La rueda mágica

Protestas, privatizaciones y excesos. Esa es la síntesis que hace la galería Tate Britain sobre la muestra The 80s: Photographing Britain, un conjunto de 350 imágenes sobre la vida cotidiana inglesa que comienzan en 1976 y terminan en 1983. Es imposible no mirar esas fotos desde una perspectiva local. Porque la presencia de Margaret Thatcher devino familiar en estas pampas durante la guerra de Malvinas y porque es considerada “la madre de las privatizaciones” en el mundo: a ella le debemos, en cierto sentido, el afán desregulador que serían boom en los noventa acá, cuyos coletazos amenazan con volver. De hecho, explican los curadores Yasufumi Nakamori, Helen Little y Jasmine Kaur Chohan, decidieron extender la década del ochenta en términos históricos para incluir los años anteriores y posteriores al gobierno de la primera ministra conservadora. Además, esas fotos capturan lo que pasó allá pero también pasaría aquí una vez que, al menos en las formalidades, la dictadura militar se retirase. Boom del consumo, movilizaciones sociales, el sexo en clave de destape son asuntos que, nos guste o no, nos hermanan con el pueblo inglés. Resulta incómodo pensar, incluso, que la historia es circular y que nuestro país parece atravesar un revival constante. Pero en el Reino Unido las cosas no van mejor. “Cuando dejé Gran Bretaña (para irme a Alemania en los años 70), había una creciente sensación de radicalización. Al regresar en 1982, descubrí que eso había sido sepultado por una ideología comercial y thatcherista, transformando la cultura británica del 'nosotros' a una generación del 'yo'. Los centros comerciales fueron las nuevas catedrales del consumo y las compras se convirtieron en ocio”, evoca Paul Reas, uno de los fotógrafos que exhiben obra en esta muestra junto a Tom Wood, Anna Fox y Jason Evans, entre otros.

El arte del rescate

Pocas cosas han aportado tanto al cine, la televisión y la cultura pop del siglo XX como el imaginario y la épica vinculada a la Cosa Nostra. Pero ahora, la mafia italiana está aportando al mundo de la cultura algo más que la pirotecnia de su historia. Una exposición en el Palacio de Milán exhibe una imponente colección de arte confiscado en operaciones contra el crimen organizado que desde ahora formará parte de museos públicos en distintas ciudades de Italia. La exhibición titulada “Salvarti”, algo así como “Salvar las artes” –que se puede visitar de forma gratuita y que saldrá de gira por algunas ciudades locales– se conforma por 80 obras originales. Su único hilo conductor es el origen de las piezas y por tanto, el criterio selectivo de sus antiguos dueños vinculados a organizaciones criminales como la Ndrangheta. Hay pinturas, grabados y esculturas de autores como Salvador Dalí, Andy Warhol, Keith Haring, Giorgio de Chirico, Arnaldo Pomodoro, entre varios otros. “Son objetos que evidentemente se podrían haber vendido, pero se decidió conservarlos en museos porque tienen un valor importante”, explicó la investigadora Maria Rosaria Lagana, encargada del organismo nacional que subasta, dona o vende distintos objetos confiscados a la mafia, donde de vez en cuando aparecen hallazgos con valor público entre mansiones y ferraris. “Obras destinadas a permanecer ocultas en las redes del crimen organizado finalmente pueden retornar a la comunidad”, consideró.

Ortiba artificial

Entre sus múltiples funciones, las inteligencias artificiales también tienen la capacidad de ser policías del orden. Así es cómo las utiliza Airbnb para detectar fiestas de fin de año no autorizadas. La plataforma de reserva de alojamiento anunció que sigue profundizado las medidas para identificar y bloquear reservas destinadas a organizar partusas multitudinarias. Para eso, la tecnología analiza señales como el tipo de alojamiento, a qué distancia vive quien ocupará el lugar y cuándo se realiza la reserva: todo esto sirve para ayudar a determinar si podría tratarse de una reserva de alto riesgo. En ese caso, la reserva es bloqueada y las personas, redirigidas a alojamientos alternativos. La compañía comenzó a usar estas restricciones en 2020 “con un éxito que da cuenta de su utilidad”. Airbnb dijo que sólo el año pasado a casi 74 mil personas se les impidió hacer una reserva en diversos lugares del mundo, incluidas alrededor de unas ocho mil en el Reino Unido. En verdad, las primeras quejas comenzaron en 2016. En esa época, en Brixton, al sur de Londres, unos 150 fiesteros se congregaron en un departamento y la situación se volvió caótica. Una vecina denunció que uno de ellos “aterrizó” en su balcón y le destrozó el vidrio de la ventana. Amanda Cupples, directora general de Airbnb para el Reino Unido y el norte de Europa, dijo: “Si bien los problemas son raros, queremos hacer nuestra parte para ayudar a reducir el riesgo de fiestas no autorizadas y disruptivas”.

Cielito lindo

Por más increíble que parezca, más de 70.000 mil toneladas de material espacial pueden llegar a caer cada año sobre la Tierra. Es cierto que la mayor parte se desintegra en el camino, pero una fracción bastante considerable logra atravesar la atmósfera y llegar en buenas condiciones al suelo en distintos lugares del planeta. Muchos de estos meteoritos llevan cientos de años en viaje, y algunos especialistas aseguran que no son simplemente rocas que caen del cielo: el estudio de su material químico anciano podría sugerir información sobre los momentos primigenios del sistema solar y con ello agregar nuevos datos para entender cómo se formaron el sol, los planetas e incluso la vida en la tierra. Por eso, estos objetos misteriosos son recibidos con cada vez más frecuencia por una curiosa y expansiva comunidad de científicos y aficionados que han hecho de su búsqueda un hobby y hasta un estilo de vida. Aunque aún es informal, los autodenominados “cazameteoritos” se han convertido en un verdadero circuito de fans que organiza expediciones, recolecta, intercambia e incluso vende material espacial. Nuestra región es una de las zonas del mundo privilegiadas para esta actividad: el Desierto de Atacama en Chile es uno de los lugares favoritos donde aficionados de todo el mundo organizan expediciones que pueden durar semanas, con condiciones climáticas extremas, usando los ya vetustos detectores de metales u otras herramientas más actualizadas que miden el magnetismo de los materiales en la arena. En Atacama existe incluso un Museo del Meteorito dirigido por el divulgador científico Jorge Monsalve Vargas, quien al respecto contó: “Hay mucha información que los meteoritos nos pueden entregar. Por ejemplo, hoy en día nosotros sabemos, a través de todas estas expediciones a Marte, que este planeta tiene agua. Incluso hemos descubierto que hay una cantidad importante de hielo en el fondo. Hay muchos otros datos que se pueden ir sacando de estos meteoritos, por ello es tan relevante que terminen en manos de los científicos”. El creciente interés en la caza de meteoritos ha evidenciado una falta de regulación necesaria en la recolección y venta de este material que podría ser útil para la ciencia y que a menudo es vendido a coleccionistas privados y extranjeros. Por eso en Chile un grupo de científicos y cazadores están impulsando una ley que permita que los hallazgos sean protegidos para su investigación.