En La Plata ardieron más de 20 estructuras en las primeras horas del año nuevo. Elaboradas con cartón, papel y alambre, fueron incendiadas por la madrugada en distintos barrios. Ya es un clásico de la víspera de fin de año que los platenses recorran la ciudad con el mapa en la mano para no perderse ninguno de los muñecos y decidir cuál será visitado a la hora de la quema.
La quema de muñecos en la última noche del año nació como tradición en la antigua Grecia. Con el pasar del tiempo, esta costumbre se fue extendiendo por diversos lugares de Europa y cruzó el continente, hasta llegar a la Argentina.
La historia del primer muñeco de La Plata surgió a principios de los ‘50, en la puerta del legendario bar-almacén Los Obreros, ubicado en calles 10 y 40, que en ese tiempo le pertenecía a Don Luis Tórtora, quien luego se convertiría en el presidente del club Defensores de Cambaceres. Precisamente, en 1956, decidió hacerle un homenaje a los jugadores que salieron campeones esa temporada. Don Luis tuvo la idea de celebrar el triunfo colocando un enorme muñeco en la puerta de su comercio. El “momo” llegaba hasta lo más alto de la construcción de ladrillos. Tenía el escudo del “Rojo” del lado del corazón, pantalón corto negro con cordones, medias rojas y botines.
Desde ese año, hasta la actualidad, los muñecos se armaron casi de manera ininterrumpida en la puerta del bar eligiendo siempre una figura destacada del año. El único silencio se hizo en 1976.
En la década de los 90, los vecinos de cada barrio comenzaron a autoconvocarse para participar en la confección. Desde ese entonces se realizan concursos donde el mejor muñeco es premiado por el Municipio Platense. Los más jóvenes son los que se paran en las esquinas para recaudar fondos para cubrir los gastos de la confección, son los adultos más experimentados los que planifican el muñeco, no sólo el diseño sino también la estructura y la seguridad, algo que precisa seriedad y profesionalismo (intervienen arquitectos, ingenieros, estudiantes de Bellas Artes y de Diseño de la UNLP entre otros).
“Hacer el muñeco es la esperanza de hacer algo por nosotros, por nuestros hijos, por el barrio. Es la alegría de a fin de año quemar todo lo malo del año que pasó y recibir el nuevo. Estoy convencido que la tradición no murió, está totalmente a pleno. La tradición significa el muñeco que se hace con madera, que lo pegamos con harina y agua, el que se hace con esfuerzo. Hoy veo las caras de los chicos con la misma alegría que teníamos nosotros de ver cómo van creciendo las estructuras”, confesó el hijo de Tórtora.
Entre los más destacados de este año que se fue estuvieron: Spider-Man, en 32 y 27, y Tom y Jerry, en 17 y 38. "La sorpresa de It" (72 entre 6 y 7) y el "Lego de Batman" (66 entre 19 y 20).
El ganador fue “La Plata, ciudad de dragones”. Las redes sociales se inundaron con fotos y videos de la quema que comenzó a las tres de la mañana y duró hasta las cinco.
Durante más de dos horas, los vecinos que se acercaron a la rambla de 31 y 54 pudieron deslumbrarse con un shows en vivo, fuegos artificiales que iluminaron el cielo platense y un cierre inolvidable para todos los presentes. Más de un centenar de personas se quedaron a escuchar los últimos temas antes de desconcentrarse y volver a sus hogares.
En Quilmes también hubo quema de muñecos. Entre los destacados de esta edición estuvieron el imponente muñeco de El Joker ubicado sobre la Avenida Amoedo casi Urquiza, que sorprendió con sus colores y detalles, el auto de Franco Colapinto sobre la calle Entre Ríos entre Martín Rodríguez y O´Higgins, homenaje al piloto que brilló en el automovilismo este año, y una llamativa estatua parecida a Donald Trump colocada a tres cuadras de Amoedo y Avenida La Plata, que no pasó desapercibida por su realismo y polémica.