En el año que se fue el sector metalúrgico simbolizó el declive de la actividad industrial en general que, salvo el complejo agroexportador, afectó a todos los rubros. Santa Fe no se sustrajo a ese fenómeno, o peor incluso, lo sufrió como ninguna otra. El broche fue la reciente paralización de Acindar, que todavía perdura. En el gremio cunde la preocupación, ni siquiera puede cerrar la paritaria y ahora considera un motivo para celebrar si consigue garantizar la preservación de las fuentes laborales. Asoma la tendencia de migración de obreros a otros rubros donde talla la informalidad.
"Fue un año con caída de la actividad muy fuerte, del 40 por ciento en promedio. Es una situación atípica, y ni siquiera en este segmento puede atribuirse todavía a la apertura de importaciones, que todavía no se refleja del todo. Pero sí hay incertidumbre por las medidas que prepara el gobierno. Cuando las importaciones impacten en la producción nacional, entonces tememos que la baja sea peor aún", resumió Pablo Cerra, apoderado de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), seccional Rosario.
La recesión industrial obligó entonces a negociar alternativas ante la posibilidad cierta de una ola de despidos en un gremio que solo en la región Rosario se compone de unos 20.000 trabajadores.
Las alternativas han sido encarar pasos previos con el compromiso de preservar la fuente laboral. "Se apunta a tomar vacaciones, adelantarlas, luego si no hay opción siguen las suspensiones. En algunos casos se pagan al 100% de manera no remunerativa para el trabajador; en otros casos hay quitas de horas, y después se va bajando porcentaje. En el último caso se termina consensuando un retiro voluntario. Son herramientas de manual que aplican en estos momentos críticos", expuso Cerra.
"Terminamos el año agudizando el ingenio para conservar los puestos de trabajo. Cuando aplicamos estas herramientas lo hacemos con la condición de no despedir a nadie. Al menos, asegurar la estabilidad laboral, que en estos tiempos no es poco", redondeó.
"Hemos trabajado mucho con el Ministerio de Trabajo provincial para sostener el empleo, pero igual se han perdido fuentes. Hay casos por goteo que no son noticia pero que existen. Lo de las grandes empresas siempre hace ruido, pero por ejemplo la semana pasada cerró un establecimiento con 10 trabajadores. No hubo ninguna instancia previa posible porque no hubo caso: son decisiones empresarias, arreglaron con los trabajadores todo en regla y la gente aceptó la desvinculación. Nada que hacer. Cuando nos enteramos y presentamos un reclamo ante el Ministerio, la empresa cerró acuerdos individuales con los trabajadores y listo", puso de ejemplo.
"Lamentablemente, hoy el que pierde el trabajo probablemente salga del rubro. Un oficial metalúrgico termina trabajando de otra cosa porque quizás ganará más. Hay migración a otros rubros, pero tampoco se encuentra tan fácil. Algunos se hacen autónomos, hay un proceso de uberización del mercado laboral. Y como daño colateral, está el aspecto previsional y las obras sociales sindicales", añadió Cerra.
El metalúrgico es el sector primordial para tomarle el pulso a la industria en general. En la región, solo el subgrupo de las carroceras experimentó alguna recuperación sobre el final del año por demandas vinculadas a la minería y a la reactivación de Vaca Muerta. Por lo demás, la retracción de la obra pública y la construcción en general han determinado la suerte del sector, incluso el de la siderurgia.
El grupo Arcelor Mittal preanunciaba hace casi un año atrás el presente que hoy afronta su planta en Argentina, la acería Acindar, en Villa Constitución. Casi 800 trabajadores suspendidos, la fábrica detenida casi por completo, al 80%, los hornos apagados.
"Lo preocupante es que la producción haya caído tanto como para que hace un mes la fábrica esté prácticamente paralizada. En años anteriores se producía alrededor de 1.200.000 toneladas de acero, y este año lo cerramos hace rato: 600.000 toneladas y no hubo más. Arrancamos el año con que a los tres meses iba a cambiar, nos pasamos esperando el rebote de la V corta... no pasó nada", rememoró Silvio Acosta, obrero de la siderúrgica y miembro de la comisión interna por la UOM Villa Constitución.
En el caso de Acindar, el factor determinante es el corte abrupto de la obra pública y el consecuente desplome de la demanda de acero. Por lo tanto, desde hace poco más de un mes el personal rota en suspensiones cada quince días, y cobra el 80% del sueldo.
Con ello, cayeron unos 300 puestos entre retiros voluntarios y finalizaciones de contrato. Y la crisis se expande a una estela de talleres y metalúrgicas cuyo funcionamiento depende directo de Acindar.
"Hace dos semanas hicimos una reunión con los chicos contratados que quedaron afuera. De esos 300, el 10 por ciento consiguió trabajo, el resto nada. Alguno entró en una estación de servicio como algo estable, pero el resto sin laburo o haciendo cadetería, Uber, microemprendedores. O sea, se profundiza el trabajo en negro, aumentan los monotributistas, no el empleo registrado", reveló Acosta.
Desde el gremio advierten que la desregulación del mercado golpeará duro y que el hilo se cortará por lo más delgado: el empleo. "Las empresas plantean achicar costos para ser productivos y competir con lo que viene de afuera. O sea, bajar el rollo de alambre a 10.000 pesos de Acindar hasta los 6000 pesos que cuesta el acero chino. Entonces van a ajustar más, y la variable somos nosotros. Este es el debate que se viene, y en el sector de línea blanca de Rosario ya se está viendo", alertó.