La comunidad del barrio Las Malvinas, en el sur de Guayaquil, en Ecuador, veló y enterró los féretros de los cuatro niños que desaparecieron el pasado 8 de diciembre, tras ser detenidos por militares, y cuyos cuerpos aparecieron completamente calcinados cerca de una base militar.
Al grito de "Queremos justicia", cientos de vecinos de Las Malvinas acompañaron en el sepelio y en el traslado de los féretros hasta el cementerio Ángel María Canals, situado en el barrio del Suburbio de Guayaquil.
El martes, la Fiscalía confirmó que unas osamentas calcinadas localizadas en la zona de Taura, a unos 40 kilómetros de Guayaquil y cercana a una base de la Fuerza Aérea, correspondían a los cuatro menores que hasta entonces figuraban como desaparecidos.
En este caso, que conmociona a todo el país, la justicia ordenó la prisión preventiva (por investigaciones) contra los 16 militares que participaron en la detención de los niños.
Tras confirmarse la identidad de los cuerpos, sus familias decidieron velarlos en sus propios hogares y trasladarlos luego al cementerio del Suburbio. Durante el sepelio se escucharon gritos de desesperación y emotivos mensajes de familiares y amigos.
"Esto no va a quedar así"
Josué Arroyo, Ismael Arroyo, Steven Medina y Nehemías Arboleda son los cuatro chicos, de entre 11 y 15 años, que fueron detenidos por los militares tras concluir una práctica de fútbol en la cancha deportiva de Las Malvinas.
En el sepelio, uno de los compañeros del equipo de fútbol en el que jugaban, relató la conducta jovial y alegre de ellos, mientras un familiar advertía que "esto no va a quedar así".
Desgarradores momentos surgieron entre los familiares y amigos de los cuatro adolescentes que residían en un barrio popular de Guayaquil, donde, al menos dos de ellos, participaban activamente en actividades organizadas por la parroquia eclesial del lugar, según indicaron allegados.
"Regresa, tenemos que jugar", dijo uno de los amigos en el sepelio y recordó que los hermanos Arroyo pertenecían al equipo Sub-15 del club Richard Borja. "Vamos a limpiar tu nombre. Que esto no se quede en la impunidad", aseguraron otros amigos, visiblemente consternados por el trágico fallecimiento.
"Tienen que explicarnos qué pasó con nuestros niños y por qué destruyeron los cuerpos de esta forma", señaló por su parte uno de los familiares.
Ya en la procesión de camino al cementerio, en la que los familiares llevaron a hombros los féretros, resonó nuevamente el grito de "queremos justicia" y "no están solos".
Cánticos, rezos y lágrimas brotaron durante la caminata por la vía Perimetral de Guayaquil que recorrieron hasta el cementerio las familias de los cuatro adolescentes, acompañados por muchos activistas de derechos humanos y vecinos que se unieron a la procesión.
Por su parte, el Gobierno de Ecuador prometió trabajar por la verdad en este caso e hizo un llamado a que se respete el debido proceso. "Reafirmamos nuestro compromiso con la verdad para que este caso sea llevado con total transparencia hasta dar con los responsables de este asesinato", aseguró el Ministerio de Defensa en un comunicado.
Varios grupos de derechos humanos, tras conocer que los 16 soldados involucrados habían sido enviados a prisión preventiva, aseguraron que este caso se "inscribe en una práctica de abuso de autoridad y de fuerza, discriminación, estigmatización y perfilamiento racial" por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.
Políticos, alcaldes, activistas, personas de a pie, grupos políticos, sociales, municipios (como el de Quito), y también la Asamblea Nacional (Parlamento) expresaron su consternación tras la confirmación de los asesinatos y ordenaron izar banderas a media asta en sus sedes en señal de luto.