TÚ ME ABRASAS 8 puntos
(Argentina/España, 2024)
Dirección y guion: Matías Piñeiro.
Duración: 64 minutos.
Con la voces de: Gabi Saidón, María Villar, Maria Inês Gonçalves, Agustina Muñoz.
Estreno en Malba Cine (Av. Figueroa Alcorta 3415), todos los domingos de enero a las 20 horas.
Lo primero que puede decirse sobre el nuevo largometraje del argentino Matías Piñeiro, estrenado hace casi un año en el Festival de Berlín, es que su título puede convocar a un doble error: la falta de tilde en el pronombre personal “tú” y una “z” en lugar de la “s” en la palabra “abrasas”. La película roba su gracia de una frase escrita por la poetisa griega Safo de Lesbos; en realidad, un fragmento de un poema ya que, con una notable excepción, lo único que de su obra llegó hasta nuestros días son precisamente fracciones, líneas sobrevivientes de distintos versos. En segundo lugar, es necesario afirmar que Tú me abrasas posiblemente sea la creación más experimental, por su origen y forma, del director de Todos mienten, Hermia & Helena y Viola, quien abandona una vez más sus shakespereadas para construir un verdadero palimpsesto audiovisual en el cual los versos de la autora de la Oda a Afrodita se entrelazan con textos de Alfonsina Storni y Cesare Pavese –el italiano parece haber sido una suerte de faro o pilar fundamental– y, desde luego, con los planos y escenas rodados para el film.
Ni documental ni ficción en sentido estricto, aunque ambos universos cinematográficos tengan cabida a lo largo de los 64 minutos de metraje, el ensayo poético de Piñeiro, rodado en un 16mm que sostiene sus imperfecciones analógicas como parte de la propuesta visual, utiliza el suicidio de Pavese en la ciudad de Turín como puerto de partida para un viaje impredecible, al menos para el espectador primerizo. “Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más”, se lee en pantalla. En una película habitada por libros, páginas y sus respectivas oraciones y párrafos, hay lugar para diferentes traducciones de un mismo texto (no casualmente el título, Tú me abrasas, puede leerse en español, inglés y griego), pero también para las imágenes, diálogos y lecturas que el realizador crea con dos actrices de su eterna predilección, María Villar y Agustina Muñoz, a quienes se suma Gabi Saidón como una posible Safo resurrecta. La excusa es el encuentro entre Safo y Britomartis, diosa cretense de la caza, imaginado por Pavese en un capítulo de Diálogos con Leucò.
La propuesta, tan intelectual como lúdica, creada por Piñeiro y el resto del equipo incluye un par de regresos a las primeras décadas del arte cinematográfico. Como si se tratara del experimento de un montajista travieso pero riguroso, Tú me abrasas coquetea con la posibilidad de crear un nuevo lenguaje basado en la equiparación de ciertas palabras con determinados planos: a cada imagen en movimiento le corresponde su correspondiente sonido y grafía y, de esa manera, con la posibilidad de alterar el orden de las imágenes gracias a la edición, es posible crear nuevas frases. Así también el registro a 24 cuadros por segundo de una canilla abierta, un tanque de agua sobre un techo o un dedo que toca insistentemente el timbre de un departamento se transforman en imágenes cargadas de otros sentidos más allá de los evidentes (¿acaso no es exactamente ese el poder y el encanto de la poesía?).
El suicidio sobrevuela el relato (sí, hay relato, de maneras misteriosas pero finalmente evidentes), pero también la sensualidad e incluso el erotismo. Y el mar como figura retórica habitada por muertes, nacimientos y resurrecciones, por espíritus y bacterias. Tal vez la mayor bondad de Tú me abrasas sea su permisividad a la tentación de la exégesis sesuda (metatextos, fragmentaciones, reverberaciones) sin dejar de lado, al mismo tiempo, la posibilidad del disfrute especulativo y sensorial, abriendo asimismo el apetito por la literatura, el cine y, por qué no, el placer simple pero intenso de poder acercarse a otros parajes y momentos del mundo.