Podrá usted estar de acuerdo o no, querido lector, pero en estos días tan findeañeros, tan de cambio de temporada, tan de balances, y tan problemáticos y febriles como suelen ser los días que llamábamos "las fiestas", que quizás conserven ese apelativo por respeto a los mayores y a los que ya no están, o para que los milenials y los millones de excluides pregunten: "¿Me pueden decir qué festejan?" ... En estos días, digo, solemos, entre copa y copa, rodaja y rodaja, deseo y deseo, hacer el intento de configurar una especie de "informe de situación", un GPS de nuestras vidas.
Y fue en ese intento de ubicarme temporoespacialpolíticamente donde, desde el inconsciente que el licenciado A. supo interpretar con maestría, fluyó repetidas veces la melodía de Los mareados, aquel tangazo de Cobián y Cadícamo. ¿Qué tendría que ver ese tango escrito en la primera mitad del siglo pasado, cuando que te pusieran el teléfono era motivo de fiesta, con los tiempos actuales, en los que estamos tan comunicados que no hacemos nada por comunicarnos?
Gracias a Mr Gates, me enteré de que el tango que yo creí que era de la década del '40, tenía en realidad 20 años más, que había sido parte de la obra teatral Los dopados, y que en principio tenía otra letra y el mismo título que la obra. Que luego sufrió la censura, cambió varias veces de nombre, hasta que para 1942 adquirió sus actuales y definitivas letra, música y título.
¿Acaso el inconsciente me estaba queriendo decir que nuestro país también fue parte de una obra de teatro, y que a cada rato nos cambiaban la letra? ¿O el título reflejaba la actual coyuntura? Pues "Los mareados" es un título que no le va del todo mal a la cotidiana realidad. Aunque quizás se ajustasen mejor "Los desorientados", "Los desconcertados" , "Los excluidos", "Los conejillos de Indias de Hamelin", "Los que tropiezan diez veces con la misma piedra y parece que les gusta", "Los mínimos jubilados", "Los que triunfan al fracasar" , "Los desempoderados" , y tantos otros tangos posibles. Piazzolla podría haberlo titulado "Empobretango" o "Balada para pocos" .
Pero nada de esto me convenció. Decidí entonces bucear en la letra (la definitiva, la conocida), a ver para ver a dónde me llevaba. Y esto fue lo que me encontré, querido lector:
Rara, como encendida, te hallé bebiendo, linda y fatal; / bebías y en el fragor del champán, loca reías por no llorar. Podemos decir que esta estrofa se refiere a nuestra patria, siempre rara, encendida aun en tiempos difíciles, y que los argentinos somos verdaderos maestros en eso de "reírnos por no llorar".
Pena me dio encontrarte, pues al mirarte yo vi brillar / tus ojos con un eléctrico ardor; tus bellos ojos que tanto adoré. Quizás lo del "eléctrico ardor" se refiera a la tarifa de la luz, que audaz se eleva en vuelo triunfal. Y es probable que haga mención a los cortes de energía, clásicos de nuestro verano, donde, si queremos que algo ilumine, que algo brille y nos dé luz, van a ser los ojos, porque los veladores… ¡no!
Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado, / qué me importa que se rían y nos llamen "los mareados". En verdad, si nos llaman "mareados", es casi casi un elogio: el clima en la calle es mucho más insultante y agresivo (tanto, que Palito O. está por cambiarle el título a su hit famoso y cantar "La crue-e-eldad, ja ja ja ja").
Cada cual tiene sus penas y nosotros las tenemos, / esta noche beberemos porque ya no volveremos a vernos más. Cada cual tiene sus penas, sus deudas, sus angustias, sus ansiedades, sus miedos, sus broncas, sus cavilaciones, sus problemas: miren, tenemos tantas cosas que no sé de qué nos quejamos. Lo de "beber por no verlo más" me parece una clara intromisión de la política: mucha gente ha brindado este fin de año por no ver más a alguna figura que le resulte especialmente hostil. Cada quien sabrá de quién se trata.
Hoy vas a entrar en mi pasado, en el pasado de mi vida, / tres cosas lleva el alma herida: amor, pesar, dolor. Esta estrofa, según mi inconsciente, es más un matiz socioeconómico: alguien puede decir que lo que va a entrar en su pasado es "la prepaga"; otro, "las vacaciones"; otro, "el ir a comer afuera"; otro, "el auto"; otro, "el subte" o "el asadito" o "la clase media".
Hoy vas a entrar en mi pasado, hoy nuevas sendas tomaremos, / qué grande ha sido nuestro amor, y sin embargo, ¡ay!, mirá lo que quedó. Acá el tango que, como dirían Les Luthiers, "en el final finaliza", habla de distintas sendas... ¿Nueva canción? ¿Separaciones? O puede referirse al binomio presidencial, al procto-pacto neoliberal-libertario, a los argentinos de clase media y el dólar, a la interna peronista, a algún proyecto de un país diferente que supo predominar por estos pagos, o vaya a saber uno a qué más.
Lo importante, querido lector, es que no nos dejemos marear. Si usted sabe cómo lograr tal cosa, no dude en contármelo.
Sugiero acompañar esta columna con el video “Solamente Malena” de Rudy-Sanz: