Tras haber publicado una colección de cuentos, En pedazos (Ciudad Gótica, 2007), Gustavo Boschetti (San Lorenzo, 1969) ahora irrumpe en el horizonte lírico rosarino con su poemario la tierra en fuga (Paola Chinazzo Editora, 2024). Este libro despliega su magia a lo largo de 70 páginas. Sus 29 poemas están agrupados en cuatro secciones: la tierra en fuga, lo innominado, el río decimal y coda.

Este poemario exhibe en todo su contenido una marcada ontología de carácter netamente experimental, disruptiva, adhiriendo puntillosamente a la preceptiva literaria que inauguró en la primera mitad del siglo XX el poeta norteamericano Edward E. Cummings. Cummings es el autor de esos revisitados y celebrados versos, donde asegura: (no sé qué hay en ti que se cierra/ y se abre; sólo algo en mí comprende/ la voz de tus ojos más profunda que todas las rosas)/ nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.

Siguiendo a Cummings, Boschetti escribe una gran parte de los poemas de este libro utilizando siempre minúsculas y sin signos de puntuación. Incluso lleva al extremo este recurso, renunciando al punto final que usualmente clausura todo texto y que sí respetaba Cummings.

Un breve estrofa del mejicano Octavio Paz abre el poemario, exponiendo la aspereza que envuelve a toda praxis poética. Cada sección que compone el libro, excepto la última, coda, está sucesivamente acompañada al pie por un epígrafe de los poetas rosarinos Pedro Bollea, Jorge Isaías y Hugo Diz.

La primera sección, la tierra en fuga, que da título al libro, se abre con un bello epígrafe de Bollea, una suerte de ars poética. Este apartado incluye 15 poemas (la mitad del libro), algunos de ellos de un gran peso específico conceptual, que define la “temperatura lírica” del poemario.

Su primer poema, “piedra”, en la página 9, oficia como una exaltación de la amada del poeta, a la que convoca para acompañarlo a enfrentar el agobio del mundo. Boschetti, ante la dureza de la existencia, le pide a su amada: cincela entonces mi nombre en tu silencio/ la gramática amarilla de la luna/ nada dice de la falacia del tiempo/ de la guarida remota/ donde creo haberte visto/ acantilando la vida/ contra el negro vegetal de las paredes/. Resulta notable el peso simbólico que esgrime esa forma verbal ficticia: acantilando.

En el poema “barrancas”, el autor afirma: no sólo el río y su tormenta/ sino también/ la sustancia del trueno/ el aliento fantasmal de las marismas/ los horizontes afilados/ toda la tierra en fuga/ y tus ojos, linda,/ regresándome. Como se puede apreciar, en el antepenúltimo verso del poema hace su irrupción el título del libro.

Boschetti homenajea a su ciudad a través del poema “san lorenzo”: para bien o para mal/tres nudos franciscanos/amarraron tus costillas/, asegura el poeta, aludiendo a los tres principios constitutivos de la orden (pobreza, castidad y obediencia), y más adelante se pregunta: ¿podía tu espalda dulce alunarada/ ser blanco sugerente de topacios?/ ¿o era la fiebre de una jungla/ lo que ardía en tus mejillas?

Aludiendo a la omnipresencia del cuarteto de Liverpool entre los argentinos, el poeta asegura: “yo recuerdo/ llevabas beatles zurcidos en los labios/ y la piedad del cántaro en la mano/ como si de tu agua dependiesen/ locos farsantes, mercaderes,/ estibas, poetas, abogados... Luego de esta variopinta enumeración, el poeta finaliza el homenaje a su tierra natal: dame una vez más, dame/ la canción aquella que decía:/ “en mi vida, los he amado a todos”. En la línea de remate del poema, Boschetti reproduce la última parte de la letra de “En mi vida” (“In my life”), canción de Lennon & McCartney.

Los poemas “éxodo”, “los asesinos” y “a un psicópata de silicon valley”, tienen una clara impronta social y política, en especial el segundo de ellos que cuestiona claramente a los burgueses agrarios que producen la quema indiscriminada del humedal frente a Rosario y al cordón industrial de la ruta 11.

El poema titulado “dilemas (ars poética)” es el primer intento de Boschetti de analizar aquellos principios filosóficos y sociales que, dentro del género lírico, lo impulsan a escribir en determinado registro. Este primer esbozo de programa ideológico-político va a ser claramente profundizado y desarrollado en la última sección del libro. Este texto se estructura alrededor de una serie de preguntas retóricas que permiten al lector aproximarse a los valores que impulsan al autor a ejercer una escritura consciente y situada, dentro del registro lírico. En el remate, Boschetti se pregunta: “quiero decir, poema:/ ¿por qué soy tu impávida evidencia/ del mismo modo que un barco/la impávida evidencia del río es?//.

