Ciertos Reyes no viajan en camello”, dice la canción “El pibe de los astilleros”, una de las letras-himnos más conocidos y emblemáticos de “Los redondos”. Y si bien su hermenéutica podría tener diferentes acepciones, le queda muy bien a la historia del recital iniciático allá por el húmedo verano salteño de 1978.

Es que como regalo de reyes, el 6 de enero de 1978, la banda otrora ícono del rock nacional tocaría sobre las tablas del Polaco Bar, propiedad de Héctor Aleksandrowicz, un tugurio a escasos metros de la plaza principal de Salta, por el que deambulaban noche a noche poetas, músicos y bohemios de la ciudad.

Conexión Salta

La conexión con Salta llega de la mano de Skay Beilinson, guitarrista y fundador de la banda. “La historia empezó en el año 76, que vino el golpe militar. La Plata se puso muy jodida, tuvimos dos allanamientos y nos salió la posibilidad de ir a Salta. Mi viejo había comprado unas tierras ahí con otra gente. Era a 300 kilómetros de la ciudad de Salta. Cuando llegamos y vimos lo que era eso... un delirio total. Estuvimos ahí en Salta viviendo casi tres o cuatro años”, relata Beilinson en una entrevista con la revista Rock Salta.

El Indio Solari en el colectivo camino a Salta

Aquella experiencia de Skay y su compañera Poli en el campo salteño servirá para comenzar a explorar la mística norteña. “Aprovechando que estábamos allá, recorríamos todo el Norte. Conocimos gente preciosa y les contábamos que teníamos una banda de músicos delirantes, que eran Los Redondos, que en aquel momento ni siquiera teníamos nombre. Entonces empezamos a buscar un lugar para hacer algo”.

Por su parte, el cantante de aquella banda de artistas delirantes, Carlos “Indio” Solari, relata en su libro de memorias, Recuerdos que mienten un poco: “Un día llegan Skay y Poli de Salta, donde administraban un campo de los Beilinson. Me vienen a ver, me dicen que quieren reunir a Los Redondos. Entonces nos largamos a hacer las primeras canciones... y estaban buenas, qué sé yo. Skay armaba las bases, yo hacía las melodías y ponía las letras (…) Yo seguía trabajando en una estampería de City Bell, y uno de nuestros clientes, a quien le vendíamos mucho, era el Mono Cohen, Rocambole. El Mono tenía en La Plata un negocio que se llamaba Indra (…) como nos compraba mucho, le dábamos crédito. Pero un día se fundió. Y nos debía guita. Entonces dijo: Lo que sí puedo hacer es pagarles el micro para ir a Salta”.

La otra punta del ovillo de la conexión salteña es la figura de Pancho Silva, para muchos la materialización de Patricio Rey, nacido en La Plata y quien formaba parte de la Cofradía de la Flor Solar, conocía a los músicos y años antes había recalado en la vallista localidad de Cafayate para vivir una vida por fuera del sistema. 

Colectivo que viajó hasta Salta (Imagen: gentileza Comado Luddista)

En tanto, José Alfieri, personaje que transitó la bohemia citadina salteña, sus secretos y recovecos, y era gran amigo de “El Polaco”, dueño del bar donde finalmente tocaría la banda, recuerda su figura y aquellos días: “Él era un tipo muy bohemio, muy europeo para vivir, una mente muy amplia. Éramos vecinos con El Polaco. También era muy amigo de Pancho Silva, que es quien lo trae al Indio Solari. Yo no tenía ni idea quiénes eran. Para Salta era muy extraño El Polaco, era muy extraño también el Pancho Silva y yo también era un tipo muy extraño para aquella época de la ciudad”.

El viaje, la travesía

"El ómnibus lo manejaba un tal Rubén. No nos matamos de pedo…”, relata Solari en su libro de memorias, dando marco a la alocada aventura que el grupo de artistas trashumantes, comenzaba a transitar.

En este delirante contexto comienza el camino a Salta, inmersos en un viaje lisérgico e iniciático. De aquella ruta camino al Norte, Solari rememora: “Me vienen a la mente postales del viaje. Estábamos todos de ácido. En un momento me senté en una ventanilla, con la mitad del cuerpo afuera. Yo tenía un acullico en la boca y una botella de Criadores en la mano. Y abajo estaba el abismo, el puto precipicio”.

Aquel viaje de 30 polifacéticos artistas hacia el Norte, será un boleto al encuentro de un futuro en busca de certezas. Con un recital como un vago horizonte y una larga ruta por delante, se abrió camino la troupe dando comienzo a una trama que en pocos años abrirá una gran página en la historia del rock argentino.

Guillermo Beilinson, hermano de Skay, camino a Salta (Imagen: gentileza Comado Luddista)

“Viajamos con unos franceses con los que habíamos trabado relación (...) Cuando llegamos a la ruta, ya nos habíamos chupado todo el whisky. Lo hicimos en plena dictadura. ¡Nos paraban en todas partes! Al bondi le decíamos 'El ex preso imaginario', porque efectivamente transportaba a varios ex convictos (...) pero planificamos para la mierda. Llegamos a Santiago del Estero al mediodía, bajo el sol ardiente. Antes habíamos hecho una parada, nos empezaron a rodear pibes que nos ofrecían sandías frescas. ¡Parecían haber salido de abajo de las piedras! Cuando caímos en Río Hondo, preguntamos dónde había una pileta pública. Necesitábamos refrescarnos, desesperadamente. Nos recomendaron un lugar y fuimos. Nos tiramos de una, abrasados por el calor... y descubrimos que el agua estaba hirviendo. ¡Hacía más calor dentro de la pileta que afuera! Después comimos un chivito de mierda... muy mal hecho, quiero decir, y seguimos viaje”, completa Solari describiendo una escena dantesca.

