La industria yerbatera cerró el 2024 con sabor amargo. Y los pronósticos para 2025 no son dulces ni mucho menos. Así lo advierten los propios productores, que tras un año marcado por la desregulación, ya empiezan a marcar las reminiscencias menemistas de la situación actual y las duras consecuencias para el sector.

Así lo explicó por la 750 Marcelo Hacklander, yerbatero y presidente de la Asociación Unión de Agricultores de Misiones, quien recordó que la constante del primer año de gobierno de Javier Milei fue la caída en el consumo y la concentración, cada vez en menos manos, del grueso de la industria.

“Ya veníamos manejando estos datos desde principios de año. Se veía por ahí un principio de año con buenos números. Después eso se modificó y al final del año van a terminar significando una baja importante de la salida de molinos”, explicó.

Entre enero y noviembre de 2024, las salidas de yerba mate a los centros de distribución totalizaron 238.042.303 kilogramos, una cifra considerablemente inferior a los 285.300.595 kilos registrados en el mismo período de 2023.

Para el Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM) esto está directamente relacionado con la crisis económica y la pérdida de poder adquisitivo, lo que limita el consumo de productos tradicionales como la yerba mate.

Así lo explicó Hacklander: “Varios factores influyeron. Tenemos que ver cómo termina diciembre. Si bien las exportaciones aumentaron, generalmente el número exportado no es tan importante en el global. Porque termina siendo un 20 por ciento de todo lo que se comercializa”.

La desregulación afectó, y mucho. Es un mercado muy particular. Hablamos de 13.500 productores. Hay 200 secaderos. Y aún se disminuye más el embudo a 40 molinos que embazan y venden. El 10 por ciento terminan siendo los que están en el top 10 de ventas”, explicó.

Y añadió que esta información no es nueva: “Eso afecta de lleno a la concentración de la actividad yerbatera. Es un déjà vu de los años 90, donde la concentración hizo estregaos tremendos. Y eso lo estamos viendo en solo año, lo que pasó en 10 en aquella época”.

Por eso para el año entrante el pronóstico no es bueno: “Sabemos a dónde va esta época si no hay un cambio. Estamos recibiendo un valor por debajo de los 200 pesos. Y eso hace que el productor quede en una situación muy vulnerable. Hoy, entre cosechar y no cosechar, prefiero dejar la yerba parada en la planta y no tener el gasto enorme que hemos tenido”.