A manera de antesala de lo que será su décimo álbum de estudio, Aterciopelados, grupo insignia del rock colombiano, lanzó a fines de noviembre en las plataformas digitales de música Agradecida. Se trata del primer EP del dúo con temas propios, y donde aparte consumó una deuda pendiente: juntar fuerzas con Gustavo Santaolalla, quien colaboró en la canción que le da título a este material conformado por tres tracks. “Desde los años '90, cuando era el productor estrella del rock latinoamericano, deseamos trabajar con él”, afirma la cantante y compositora Andrea Echeverri, que atiende a esta entrevista en Bogotá. “Al momento de elegir productores, siempre estuvo dentro de las posibilidades. Pero no coincidimos. Me lo volví a encontrar, le propuse hacer algo y accedió”.
-¿Cómo surgió esa revancha?
Andrea Echeverri: -Fue en México, durante la gira “Gracias totales”, de Soda Stereo. De hecho, la canción habla sobre ese reencuentro, del que también fue parte Rubén Albarrán (frontman de Café Tacvba). El día previo a que cerraran los aeropuertos y a que cancelaran los vuelos, avisaron que todo el mundo tenía que estar lejos y que nadie se podía tocar. Como respuesta a eso, hicimos un beso triple. Aparte de recrear ese momento, el tema hace referencia a la gira con Soda y al sentimiento de volver a encontrarse que hubo tras la pandemia. Por lo general, no soy agradecida, sino más bien quejona y criticona. Pero en ese momento, después de que comenzamos a tener shows y viajes, se sentía un agradecimiento muy profundo. Se agradece lo bueno y lo malo.
-La canción también incluye la participación de la cantautora chilena Camila Moreno.
A.E.: -Ese tema lo produjo Leonardo Castiblanco, guitarrista de Aterciopelados. Inicialmente, el aporte de Gustavo es un pedazo coral que iba a ir en otra parte de la canción, pero “Leíto” lo puso en la intro. Y me parece que quedó espectacular. También tocó el ronroco. En el caso de Camila Moreno, con quien giramos en los '90 y los 2000, vino a Bogotá y la invité a mi casa. Comimos y cantó en mi estudio. Así salió la participación de ella.
El resto del EP lo constituyen las canciones “Primero estaba el mar” y “No estamos solos”, que fueron compuestas, esbozadas, definidas y producidas por Héctor Buitrago, bajista e igualmente fundador de la banda bogotana. “Las pistas de esas canciones estaban circulando desde hace varios años”, explica el socio de Echeverri en el proyecto musical. “Las tenía de una música que hice para una obra de teatro. Me gustaban mucho y se encontraban a la espera de su momento. Varias veces las trajimos al estudio para incluirlas en alguno de los discos de Aterciopelados, pero nunca pudimos lograrlo. Y esta vez volví a intentarlo: las tomé, las actualicé y terminé las letras. El nombre de las canciones ya estaba definido antes de que finalmente cobraran vida propia”.
-¿En qué está inspirado "Primero estaba el mar"?
Héctor Buitrago: -Surge de un mito de la Creación de las etnias de la Sierra Nevada de Santa Marta, acá en Colombia. Específicamente de los koguis, quienes, según su mitología, no había Sol ni Luna ni gente, sólo mar. Y a él se referían como el origen de la vida. En la canción también desarrollo otras ideas como qué somos ahora y lo que estamos viviendo en este momento. Musicalmente, es una cumbia tradicional colombiana con un aire misterioso, casi marítimo. Participaron los tambores de Totó la Momposina (una de las mayores representantes de la tradición musical del Caribe colombiano), quienes le dieron más profundidad al tema.
-¿Y “No estamos solos”?
H.B.: -Trata sobre esos seres que en otros planos siempre están con nosotros, y que se comunican y conectan de manera que no entendemos. Es una mezcla entre un canto indígena y un tambor, para luego tomar desarrollo a partir de una guitarra a medio camino del country y del rockabilly. Y además tiene un fondo electrónico. A eso sumamos los silbidos de Manolo, el esposo de Andrea, para darle un aire más desértico.
-Luego de todos estos años de actividad, ¿cómo es el proceso creativo de la banda?
H.B.: -Como de costumbre, somos muy eclécticos. Cada canción es una búsqueda y un experimento. Tiene que ver con las músicas que siempre oímos. Yo, en lo particular, escucho folklore, urbano, electrónica y rock. Todo eso se impregna, y sale a la luz a la hora de las fusiones y de la producción. Es un sello muy propio de Aterciopelados. Y para muestra está este EP, que tiene tres canciones que son muy diferentes entre sí. Supongo que eso también sucederá en las 13 canciones que compondrán nuestro próximo álbum, aunque no creo que sean radicalmente diferentes.
A.E.: -Todo el proceso es orgánico y fluido. Lo mío apunta más a lo lírico. No es que piense en el sonido, será por eso que no soy productora. Definitivamente, lo que uno hace es resultado de lo que hizo previamente. Desde el disco Tropiplop (2021), la unión con Leonardo (Castiblanco) ha sido prolífica. Hicimos varias canciones compuestas por mí y producidas por él. Héctor produce las suyas. “Agradecida”, específicamente, es post pandémica. Lo que pasa es que en el medio se atravesó el proyecto de El dorado (en vivo), entonces las canciones de esa época quedaron pospuestas.
Para celebrar los 30 años de la salida de El dorado (1995), disco que puso a la música colombiana en el mapa, la dupla publicó en marzo pasado El dorado (en vivo), donde recrea esos temas que los catapultó hacia la fama. “Ese disco impactó en muchas personas, y por eso fue bonita la reinterpretación de ese repertorio, porque nos encontramos con una cosa nostálgica poderosísima. Es chévere reencontrarse con un montón de cuarentones cuya adolescencia estuvo marcada por Aterciopelados. Pero también hay una nueva generación de jóvenes que conecta con eso”, cavila Echeverri sobre un álbum que ganó el premio al “Mejor álbum de rock” en el último Latin Grammy. “Leí a críticos musicales decir que La tierra del olvido (Carlos Vives) y El dorado son discos bisagras por el momento en que aparecieron”.
-Aún sigue siendo actual, musical y líricamente.
A.E.: -Esas canciones fueron acertadas en las fusiones y a nivel identitario, porque fue una construcción musical, cultural e incluso en la manera de hablar. Como en ese entonces éramos muy jóvenes, no sabíamos lo que estábamos haciendo. Sólo teníamos la intención de hacer algo muy nuestro. Era un ejercicio de reflejar lo que éramos nosotros. Héctor venía del punk, y yo de una familia en la que se cantaba bolero y ranchera. Era todo un contraste con respecto a lo que estaba de moda.
H.B.: -Cuando salió, fue un disco importante para la música de nuestro país porque encontramos un sonido colombiano en medio de una nueva ola del rock en español. Lo que se llamó el “rock alterlatino”. Ahora que volvimos a hacerlo (esta nueva versión en vivo de El dorado, grabado el 22 de abril de 2023 en el Palacio de los Deportes de Bogotá, cuenta con las participaciones especiales de Rubén Albarrán y Carlos Vives), es chévere hablar de él. Muchos de los temas que se abordan ahí siguen siendo muy actuales, y algunas de las críticas todavía son válidas. Todo lo que pasó en esa época sentó las bases para la infraestructura de la música colombiana.