“Es una verdadera joyita”, coindicen voces especializadas al hablar de la Bibliothèque Marguerite Durand (BMD): única biblioteca pública en Francia exclusivamente dedicada a la historia del feminismo y los estudios de género, con reputación internacional y glorioso material en su haber. Su envidiable colección incluye un sinfín de tesoritos; por caso, cartas y manuscritos de George Sand, Louise Michel, Colette, Sarah Bernhardt, Alexandra David-Neel. Ediciones originales de textos pioneros de Olympe de Gouges (autora de la indispensable Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, de 1791), de la pensadora Flora Tristán (1803-1844). O bien, Observaciones diversas sobre la esterilidad, la pérdida del fruto, fecundidad, parto, enfermedades de la mujer y del recién nacido, tratado obstetra de 1609 escrito por la partera real Louise Bourgeois, que trajo al mundo a lxs hijxs de María de Médici. Aquello, sin dejar de mencionar periódicos históricos que abogaban por la emancipación de la mujer, como La Femme libre o La Voix des femmes, ambos del siglo XIX. O las decenas de miles de títulos y panfletos activistas; la exhaustiva información sobre científicas, artistas, viajeras, deportistas; los retratos, las estampillas, el arte sufragista; entre otras abarcativas bondades que completan su incitante archivo.
Archivo que una inminente mudanza podría poner en jaque, como han alertado archivistas, periodistas, militantes feministas, académicos, estudiantes… Incluso la reconocida historiadora Michelle Perrot y el político socialista Christophe Girard, antaño encargado de Cultura de la alcaldía de París, han puesto el grito en el cielo, solicitando que la alcaldesa parisiense Anne Hidalgo -primera mujer en detentar ese cargo, dicho sea de paso- reconsidere la decisión. “Completamente inadecuada para la preservación y comunicación de los archivos de la historia del feminismo”, a decir de lxs activistas galos que no solo se oponen fervorosamente a la medida: han comenzado la campaña Sauvons la BMD, que ya ha juntado más de 10 mil firmas y organizado exitosas manifestaciones en la calle, para que el ayuntamiento de París renuncie a un proyecto que “volvería a la institución invisible y la haría desaparecer”.
He aquí la cuestión: comparte la mentada biblioteca edificio con la mediateca Jean-Pierre Melville desde 1989 en el distrito VIII; sin embargo, quieren las autoridades locales ceder todas las instalaciones a la mediateca, amén de que pueda tener una sala de relajación, también una cafetería. “Prioridades” por las que darán a la BMD una nueva locación. ¿Un lugar nuevo, más amplio, con más espacio para su archivo, sus exposiciones, conferencias, debates, talleres, visto y considerando que ya ha tenido que rechazar donaciones porque el edificio actual le ha quedado chico? Pues… no. Pretende la intendencia alojar a la Marguerite Durand en la Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, en el IV distrito, alegando que “otorgará una mejor visibilidad, dado el carácter prestigioso del edificio y su centralidad en la ciudad”. Sin embargo, acorde a tantísimos calificados, la Biblioteca Histórica ya no tiene espacio para sus propias colecciones, menos que menos para albergar el histórico material de la BMD. Ergo: nadie sabe adónde irá a parar. Lo más factible, advierten, es que acabe en un depósito, inaccesible para quienes deseen consultar su ejemplar material. Para colmo, ni sala propia de lectura tendrá; y quién sabe qué sucederá con su personal especializado…
Vale decir, por cierto, que la historia de la propia biblioteca –y la persona que le dio su primer empujón– no es menos ejemplar: creada en la década del 30, surge gracias a la generosa donación de numerosísimos libros y documentos de Marguerite Durand, singular personaje de la Belle Époque. Actriz devenida periodista que escribió para Le Figaro, fundó MD en 1897 el periódico Le Fronde, de tirada diaria, íntegramente escrito, dirigido, administrado y editado por mujeres, sumando notables plumas que –además de cubrir los más diversos temas de política e interés general– advocaba por los derechos igualitarios de la mujer. Como dato colorido: tenía Durand por mascota una leona que solía acompañarla en sus paseos por las calles de París; y fundó en vida un cementerio de animales. Prominente figura del periodismo y feminismo galo, su gran legado es -precisamente- el archivo que hoy está en riesgo. “Es muy grave porque es nuestra herencia, hay muy pocos lugares de memoria e investigación relacionados con el feminismo”, subrayan desde la Association des Archives Féministes, una de las organizaciones de la campaña en defensa de la BMD. Y explican que, en una ciudad en la que la propia alcaldesa se declara abiertamente feminista, “esta decisión va contra la imagen y las ambiciones de París, que barrerá con el único lugar autónomo donde puedan estudiarse historia de la mujer y cuestiones de género”. Apuntan, además, contra cierto argumento de las autoridades, que citan la baja asistencia de lectores e investigadores a la BMD, acaso vilipendiando su importancia vital: “Por definición, hay menos lectores en todas las bibliotecas, desde la existencia de internet y la creciente digitalización de archivos. La caída de lectores no es un criterio; es una realidad general que no afecta exclusivamente a la Durand. Decir eso habla de la mala fe del área de Cultura de la ciudad”.