¿Es macramé? ¿Es patchwork? ¿Es origami? Las preguntas en busca de la clasificación confirman la experimentación de Aurèlia, la escultora textil que finales de la década del sesenta creó un bordado tridimensionalidad que le dio un equilibrio nuevo a la geometría del hilván. 

Sus puntadas en el yute parecen trazos hechos con el mejor plumín y reivindican al tapiz como un elemento formal del arte contemporáneo. Nació y murió en Barcelona y es una de las artistas españolas sobre la que queda mucha tela que cortar, mucha virtud por descubrir. ¿Cómo hacía ese anudado capaz de cubrir el espacio como si fuera una escultura? Hilos, cuerdas, lanas de colores que ella misma teñía, pinturas sobre arpillera y volúmenes escenográficos como relatos de obra tejen formas abstractas y hablan de la poética de Aurèlia Muñoz


Referente de la renovación del arte textil internacional La Nouvelle Tapisserie y Fiber Sculptures, su obra, que no siempre fue reconocida por la crítica, es ahora revelada como el privilegio de la intuición, como escribió Cirauqui: “Desde la ontología animista y la crisis ecológica hasta los nuevos materialismos que coinciden con el resurgimiento de las artesanías en la era postdigital, la obra de Muñoz parece haber intuido o incluso prefigurado muchas de las urgencias que definen nuestro presente”, y expuesta en el MoMA de Nueva York y en galerías y museos de Edimburgo, Bilbao, San Pablo, Kioto y Madrid entre otras ciudades. 

Con una infancia en aulas Montessori y una formación artística hamacada con vocación autodidacta Aurèlia combinó pasamanerías con retazos de telas dormidos en desvanes y los convirtió en segmentos de historia, en un collage en movimiento y obras suspendidas en el aire, con velas, cometas, formas aladas y pájaros. Cuando abandonó los nudos se interesó por el papel (nunca dejó de jugar con las dimensiones, nunca dejó de investigar y experimentar, solo cambió los materiales), un papel también teñido por ella con el que creó cielos móviles y mares tridimensionales con jardines secretos, anémonas y algas. Textura, tensión y espacio, siempre el espacio como el mejor lugar para encontrar la búsqueda infinita.