“Vamos a generar trabajo de calidad”, dijo el candidato Mauricio Macri en mayo de 2015. “Si trabajamos juntos, vamos a generar millones de puestos de trabajo”, insistió el presidente Mauricio Macri el 9 de mayo de este año, frente a dirigentes empresarios como Cristiano Ratazzi, Alfredo Coto y Gabriel Martino (HSBC), con quienes firmó ese mismo día el compromiso de “no reducir los planteles de empleados durante al menos 90 días”. Ni las promesas ni los compromisos se compadecen con lo que se verificó en el primer año de ejercicio del gobierno de Cambiemos: 122.802 despidos en el sector privado y 70.115 en el sector público, suman casi 193 mil pérdidas de trabajo solamente en los sectores registrados (en blanco). Si se tomara en cuenta los sectores informales, el cálculo más conservador lleva la cifra total de destrucción del empleo en tan sólo el último año a más de 300 mil.  

 El diagnóstico que trazó Cambiemos al asumir es que durante los últimos cuatro años no se había creado empleo en Argentina. Al confrontar esa afirmación con las estadísticas, que la contradicen, la explicación del macrismo es que no se trató de creación de empleos genuinos, sino de contratación política de adherentes y militantes. Así se justificó la posterior expulsión de empleados del Estado en los primeros meses de la nueva gestión. Sobre el crecimiento del empleo en los años anteriores –a ritmo muy lento, sin dudas– y el violento proceso de destrucción en este último año, hubo menos justificación. Más bien, se buscó negar el hecho.

 Un repaso sobre la evolución del mercado laboral que acaba de publicar  el Centro Economía Política Argentina (CEPA) da cuenta de que “en el primer año de la gestión de Cambiemos, se alcanzó un promedio de 650 despidos y suspensiones por día”. Ello es consecuencia, principalmente, de un proceso de despidos en el sector estatal que lanzó en los primeros meses de la nueva gestión –hasta marzo de 2016–, que luego se transformó en un ciclo de violentos recortes de personal en el sector privado que se fue acelerando a medida que avanzaba el año. 

 Los despidos en el sector de la construcción, según dicho informe, ascienden a 60.626. En este resultado tiene gran incidencia la paralización de la obra pública, en algunos casos por sospechas de su origen, en otros por falta de recursos ante un déficit fiscal que creció de manera geométrica, y en otros directamente por inoperancia de las áreas correspondientes. Las obras con inversión privada también se vieron paralizadas por las expectativas recesivas que desalentaron nuevos emprendimientos.

 El sector industrial también resultó fuertemente impactado por la pérdida de empleos. A la crisis por una política oficial que golpeó la demanda interna, se sumó la crisis del sector externo, principalmente por la menor demanda de Brasil pero, además, por un mercado mundial en general menos dinámico en la compra de manufacturas. En conjunto, el sector sufrió la pérdida de 45.771 empleos en los últimos doce meses, que tuvieron en los rubros Metalúrgico (con 6153 empleos menos), Petróleo (-5292), Alimentos y bebidas (-5127), Electrónicos y electrodomésticos (-4507), Energético (-4012), Automotor (-3435), Textil (-3205) y Frigoríficos (-2869 empleos perdidos) los que recibieron el mayor impacto. Pero mientras en la construcción todavía hay alguna esperanza de que durante 2017 se observe un repunte por vía de la reactivación de la obra pública, en los sectores manufactureros todavía se teme que la situación pueda ser peor: muchas empresas han recurrido a la suspensión masiva del personal o sólo trabajan un par de días por semana, buscando postergar una decisión más drástica, pasar el verano y esperar una recuperación de las ventas que no está para nada claro desde dónde podría venir.

 En el sector Servicios, el informe de CEPA reporta la pérdida de 14.056 puestos de trabajo en los últimos doce meses. El comercio concentra 4325 casos de expulsión de empleados, otros 2392 se registran en el rubro Gastronómico y 2132 en Medios de comunicación, entre los que no sólo se produce el cierre de medios por los recortes en las pautas oficiales, sino que incluso los grupos más concentrados echan mano de un fuerte ajuste de su planta de trabajadores, aprovechando el clima favorable a estas políticas que baja de la gestión oficial.