La segunda sección, lo innominado, contiene un epígrafe de Jorge Isaías, y está conformada por cuatro poemas que, apelando a un registro pleno de nostalgia, define ciertos sitios de Rosario muy valiosos para el poeta. Es necesario precisar que en esta sección, Boschetti abandona el estilo vanguardista que caracteriza al primer apartado, y entonces se vuelve a textos de estructura clásica, con el uso de las mayúsculas y de los signos de puntuación.

En el primero de ellos, Nuevo domicilio: San Martín 1484”, el poeta rememora el sitio donde vivió en su lejana juventud, cuando apenas había llegado a Rosario para iniciar sus estudios universitarios. “Aprendí muy pronto que un barrio sin nombre es una cosa seria”, asegura, asignándole al poema, ya en su primer verso, la importancia que dentro de este texto bellísimo, tal vez el más logrado del libro, tiene la impronta de aquellos años fundacionales en la poética del sanlorencino.

“Lejos del pueblo, me buscaba en las calles/ de una ciudad extraña, y marcaba sus lugares/ en mi duro mapa de quebrantos,/ en el vacío insular del monoambiente./, escribe en el primer tramo del extenso poema, para dejar constancia de su extravío existencial en el seno de la gran ciudad.

En otro de los tramos iniciales del extenso poema, Boschetti deja constancia de la ontología netamente impersonal que imprime la gran ciudad en los recién llegados: Así hablaba ‘Zaratustra’, el profeta que vendía milanesas/ en la fritanga de la cuadra:/ “Esto no es el centro, pibe. Tampoco/ es un barrio. Acá nada tiene nombre,/ ni siquiera los gatos/ que se pasean por los techos./ Pero no te deprimas: vaya de regalo/ esta porción de papas fritas…”. Así dejaba constancia el poeta de la desazón inicial que provocaba el temprano arribo a Rosario.

Y más adelante enumera algunas de las experiencias que lo marcaron en este difícil tramo vital: “Tuve ahí mis borracheras, mis iniciaciones./ Y bautismos que se parecieron, en buen grado,/ a los Ahogamientos de Nantes:/ vi a un tipo suicidarse en la puerta de una timba; vi cómo/ saqueaban el súper de Avenida Pellegrini;/ vi llorar a Diego en el Olímpico de Roma,/ en un tele que tenía como antena/ un caño de cortina./.

No obstante, Boschetti relativiza cierta oscuridad en esta etapa de su vida: Yo era triste, es cierto. Pero también era feliz./ Feliz y apasionado. Porque no se puede ser feliz y/ apasionado sin un poco de tristeza, cuando las luces/ tiñen de sepia las veredas, y el corazón se hace un ovillo/ anticipándose al silencio de la noche./ Luego de un largo periplo por la contracara del tiempo, el poeta finaliza este poema extraordinario con una estrofa notable: “Pero eso no es la memoria./ La memoria es un gato sin nombre/que juega con un ovillo/ en un techo a medianoche. Como una suerte de vívidas postales urbanas de la Capital de los Cereales, Boschetti completa este tramo imperdible de su primer poemario con otras tres “acuarelas de la gran ciudad”: “Galerías de Rosario”, “Lírica fallida de la Plaza Bélgica” y “Chatarrería”, completando lo que podría considerarse una ontología rosarina en clave de tango.

La siguiente sección del libro, el río decimal, está constituida por diez poemas, algunos de ellos muy breves, casi epigramáticos, donde el poeta despliega en forma generosa su inclaudicable amor por el río Paraná, un atributo que tiene una impronta muy fuerte y manifiesta en los habitantes del cordón industrial Rosario-Santa Fe.

Como claro testimonio del alto voltaje poético de los diez textos incluidos en este apartado, así expresa Boschetti su incondicional maridaje con el Río Marrón:

I

“Una isla encuentra un hombre desierto. Y lo habita”.//

Y ya cerrando el libro, Boschetti corona su primera incursión en el género lírico desplegando en la última sección, Coda, en toda su completud su declaración de principios respecto de la tarea escrituraria en verso, es decir su Ars Poética, que ya había esbozado en la página 31:

“Hay cierta tierra que siempre está escapando. Es la tierra que corre bajo nuestros pies, bajo nuestra impasible quietud”, asegura el poeta, y afirma más adelante: “Sólo un pájaro puede posarse sobre su constante fugacidad: es el pájaro de la poesía, que irrumpe desde el silencio para quebrar las rígidas paredes del lenguaje instrumental”.

Y sobre el cierre del único y luminoso texto que integra esta sección, Boschetti completa su mensaje liminal, que brilla en la contratapa del libro: “La poesía es el pájaro blanco de lo indecible. El único capaz de posarse sobre una tierra siempre en fuga”.