María Juana Heras Velasco nació el 20 de noviembre de 1924, en Santa Fe, en una familia de inmigrantes españoles de la provincia de Granada. Su madre, Francisca Puerta, había llegado con su familia desde Castell de Ferro a San Juan, donde obtuvo el título de maestra. Su padre Miguel Heras, nacido en Gualchos, fue comerciante.
Dos años después de su nacimiento, la familia se trasladó a Posadas, Misiones, donde su padre se dedicó a la producción yerbatera. En 1928 nació su hermana Rosaura; ese mismo año, la familia viajó a Gualchos y Castell de Ferro, Granada.
Durante un segundo viaje a España, en 1930, nació su hermana Francisca, quien falleció al año siguiente en Posadas. En 1934 nació su hermano Miguel, padre de Fernanda y Gabriela. Cuatro años más tarde, a los 10 años de edad, falleció también su hermana Rosaura.
Entre 1932 y 1942, asistió a la Escuela Normal Mixta Nacional de Posadas, para iniciar en 1943 el Profesorado Nacional en Ciencias en la Escuela Normal n° 1 “Pte. Roque Sáenz Peña”, en Buenos Aires, donde se estableció con su familia.
Tras finalizar el profesorado en Ciencias, y alentada por sus padres, inició su formación artística.
En 1946, María Juana Heras Velasco asistió a la Escuela Libre de Artes Plásticas Altamira, donde estudió dibujo y pintura con Emilio Pettoruti, y escultura con Lucio Fontana. Allí, también, tomó clases de Estética con Jorge Romero Brest, y de Visión con Héctor Cartier. En 1947, luego de disolverse la Escuela, continuó asistiendo a las clases de Pettoruti en el antiguo edificio de Charcas 1763; al cabo de un tiempo, instaló allí su propio taller junto a los de su maestro, y otros artistas como Pablo Edelstein, Víctor Chab, y Febo Martí. A partir de entonces, y hasta comienzos de los 60 participó de salones nacionales y provinciales.
En diciembre de 1952 se casó con Alberto Victoriano Velasco; con él compartió el interés por la poesía y la prosa, incluyendo la de la llamada “generación beat”, que se manifestó en algunas de sus obras. Juntos realizaron tres viajes a Europa en 1964, 1971 y 1980, cuando visitaron también la ciudad de Nueva York.
María Juana realizó su primera exposición individual en 1959, en la Sala V de la galería Van Riel, presentando un conjunto de obras abstractas de carácter orgánico realizadas en cemento, yeso, madera y bronce. Poco después, hacia mediados de los años 60, la artista abandonaba las técnicas tradicionales de la escultura para comenzar a experimentar con materiales y procedimientos de origen industrial. Así realizó esculturas y relieves en acrílico motivada, como muchos artistas entonces, por las convocatorias realizadas por el Salón Plástica con Plásticos (MNBA, 1966), organizado por la Cámara Argentina de la Industria Plástica, y por los Salones Artistas con Acrílicos Paolini (MAMBA, 1972 y 1973).
Al mismo tiempo, comenzó a trabajar con chapas de hierro a las que aplicaba color a través de las técnicas utilizadas en la industria automotriz, que ella misma había aprendido a ejecutar: cortaba, soldaba, masillaba, lijaba, enmascaraba y pintaba con soplete. A partir de esta materialidad comenzó a consolidar su vocabulario formal, y una particular forma de entender el espacio, en la que tanto el lleno como el vacío tienen un rol activo. Esta concepción espacial, surgida de las enseñanzas de Fontana, se desarrolló a lo largo de toda su producción.
