La paella en el mar
Lo de Socarrat es una historia de éxito y de arroces. Detrás está Juan Ignacio Kittlein, Juani para los amigos, de familia originaria de Miramar. Un destino vacacional que sabe mantenerse al margen de modas, sea la juventud ruidosa de Villa Gesell o el glamour pretendido de Pinamar; del hippismo de Mar Azul o de la omnipresente Mar del Plata. Bosques, playas, un pueblo de andar relajado, con pocas propuestas gastronómicas que destaquen. En ese contexto Juani armó uno de los mejores restaurantes de toda la costa atlántica argentina.
La historia dice que Juani trabajó en el formidable Sarasa Negro, donde comenzó a enamorarse del arroz; luego leyó el libro Arroz de Hernán Gipponi, y ahí se terminó de encender una hornalla nunca más apagada: la de la paella bien entendida. Con ese plato, Kittlein se hizo conocido como jefe de cocina en el restaurante Romeo. Y hace un año abrió lugar propio, Socarrat, dejando en claro su propuesta: Socarrat es ese anhelado fondo crujiente que se forma en la base de las paellas, con el arroz dorado por el fuego.
Socarrat ofrece cocina española con varios permitidos. De entrada, croquetas de jamón crudo con escalivada y aioli ($18000), tortilla de papa con chistorra y ajíes ($18000), empanadillas de calamar ($15500), gírgolas con pesto ($18000). Del mar salen ceviches y tiraditos (ambos, $22000), de la tierra un tartar de bife a $25000. Hay sardinas a la parrilla ($23000), calamaretis rellenos con sofrito de tomate y chorizo colorado ($22000), entre otros. Luego, llegan los arroces: cuatro opciones de melosos, como el azafranado con carrillera braseada y emmental ($24000), y hay cinco de secos, como el de pesca del día, langostinos y mejillones ($60000 para dos personas). La carta es larga: carnes y pescados a la parrilla, de ese mar y campo que es la escenografía bonaerense.
Juani ganó dos medallas compitiendo en España con sus paellas. Y en Miramar armó un lugar tan personal como único. Como yapa, una buena noticia: desde diciembre suma sus paellas al parador El Calamar Loco, en Chapadmalal. Arroz para todo el mundo.
Socarrat queda en Calle 18 y 23, Miramar. Horario de atención: todos los días, de 20 al cierre. Instagram: @socarrat.miramar.
Mucho más que un bar
Abrió justito antes de que arranque la pandemia, con esa fatalidad del destino. Pero Nené Bar no solo sobrevivió, sino que ahí, en esa urgencia, encontró su personalidad, convirtiéndose en refugio, en club social, en bar de música en vivo, en un lugar de encuentro. Y también en restaurante. Es que Joaquín Facio y Melina Lazaro crearon con Nené un lugar único para Bariloche, un espacio que apuesta a los lugareños (con precios locales) y con un formato de bar que suma una fantástica propuesta de cocina y de barra con ideas, productos regionales y el sabor al frente.
Ubicado en esa entrada a Bariloche, unas cuadras antes de entrar al caos del centro turístico, Nené Bar cuenta con dos espacios: de un lado, el salón donde aparece el escenario, donde suele haber bandas, jam sessions y djs; y pegando una pequeña curva, otro salón, más tranquilo y apartado. En el medio, el protagonismo de la barra, que da paso a la cocina.
Para arrancar, un cóctel (todos, $6500) con scotch whisky, membrillo, limon y cinco especias; o un más fresco Pepino y Pomelo, con vodka, Ramazotti, pepino y soda de pomelo. Para seguir, la pizza que sale del horno a leña que está a la vista: clásica Margherita a $15000; la de morrón asado con mozzarella y tapenade a $18500, entre otras. Lo más divertido viene con los platitos, donde Nené dialoga de igual a igual con esa cocina contemporánea que hoy manda en muchos de los mejores lugares de la Argentina. Riquísimo el boniato con mango y curry verde, ya un clásico local ($12000), excelente el vitel toné con carré cocido a baja temperatura ($15000), un panchito de trucha con mayonesa de kimchi a $15000, un bao de hongos a $12000, un pan brioche con cogote de cordero, yema curada y mayonesa de wasabi a $13000. En porciones más grandes, sale goulash de hongos con spätzles ($18500), milanesa de trucha ($19500), un pho vietnamita a $17000. Hay más: todo rico, todo con gracia. De postre, un mousse de chocolate caliente con sambayón a $8500.
Qué hermoso es Nené Bar: un lugar que, los que lo conocen porque están de vacaciones, luego extrañan el resto del año.
Nené Bar queda en Av. San Martín 672. Horario de atención: domingos a jueves de 18 a 3; viernes y sábados hasta las 4. Instagram: @nene.bariloche.
La vista bucólica
Ya pensar en La Cumbre, en Córdoba, genera cierto sentimiento bucólico. En medio de las sierras, entre acantilados, ríos, la vegetación que se pone exuberante, las calles de aires ingleses con casonas de estilo, la casa-museo de Mujica Lainez, las huellas jesuíticas y benedictinas, La Cumbre es el pueblo a más altura del Valle de Punilla. Y entre tanta oferta turística (incluyendo una flamante bodega con viñedos propios), subiendo por un camino de tierra arbolado a los 1400 metros de altura, a solo 6 kilómetros de La Cumbre, aparece el paisaje incluso más bucólico del Dique de San Jerónimo. La vista es preciosa: el agua contenida, que parece un gran lago; el monte serrano omnipresente; y ahí, en medio de todo esto, DiqueSí, un chiringuito donde recobrar fuerzas comiendo simple pero rico, para el antes o el después de una caminata bordeando los arroyos.
DiqueSí está manejado por Gastón Blondel, uno de los buenos cocineros cordobeses, que prefiere siempre cultivar un bajo perfil, justificado en un estilo de vida algo hippie, alejado de las ciudades e inmerso en la naturaleza. Para este lugar armó una carta que arranca, por ejemplo, con unas miniaturas de pejerrey frito que son deliciosas, acompañadas de mayonesa con picante ($14800). Hay hamburguesas a la plancha con lechuga, tomate, queso y huevo ($14800) y un potente sándwich de molleja con rúcula a $15000. Las empanadas de osobuco ($3900) y las de berenjena asada con provolone ($3800) son clásicos de la casa, lo mismo que el poderoso huevo de campo con salchicha parrillera ($11500). Para beber, Andes Origen de litro ($7800), también cerveza artesanal de la región, limonada de litro ($6000), vinos y algunos cócteles directos.
En estos días están por sumar nuevos platos a tono con la alta temporada turística que está arrancado, con croquetas españolas y entraña a la parrilla. Pero sea cuando sea, para un almuerzo, para un café con medialuna, para una cerveza con provoleta al atardecer, DiqueSí siempre merece una visita. Un lugar enclavado en un paisaje silencioso, donde olvidarse del mundo.
DiqueSí queda en Dique San Jerónimo, La Cumbre. Horario de atención: enero y febrero de jueves a domingos, de 12.30 a 19.30. Instagram: @diquesi_lacumbre.