Viena, la capital que dio origen a la Escuela Austriaca de Economía, presenta una contradicción llamativa. Desde principios del siglo XX, esta ciudad implementó un modelo de vivienda social que contradice los dogmas libertarios de autores como Ludwig von Mises o Friedrich Hayek. Para los defensores de esta corriente económica, el mercado es una entidad autorregulada que debe operar sin la interferencia del Estado. Sin embargo, Viena muestra cómo una intervención estatal bien diseñada puede ofrecer soluciones sostenibles a problemas estructurales como el acceso a la vivienda.

Viviendas sociales

En Viena, más del 60% de las viviendas son sociales, un porcentaje que sobresale incluso en Europa. Este modelo se basa en la construcción de viviendas en terrenos estatales, destinadas exclusivamente al alquiler y no a la venta. 

Los costos para los inquilinos oscilan entre 300 y 500 euros al mes, que es bajo en términos comparativos teniendo en cuenta que el salario promedio supera los 2.500 euros al mes. Además, el Estado evalúa que el gasto en alquiler no exceda un umbral razonable de los ingresos familiares, un detalle que refuerza el carácter equitativo del sistema.

Este esquema tiene un impacto directo no solo en los beneficiarios de las viviendas sociales, sino también en el mercado privado. Al aumentar la oferta de viviendas accesibles, los alquileres en Viena se mantienen más bajos que en otras grandes ciudades europeas. 

Esto demuestra que una estrategia estatal puede equilibrar el mercado, incluso beneficiando a quienes no forman parte del sistema de vivienda social. Además, cabe destacar que la Universidad de Viena, una de las instituciones más prestigiosas de Europa, es también una universidad pública, lo que refuerza el papel del Estado en garantizar derechos fundamentales.

Paradoja de la Escuela Austríaca

Resulta irónico que Viena, cuna de la Escuela Austriaca de Economía, haya implementado un sistema que contradice los principios básicos de esta corriente. En su visión, el mercado libre se regula solo, asignando recursos de manera eficiente sin necesidad de un agente externo. No obstante, el modelo vienés desmiente esta narrativa al demostrar que una política pública diseñada con criterios de equidad puede producir resultados sostenibles y beneficiosos para la mayoría de la población.

La Escuela Austriaca, aunque influyente en el discurso político contemporáneo, especialmente en figuras como Javier Milei, ha sido ampliamente criticada en el ámbito académico. Reduce la economía a una serie de postulados teóricos que ignoran las complejidades sociales y estructurales. 

Esto fue exitoso políticamente porque tiene la ventaja de ser explicado en forma sencilla en los videos cortos de las redes sociales. Pero el fracaso económico es y será cada vez más evidente. Esta desconexión con la realidad se evidencia en el caso vienés, donde una intervención estatal de más de un siglo ha generado resultados palpables que desafían las críticas libertarias.

Singapur

Aunque con diferencias notables, el caso de Singapur también ilustra cómo la acción estatal puede regular el acceso a la vivienda. En este país asiático, considerado el número uno en el índice de libertad económica –un ranking ampliamente cuestionado por su enfoque–, la vivienda también depende de una fuerte intervención estatal. 

Más del 80% de la población vive en viviendas públicas gestionadas por el Estado. Estas propiedades no son totalmente privadas: se otorgan bajo un esquema de arrendamiento por 99 años, sin que el Estado pierda la titularidad del suelo. Este modelo comenzó con expropiaciones masivas de tierras, cuestión ignorada en el relato libertario porque contradice, una vez más, sus argumentos.

Por cuestiones del destino, dos de los modelos de vivienda más exitosos del mundo provienen de la cuna del relato libertario. Uno de Viena, donde nació la escuela austríaca y el otro de Singapur, el país número 1 del índice de libertad económica, el país modelo libertario a nivel mundial y al cual Milei quiere que Argentina próximamente destrone.

Como dato adicional que exploré yendo personalmente para escribir el libro Experimento Libertario, vale aclarar que en Singapur en las tierras estatales se construyen hasta viviendas de lujo y respetan la diversidad de etnias para estimular la convivencia pacífica, mientras que en Viena el Karl Marx Hof es una manzana entera menos destacada en cuanto a su infraestructura y suele concentrar más a ciertos sectores de la sociedad.

Lecciones

En el contexto argentino, donde los debates sobre intervención estatal suelen polarizarse, los casos de Viena y Singapur ofrecen lecciones valiosas. Ambos modelos demuestran que el Estado puede desempeñar un papel clave en la solución de problemas que el mercado no aborda eficientemente. No se trata de demonizar al mercado ni de idealizar al Estado, sino de reconocer que una acción estatal diseñada con inteligencia y orientada al bienestar colectivo puede ser la mejor herramienta para enfrentar desigualdades estructurales.

En una Argentina, donde según el mismo INDEC los alquileres en el año 2024, aumentaron a más del doble del índice de precios al consumidor, no pensar políticas de vivienda es un suicidio colectivo. Más aún, si la política del gobierno actual es rematar las tierras estatales, perpetuando así el problema y yendo a contramano de los modelo más exitosos aquí presentados.

El modelo vienés, en particular, cuestiona directamente las afirmaciones libertarias de que “todo lo que toca el Estado lo arruina”. La evidencia muestra que, en realidad, cuando el diseño y la implementación son acertados, el Estado no solo no arruina, sino que construye sistemas que trascienden generaciones y garantizan derechos básicos, como el acceso a una vivienda digna.

*Economista y autor de Experimento Libertario