Por su parte, Gustavo Kantor, reconocido docente y guitarrista salteño, amigo de Skay por aquellas épocas, comenta: “El viaje para ellos puede haber sido como un pasaje. Los viajes tienen ese poder. Uno viaja un poco a otro lado internamente, conectás con alguna otra cosa, adentro o afuera. Es muy fuerte salir con un grupo de gente, viajar, y Salta es un lugar mítico. Entonces todo el proceso que opera en vos puede ser muy fuerte, aunque llegues y no te pase gran cosa. Pero por dentro te pasaron cosas que sí son muy fuertes”.

Diario El Tribuno

El recital debut

El bar donde tocamos se llamaba ‘El Polaco’ (...) El concierto en sí mismo fue un desastre. Había más gente arriba del escenario que abajo. Pero de todos modos armamos la clase de quilombo que era nuestra especialidad”, recuerda el Indio en sus memorias.

Aquel show que brindaron en Polaco Bar tuvo funciones en días consecutivos, compromisos que la troupe artística había asumido con antelación. Así recuerda el Indio Solari aquella experiencia en la provincia: “Ese fue el verdadero debut de la banda, porque hasta ese momento no habíamos hecho más que boludear. Y suponía un bautismo de fuego: era la primera vez que íbamos a tocar delante de un público que no estaba compuesto por amigotes", resalta el vocalista en sus memorias editadas en 2019.

De aquellos días surgen crónicas publicadas en el diario El Tribuno. El primero describe la presentación de la banda en Salta de esta manera: “Para los días viernes y sábado de este fin de semana se anuncia la actuación en el local de 'Polaco' (Deán Funes 82) de esta ciudad, del novedoso conjunto denominado 'Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota', integrado por 10 músicos artistas que interpretan jazz, música negra y danzas rituales mechadas con humor cómico. Algunos de sus miembros pertenecían a la llamada 'Cofradía de la Luz Solar'".

Bajo el título "'Patricio Rey y sus redonditos 'hoy", la crónica del 7 de enero remarca: “Luego de un breve ensayo realizado el jueves en presencia de El Tribuno (los integrantes de) la agrupación musical de rock 'Patricio Rey y sus redonditos de ricota' se presentaron exitosamente anoche en Polaco, Deán Funes 82. La actuación del grupo musical de La Plata, despertó interés y fue coronada con el aplauso de la numerosa concurrencia".

Diario El Tribuno

Si en algo coinciden tanto protagonistas del show como público presente, es que aquel recital poco tuvo de trascendental a nivel artístico, parecía una locura más de las tantas que se podían vivir en Polaco Bar cada noche, o en alguna de las performances que la troupe artística platense venía realizando en diferentes escenarios del under.

Polaco Bar hoy

Gracias a la visibilización de la historia iniciática de Los Redondos en Salta, no son pocos los que se acercan a conocer el reducto de la calle Deán Funes, ubicado a la vuelta de la plaza 9 de Julio, principal de la ciudad de Salta.

Uno de los tantos que se acercó en este último tiempo fue el reconocido periodista Pablo González, quien generó contenido para sus redes sociales conversando con diferentes actores sociales y sobre todo con quien hoy tiene el alquiler de lo que era Polaco Bar en 1978.

“Soy la presidenta de la Fundación Salvarte, una Fundación que se dedica al arte, y alquilé la propiedad junto con la Comisión Directiva sin saber que era el famoso Bar el Polaco”, comenta Leonor Pedroza en el video, a lo que González repregunta afirmando con sorpresa: “Nunca supiste que acá comenzó la historia de una de las bandas más importantes del rock nacional”.

Para el aniversario 45 del debut de la banda, la Subsecretaría de Gestión Cultural de la provincia organizó, en conjunto con Leonor, un recital homenaje. “Me pidieron hacer un show acá… que iban a ser 50 personas, pero la gente desde las dos de la tarde estaba haciendo fila… el lugar no da para recibir tanta gente (…) estuvo lindo, pero había mucha gente y querían entrar”.

La pasión ricotera superó todas las expectativas: “El homenaje estuvo bueno, la gente vivió ese día como lo quería vivir pero yo lo sufrí un poquitito, porque era demasiado”, comenta Leonor en relación al recital que se reedit{o el mismo día en el mismo lugar, pero con 45 años de diferencia, a cargo de una banda tributo.

Leonor confiesa que son muchos los que se acercan a conocer y curiosear el recinto, y que ella con amabilidad los deja pasar al lugar que en la mítica noche del 6 de enero 1978 vio debutar a Los Redondos, seguramente con espacio de sobra, el mismo donde hoy resulta imposible siquiera hacer un recital homenaje.

Solari (derecha) junto a Mufercho, primer monologuista, rumbo a Salta (Imagen: @indiosolarioficial)

Resulta llamativo y hasta enigmático que aquella velada salteña sea la primera y también la única vez que como banda hayan tocado en Salta, luego se registran recitales del Indio Solari en su faceta solista, muy recordados, pero ya en otra situación.

Aquella noche “nacía” una banda que el tiempo y su público comenzarían a colocar en el pedestal solo reservado para aquellos artistas que el pueblo abraza y los hace carne, dando paso a una trama histórica que hoy es patrimonio inmaterial de la cultura argentina.

Será entonces aquel húmedo verano el testigo de un hecho transcendental. Un 6 de enero de 1978, la fragua se hizo presente y por primera vez en la  historia sonó Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. De aquello, Salta fue testigo.