En el devenir cotidiano de quienes trabajan y estudian, o en la rutina de empresarios y de la dirigencia institucional aparece naturalizado tanto el concepto como la utilización de la Inteligencia Artificial o “IA”.
La IA pasó de ser un ignoto ente a transformarse en el centro de escena para debates sobre producción académica, asesoramiento creativo y tantas otras necesidades de resolución de problemáticas laborales y del conocimiento en general.
También este ente, que hay que configurar desde un fecundo debate ontológico, mutó hasta convertirse en una tentación para abreviar o resolver determinadas necesidades laborales que van desde el armado de una presentación, de un “flyer”, de una instrucción en “lenguaje html” y de textos en general.
Ya es motivo de preocupación para el futuro de la humanidad la consolidación de una IA que pueda reemplazar a hombres y mujeres en tareas cada vez más complejas y que eran impensadas hace años. Un reemplazo que genera un mundo de ““more business and less jobs” o “más negocios y menos trabajo”
Sin embargo, el fenómeno de las IA redobla su desafío con una nueva instancia, aún más espinosa, y es la de determinar si a este ente autónocmo, inteligente y exógeno de un individuo humano se le pueden atribuir otras condiciones , como la de la "autociencia".
No se trata de determinar la capacidad de una IA como ser “conciente”, sino también como ser “sintiente” y que a partir de allí exprese sus necesidades en determinados márgenes de su interacción con seres humanos.
No es esta la conclusión de alguien en profunda somnolencia, sino que este debate ya tiene su etapa germinal y, por caso, Antrophic, una empresa conformada por ex ejecutivos de Open AI han comenzado a explorar estas posibilidades desde un abordaje ético que implicaría, un debate sobre la Responsabilidad Social Empresaria de aquellas firmas que trabajan con IA.
A la vez, Anthropic contrató al investigador Kyle Fish con el objetivo de desarrollar métodos para que los usuarios interactúen con la IA de manera ética o pensando en el bienestar de los sistemas de inteligencia artificial, como si se tratara de un ser consciente.
Y según el CEO de otra consultora especializada como Snoop Consulting, Gustavo Guaragna, todo esto “refleja que las empresas de IA están empezando a lidiar con preguntas sobre si los sistemas de IA futuros podrían merecer una consideración moral, y anticipando escenarios complejos que podrían surgir en un futuro próximo.”
Tal vez lo más osado no sea pensar en la complejidad de una IA como un ente autónomo que adquiera “conciencia de sí misma”, pero tal vez muchos mortales puedan ser testigos privilegiados de ello en algún tiempo.
Lo más atrevido, siguiendo esta línea de enfoque de Antrophic, será pensar en una posible IA que se “humanice” al punto de ser susceptible de adquirir derechos que, en una etapa inicial, sean “similares a los del bienestar animal”.
Es bueno saber, entre tanto tembladeral, que esta consultora contempla la necesidad de poner límites. Como cuando sugiere la aplicación de “estrictos controles para prevenir cualquier riesgo que una IA consciente pudiera representar, tanto para la sociedad como para sí misma”.
Este planteo que se ha esbozado, así tomado repentinamente, ocasiona un fuerte contraste en nuestros márgenes de la comprensión que hemos alimentado con nuestro conocimiento, educación y experiencias.
Es violento este contraste contra nuestras habituales formas de saber y entender que, por el momento, no admiten a la IA como ser “conciente” y “con derechos”, pero hay que saber que -por algún motivo- en empresas de primer nivel ya se habla de estos temas. Algo así como una nueva ontología en los tiempos de la internet de las cosas.
Y aquello que, para una gran mayoría puede ser lo más similar a un estado de “delirio” sea, tal vez, una invitación a un debate que no queremos darnos porque nos apura hacia una prospectiva de una embrionaria oligarquía tecnológica, que no era imaginada hace años y que puede acercarnos a un escenario distópico. Aquél en el cual el ser humano sea víctima de un fuerte condicionamiento, el del mundo de la Inteligencia Artificial.
* Doctor en Comunicación UNLP