No hables con extraños es remake del film danés Gæsterne (2022), dirigido por Christian Tafdrup, en donde, a grandes rasgos, se narra la historia de una pareja danesa, invitada por una pareja holandesa, a pasar un fin de semana. Los horrores no se harán esperar. Pero antes, a la manera de un escenario neutral, el comienzo o prólogo del film, los ubica en Italia, de vacaciones. El disfrute compartido abre la puerta a la invitación del fin de semana. Más allá de las dudas o lo que sea, ¿qué podría salir mal?, piensan los daneses.

El film de Tafdrup muestra a los daneses como una pareja demasiado correcta, preocupados hasta el detalle por su hija, quien no puede estar sin su conejo de peluche. El muñeco es un pivote de importancia en la construcción del guion, y su temprana pérdida -en el “prólogo italiano”- obliga al padre a encontrarlo. Algo que los holandeses no pasarán por alto. De a poco, las diferencias se acentúan, desde ya explícitas en sus nacionalidades -un chiste interno, si se quiere-, pero van más allá: se perciben en el disfrute sexual, los dilemas con el trabajo, las comodidades prisioneras de la ciudad. La morada de los holandeses parece situada en un más allá, en medio de la foresta. Hacia la vida natural y salvaje, entonces, se dirige el matrimonio de ciudad.

Con producción de Blumhouse y dirección y guion de James Watkins, No hables con extraños mantiene el plot original y cambia previsiblemente las nacionalidades de sus protagonistas, ahora estadounidenses y británicos. Así como en el film previo, la invitación a la casa campestre obligará a descubrir el plan macabro de los anfitriones: apropiarse de la hija de los visitantes. Una fragua criminal que el film de Watkins se preocupa por explicar de manera detallada.

En este sentido, hay decisiones de guion que benefician y otras que enturbian. En el primer caso, por ejemplo, es un acierto la molestia del padre ante lo que entiende es un capricho de su hija por el bendito peluche. ¡Vas a cumplir 12 años!, le grita. Algo que guarda correlato con la insatisfacción sexual de la pareja (Scoot McNairy y Mackenzie Davis), sumida en su acostumbramiento burgués, cuyo vértigo está a la vuelta de la esquina: basta que no funcione el GPS.

Por otro lado, la elección de James McAvoy, el salvaje inglés del asunto, vuelve todo un tanto insoportable; y acá, además, está a sus anchas, hasta el punto de exhibir con orgullo su físico inflado. Sus maneras chocan, inevitablemente, con las de su pareja (Aisling Franciosi), cuya relación de consorte guarda alguna explicación, algo que el film original prefería –y con acierto- dejar oscuro. En todo caso, la versión de Watkins está atravesada por el filtro de la corrección política; de esta manera, tanto a la manía homicida de la mujer inglesa como a la frigidez y maternidad sobreprotectora de la norteamericana, las esboza para luego darles un prudente correlato que baje el tenor del asunto. Tanto es así, que elige a una de ellas como la heroína del asunto.

En este sentido, Watkins no oculta su pretensión de reversionar Perros de paja, de Sam Penkinpah, pero en clave femenina. Un disparate. Así las cosas, no será el esposo quien conozca su costado cavernario, sino la mujer, quien no duda en disparar armas y emplear de manera letal algunos rudimentos domésticos; ella -la que no comía carne y odiaba las armas- será la guardia y custodio del hogar. Como era de esperar, lo que en el film original era una mirada despiadada a la clase media y su status quo, aquí se traduce en un final aleccionador, en donde el niño en peligro (el niño “mudo”) será rescatado, la niña propia resguardada, y la dupla homicida aleccionada (en una secuencia final de película slasher o similar).

Se agrega, también, un dato que no es menor. El niño rescatado podrá cobrar venganza sobre el padre, y desquitarse con una piedra. La elección de la piedra no es casual, porque son también piedras las que cumplen un rol fundamental en la versión original. Watkins revierte el asunto y responde con el ojo por ojo, justificado por un planteo moral que es absolutamente ajeno al film anterior. El film danés elige, justamente, apuntar un dardo envenenado a cierto concepto de familia, engranaje funcional de una sociedad conservadora, de progresismo calculado (en frases, gestos, vegetarianismo al uso, crianza); a la cual, literalmente, apedrea y mata. El film norteamericano, la salva.

La crueldad no es una imagen gratuita; es otra cosa. Por eso, el film de James Watkins es pura epidermis, mientras que el de Christian Tafdrup despide un veneno de víbora.

No hables con extraños  5

(Speak No Evil)

EE.UU./Croacia/Canadá, 2024

Dirección y guion: James Watkins.

Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans.

Fotografía: Tim Maurice-Jones, Mark Moriarty.

Montaje: Jon Harris.

Intérpretes: James McAvoy, Aisling Franciosi, Mackenzie Davis, Scoot McNairy, Alix West Lefler.

Duración: 110 Minutos.

Disponible en Flow, Claro Video, Movistar TV.