En Washington, el 6 de enero de 2021 cientos de seguidores de Donald Trump irrumpieron en el Congreso mientras se ratificaba la victoria electoral del demócrata de Joe Biden. Por ese asalto al Capitolio hubo cinco muertos -un manifestante por disparos y cuatro policías por suicidio- y 140 uniformados heridos. Sin embargo, el magnate republicano pasó cuatro años cambiando el relato en su propio beneficio, llamándolo “un día de amor”.
En dos semanas, Trump volverá a juramentar la presidencia de Estados Unidos. Mientras se desarrolla la ceremonia de traspaso de mando, estará parado donde tuvo lugar un hecho que conmocionó a su país cuando manifestantes trumpistas enardecidos irrumpieron en el edificio legislativo. “Los alborotadores violentos, procesados, condenados y encarcelados, de alguna manera se convirtieron en mártires patrióticos”, señala el New York Times.
Y es precisamente uno de los factores que explican la victoria del expresidente republicano en noviembre pasado: cómo transformó un hecho así de grave en un activo político. Según el Times, “encajó perfectamente con la narrativa de persecución que une a Trump con muchos de sus seguidores”.
Por lo pronto, Trump prometió indultar a los agresores encarcelados, mientras que sus aliados en el Congreso presionan para que se presenten cargos penales contra quines investigaron sus acciones en ese día bisagra.