En 1971 presentó, en la Galería Arte Nuevo, la primera de sus Transposeñas, como llamaría en adelante a muchas de sus esculturas. La artista concibió estas obras a partir de los elementos de la señalética urbana. Buscó, con ellas, hablar el lenguaje de su tiempo, generar extrañeza y reflexión sobre la omnipresencia de estos artefactos de carácter normativo que forman parte del paisaje urbano que habitamos. Las Transposeñas y lo urbano serían, en adelante, el eje de muchas de sus muestras individuales. Otra constante a lo largo de su producción fueron sus múltiples Homenajes, que dedicó a distintos artistas, poetas y músicos, en su mayoría contemporáneos. Entre ellos se distinguen “Homenaje a Chile” (1973), y “Requiem para un ciudadano” (1976), que refieren a los inicios de las dictaduras militares en Chile y en Argentina respectivamente. En 1975, María Juana Heras Velasco, realiza una exposición individual en el Centro Venezolano – Argentino de Cooperación Cultural y Científico Tecnológica “Capriles”, en Caracas, y viaja por distintos países de Latinoamérica (Venezuela, Colombia, Perú, Chile, México). Durante los años siguientes participa de diversas exposiciones internacionales en México (1975), Madrid (1976), Polonia (1979), Japón (1980), Reino Unido (1994), y Chile (1996).
Muchas de sus obras fueron concebidas para habitar el espacio público, entre ellas está “Hierroform” (1969), patrimonio del MNBA, actualmente emplazada en el Parque “Rubén Darío”. “Yo no soy una escultora de cámara. Necesito relacionar la obra con el público, con la ciudad, entremetida y confundida en el acontecer. Porque es en la relación dialéctica entre la obra, el medio y el público – el habitante de la ciudad – que mi obra tiene sentido”, afirmaba la artista en una entrevista (realizada por Elba Pérez, para Tiempo Argentino, en 1984). En la década del 70 participó de las muestras que el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires realizó en distintas plazas y espacios de la ciudad. Participó luego de “Esculturas en el Jardín”, las muestras que, desde 1996, realizó anualmente Nelly Perazzo en el Museo “Enrique Larreta” para poner en escena la producción escultórica contemporánea.
Desde comienzos de los años 80 integró jurados de distintos premios y salones. Fue docente de escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto De La Cárcova” entre 1985 y 1989. Este año trasladó su taller, hasta entonces ubicado en el departamento del barrio de Congreso donde vivía, a la casa de Viamonte 2868 adquirida para tal fin. Entre 1991 y 1993 formó parte del Comité Asesor de la Fundación Antorchas, y en 1994 integró el Consejo Asesor del Departamento de Extensión Cultural del Correo Argentino.
A lo largo de su trayectoria la artista realiza numerosas exposiciones colectivas e individuales en el ámbito nacional e internacional. Obtiene premios y distinciones, entre ellos: Primer Premio, Salón Nacional de Escultura (1983), Primer Premio, Fundación Fortabat (1984), Premio a la Trayectoria Artística, Fondo Nacional de las Artes (1998), Premio “Leonardo” a la Trayectoria (1999), Premio Cultura Nación (2007), y 4 Premios Konex (1982, 1992, 2012, 2012).
En 2010, María Juana Heras Velasco sufrió un ACV que le impidió continuar con su labor, y falleció en 2014. Su legado quedó a cargo de sus sobrinas Fernanda y Gabriela Heras. Actualmente sus obras integran las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires; Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori”; Fondo Nacional de las Artes; Museo Castagnino + MACRO; Museo de Arte Latinoamericano de La Plata; Municipio de Resistencia, Provincia de Chaco; Museo de Bellas Artes de Tres Arroyos; Museo Universitario de Arte de la Universidad de Cuyo; Museo de Arte Contemporáneo “Raúl Lozza”; Cancillería Argentina; Collection of Latin American Art, University of Essex, Reino Unido; Embajada Argentina en Venezuela, Caracas, y numerosas colecciones privadas.
* Fernanda Heras es sobrina de la artista y directora del Archivo Taller Heras Velasco junto a Gabriela Heras y Victoria Lopresto. Texto escrito especialmente par al muestra, que sigue en el MNBA, Libertador 1473, hasta el 2 de febrero.