La masiva movilización que realizó un conglomerado de sindicatos y organizaciones sociales frente al Congreso para rechazar las reformas previsional, fiscal y laboral demostró que son las organizaciones gremiales las que hoy están en condiciones de sacar a la calle sus afiliados para enfrentar las políticas neoliberales que busca imponer el gobierno de Cambiemos. La marcha, policromática por donde se la mire, fue necesaria para que comience la construcción de un “frontón”, como lo definió el bancario Sergio Palazzo, contra el macrismo y aquellos opositores que se muestran demasiado amigables con el Gobierno. Tal vez, y sólo por ahora, no logre modificar la estrategia de la conducción de la CGT, más proclive al diálogo y la negociación pero encendió una luz de alerta. Los que manejan los hilos de la central obrera consideran que lo de ayer tiene un condimento épico pero que no es suficiente ya que lo que está faltando es un correlato partidario o frentista que estos repudios y rechazos se trasladen, por caso, a la arena legislativa.
Si la marcha de ayer que organizaron la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), las dos CTA, organizaciones sociales y el camionero Pablo Moyano tuvo algo de épico no es para nada malo. En todo caso, es justificablemente necesario que haya un sector de la dirigencia gremial que acate el reclamo de sus bases y se exprese en contra de estos proyectos legislativos y que sean un claro mensaje tanto para el gobierno como para los gobernadores y legisladores opositores.
En la marcha hubo una gran cantidad de cuerpos de delegados, comisiones internas, militantes de base sindical y social y muchos jóvenes. Es una señal que deben tomarla en cuenta aquellos que no fueron de la partida porque ese malestar no es exclusivo de los que marcharon sino que también se disemina entre aquellos gremios que forman parte, por ejemplo, del Consejo Directivo dela CGT. Al fin y al cabo, la aprobación de la reforma previsional y fiscal no hará distingos entre los que ayer se manifestaron y lo que no fueron o no comparten esta estrategia.
En ese sentido, en la CFT consideran que la multitud congregada frente al Congreso buscó enviar un mensaje para la oposición que dice que no va a admitir “que roben a los jubilados, a los más pobres, a los trabajadores lo que necesitamos para vivir, menos si es para sostener un esquema económico” incapaz de mantenerse si no es a través del endeudamiento externo.
Lo de ayer fue un comienzo como lo señalaron tanto Palazzo, Hugo Yasky, Pablo Micheli y en menor medida Pablo Moyano. Los tres primeros advirtieron que en los próximos días se elaborará un plan de lucha que incluirá nuevas movilizaciones si las reformas previsional y fiscal superan, como se prevé, el escollo denominado Senado y deberán tratarlas los diputados. Pero también señalaron la necesidad de generar una gran CGT donde se incluyan a todas las expresiones sindicales, como por ejemplo las dos CTA, para poder frenar el modelo político-económico.
El mensaje que puede entenderse como un llamamiento a la conducción de la CGT a unir fuerzas y sumar masa crítica, pero también puede ser tomada como una advertencia de la posibilidad de conformar otra CGT si con la actual conducción, cuyos miembros fueron calificados en los discursos como “compañeros equivocados”, no se concreta un acuerdo de unidad.
Con los senadores no fueron tan piadosos. Yasky les advirtió que “el que levante la mano en contra de los jubilados va a salir publicado con foto y fecha de nacimiento”, dijo y lo justificó en que este tema no forma parte del “mandato que le dieron a los senadores que implica sacarle cien mil millones de pesos a los jubilados”. Palazzo le pidió a los senadores “que no se conviertan en un mercado persa o en un club del trueque”. Moyano se concentró en definir al Gobierno como “discípulo de (Domingo) Cavallo”.
Desde el lado del triunvirato consideran que los organizadores de la marcha tuvieron “mucho de épico y poco de estrategia”. Sin entrar a valorar la cantidad de participantes, consideraron que las organizaciones gremiales que realizaron la marcha buscaron “erigirse como los jefes de la resistencia” pero remarcaron que el distanciarse y pelearse con gobernadores y legisladores está lejos de ser positivo porque “debilita” a todos por igual. En lo que coinciden es que son los sindicatos los únicos que tienen hoy capacidad de movilización aunque indican que el flanco débil está en la ausencia de un correlato político de esta fortaleza hoy exclusivamente gremial. Por ejemplo, no creen que la fuerza política de Cristina Kirchner pueda representarlos, sobre todo porque afirman que ella no evitó que la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, firmara el pacto fiscal que impuso el gobierno nacional. “No hay anclaje político”, insisten y por eso se recuestan en una estrategia más dialoguista y entienden que el Gobierno ha ingresado en “un cuello de botella fiscal” porque el crédito externo ingresó en una etapa de disminución crítica. Entonces, para este grupo, golpear con fuerza al gobierno central puede terminar afectando a los gobernadores que son peronistas como ellos.
Al mismo tiempo en el triunvirato destacan que en la marcha de ayer hubo señales inequívocas de “hipocresía” entre algunos de los organizadores. No hay tanto misterio, sus dedos acusan a Pablo Moyano. Advierten que la columna camionera fue un tanto escuálida fruto de la inminencia de la resolución de uno de los temas que más preocupa a Hugo Moyano: el caso OCA. Ayer se conoció que el Gobierno le renovaría el permiso postal para la empresa cuya propiedad se la endilgan al veterano camionero.