El número 7 de la revista Estación Cine se suma al festejo de los 25 años del proyecto que dirige Sergio Luis Fuster. Un nuevo y voluminoso volumen digital (más de 200 páginas), cuya periodicidad semestral acompaña a la colección de libros de cine que edita CGeditorial: 43 volúmenes (y contando). La revista se puede descargar de manera gratuita, cuenta con dirección de Marcelo Vieguer y la corrección de Paula Valenzuela. “El proyecto Estación Cine surgió como programa de radio, un 7 de julio de 1999; y este año tuvimos, una vez más, una enorme producción en relación a libros de cine. Una tarea que, en definitiva, tiene que ver con el hacer humano, con la creatividad y con lo hermoso que nos une, que es el amor por el séptimo arte y desde todas las posibilidades que nos permite. A partir de aquel programa radial, junto con Sergio Gioacchini (responsable de CGeditorial) nació la posibilidad de concretar los saberes que circulaban por el programa en una colección”, comentó Sergio Fuster durante la celebración, que de los 25 años de Estación Cine, se hizo durante el mes de diciembre en Librería Oxímoron.
Revista Estación Cine incorpora plumas clásicas, muchas con trayectoria, otras también nuevas; todas valiosas. Los artículos proponen ensayos, semblanzas, análisis y críticas; y la pluralidad de miradas converge sin la necesidad de responder a la coyuntura; antes bien, predomina el gusto por el cine, por compartir lo que a cada uno interesa en relación al mundo inmenso del cine.
El nuevo número ofrece reencuentros que se esperan, como lo significa el nombre de Gustavo Cabrera. En este caso, su artículo “Géneros míticos cinematográficos” lo dedica a establecer los verdaderos géneros a través de los cuales el cine se expresó siempre, para deslindar también ciertos otros, a los que considera invenciones oportunistas, dictadas por la falta de interiorización acerca del cine y de su historia. El recorrido profuso de Cabrera suma un abordaje ejemplar sobre Apenas un delincuente (1949), la película de Hugo Fregonese; alguien sobre quien el autor sabe y mucho, habida cuenta de ser el responsable de uno de los poquísimos libros sobre su vida y obra: Hugo Fregonese o la alquimia de la aventura (Editorial Drums, San Salvador, 2016).
La cinefilia de Cabrera tiene correlato con la pluma de Claudio Huck, quien en este caso continúa con su repaso y análisis de “Telefilms para recordar”, donde repasa títulos como la versión que de Double Indemnity (ya filmada por Billy Wilder en 1944) realizara Jack Smight en 1973; Rip Van Winkle (1987), incursión televisiva de Francis Ford Coppola; y el curioso origen que uno de los capítulos de la serie The Twilight Zone tuvo en la película Incidente sobre el Río del Búho (Robert Enrico, 1962).
Los nombres de Roberto Pagés, Melina Cherro y Fernando Regueira, iluminan con sus miradas distintas películas y cuestiones diversas. En relación a Pagés, con una selección de críticas elegidas, pero puntualmente con dos textos notables: uno dedicado a El rey de New York de Abel Ferrara (en un contrapunto con el cine de Scorsese) y otro al insustituible actor James Gandolfini. Melina Cherro practica una relación concomitante y diferencial entre dos películas de Spielberg: Atrápame si puedes y Los Fabelman; junto a un análisis preciso de Marnie, de Hitchcock. Y Regueira comparte recuerdos de un diario personal; en concreto, las entradas dedicadas al film Titanic. Los textos de Regueira operan como misceláneas, que recuperan la época y discusiones de un film que sigue actual, y son un correlato ideal para el texto que sobre la película de James Cameron escribe también Fabián Slongo: “La señal de la cruz”.
Hay aproximaciones que son invitaciones a obras mayúsculas, y bien vendrá decir: hermosas. Por un lado, la de Agnès Varda, a través de la mirada de Agustina Cabrera, quien destaca el desafío de la cineasta en la búsqueda de imágenes surgidas a partir de su manera de mirar la vida y el cine; ambas, experiencias equivalentes. Por otro lado, la obra de Vicente Minnelli, sobre quien Alberto Tricarico comenta mucho y fascinado -no es para menos-, para inevitablemente sintetizar en “Dancing in the Dark”, el número musical entre Cyd Charisse y Fred Astaire que integra The Band Wagon (1953); con seguridad, uno de los momentos mayúsculos de la historia del cine.
Desde la mirada psicoanalítica, Josefina Raparo analiza la magnífica El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro; Avril Gimbernat escribe desde una bienvenida fascinación sobre Un cuento de invierno de Éric Rohmer; Elvira Martorell recorre con fruición Día de lluvia en Nueva York de Woody Allen; Silvana Bogue se detiene en El hijo de Saúl de László Nemes, a partir de la pregunta sobre cómo filmar el horror; Daniel Núñez hace lo propio con Un tiro en la noche, el clásico de John Ford; y Marcelo Vieguer practica un contraste de interés entre Copia certificada de Abbas Kiarostami, y Drive de Nicolas Winding Refn.
Destaca el trabajo sobre el humor en el Nuevo Cine Argentino que escribe Milena Schilman, en una infrecuente aproximación al cine de la década de 1990; y dos secciones que Estación Cine incorpora y valen por peso propio: “Estación Jazz”, a cargo de Luciano Vargas: con un artículo sobre Jelly Roll Morton, otro sobre Free For All, el disco de Art Blakey, y un recorrido y análisis pormenorizado de Bird, la película que Clint Eastwood le dedicó a Charlie Parker; y “Estación Noir”: sección dedicada a la novela negra a cargo de Juan Carlos Margaretich, en este caso, con una semblanza del escritor John Lutz.