto sobre la mesa en escuelas secundarias para abordar temáticas relacionadas a la Educación Sexual Integral (Esi). Durante los últimos años se presentaron posturas a favor y en contra y el debate sigue en muchas instituciones educativas. Lo cierto es que durante este año fue uno de los libros más vendidos.
Jazmín reflexiona con firmeza sobre los intentos de censura esta obra literaria y otras de su estilo, calificándolos de absurdos. “Decir que un libro no es ‘apropiado para adolescentes’ es ignorar que vivimos en un mundo donde esos chicos y chicas ya están expuestos a todo tipo de contenidos. Libros como Cometierra abordan temas cruciales como la violencia de género desde un lenguaje que conecta y no aleja. Me hubiese encantado leer algo así de chica”.
Otras de sus creaciones son Crisis capilar (2016), Guerra de Soda (2017), Tengo unas flores con tu nombre (2018) y Cotillón (2020), obras que la consolidaron como una de las voces más personales en la historieta argentina. En sus historias, los vínculos, las pequeñas tragedias cotidianas y la efervescencia feminista se convierten en protagonistas. Guerra de Soda, por ejemplo, explora la niñez y las relaciones familiares desde una óptica cargada de ternura y nostalgia, mientras que Tengo unas flores con tu nombre es un homenaje vibrante a un momento de activismo colectivo que marcó su vida.
“Guerra de Soda es muy especial porque fue mi primera historieta y Tengo unas flores con tu nombre es un homenaje a un momento de efervescencia feminista que viví con mucha intensidad, le tengo cariño”, afirmó.
A su historial se suma la Cuadrilla Feminista, un colectivo de artistas gráficas de Rosario que integra y es co-fundadora del Festival Furioso de Dibujo, del que habla con mucho cariño: “Fue mi primera experiencia colectiva y me permitió conocer a muchísima gente que admiro. Ver cómo trabajan otros y entender sus procesos fue revelador. Además, ahí conocí a José Sainz, que me acompaña desde entonces en el desarrollo de mis historietas”.
Su universo creativo se expande también al tatuaje, una disciplina que abrazó en 2018 casi por casualidad, cuando una amiga le prestó una máquina. Desde entonces, dibuja sobre la piel con el mismo compromiso que pone en sus historietas y proyectos editoriales. “Tatuar es un desafío enorme, mucho más complejo de lo que imaginaba, pero me fascina”, confiesa.
En cada línea que traza Jazmín Varela late con una sensibilidad única. Ya sea en sus libros, sus tatuajes o sus historietas. Su obra invita a mirar lo cotidiano con otros ojos, encontrando en los pequeños detalles historias universales.