La guerra de Ucrania entrará pronto en su tercer año y todo el mundo tiene prisa para que termine cuanto antes, aunque nadie dé ningún paso decidido hacia la paz. Cuentan más unos planes geopolíticos caducos que las decenas de miles de soldados sacrificados, la destrucción de la infraestructura estratégica ucraniana y el creciente lastre económico y la fractura política que la contienda supone para Europa.