Ezequiel De Almeida se mudó de Morón a Capital Federal y de Capital a Mar Azul. Pero hubo una constante siempre en su vida: hacer teatro. Esta semana reestrena su obra “Deus ex machina, una tragicomedia sobre la identidad geselina” en La Casa de la Cultura Mar Azul.
El director, oriundo de la zona oeste del conurbano, empezó estudiando teatro en la sociedad italiana de Morón, después se mudó a Capital y cursó en el conservatorio (actual Universidad Nacional de las Artes), tomó cursos con Carlos Gandolfo y Javier Daulte, entre otros. Actuó en obras dirigidas por Rafael Spregelburd Montó sus espectáculos en teatros importantes de la ciudad hasta que un día necesitó descansar y se fue a vivir a la costa. “Si bien hace cinco años que vivo acá, esta obra es mi carta de presentación con la comunidad teatral de la zona. Tienen que ver con que yo quiero que se muestre acá una forma de hacer teatro que por ahí no se ve tanto, en donde prime la textualidad. Una dramaturgia profunda, pero no por eso solemne. Busco hacer obras divertidas y populares, pero que te dejen pensando en algo más. Que tengan un sabor agridulce”, relata el director, que también trabaja en la administración y gestión de La Casa de la Cultura de Mar Azul, lugar que los alojó durante todo el proceso de ensayo. Esta búsqueda tiene que ver con que, según De Almeida, los espectáculos que llegan a la costa están más asociados al humor literal, a lo chabacano o al teatro callejero, donde el texto casi nunca es protagonista.
La obra toma a una familia en Mar Azul que trata de sostener a duras penas lo que en algún momento fue una gran fábrica de bulones. El padre, un ingeniero autodidacta, cree que la recuperación económica familiar depende de la reparación de una antigua máquina diseñada por él mismo. La falta de fondos y una hemiplejia que lo mantiene postrado en una silla de ruedas se lo impiden. Sus hijos desconfían de que dicha máquina vuelva a funcionar y buscan otras alternativas. Una visita inesperada promete sacar a la familia de la agobiante rutina y sirve como excusa para rebuscar en el pasado, una vez más, las claves del éxito y el fracaso. “Yo quería hablar sobre Mar Azul y Villa Gesell y también sobre lo que me estaba pasando a mí, un porteño que venía a vivir acá. Contar una historia sobre nosotros y para nosotros. Quería que la disfrutaran los vecinos, esos posibles espectadores y actores también” aclara de Almeida.
Para realizar la obra se propuso investigar sobre la historia de Mar Azul y su fundación; como mucho no encontró, se abocó a la historia de Gesell. “ Los habitantes de la costa vivimos entre una temporada y la otra. Es algo medio bipolar. Cuando el clima está para disfrutar la playa, nosotros trabajamos sin parar. Cuando la gente se va y llega el frío, nosotros tenemos más tiempo libre. Es una cosa rara. En la obra justamente está muy presente la reflexión sobre el lugar del turismo. Esa diatriba que se nos arma entre ser ermitaños y sociales. La familia de la obra justamente es una de las pocas que no vive del turismo. Obviamente todo está en decadencia y se busca resignificar todo el tiempo la vida y el tiempo”, cuenta De Almeida.
El texto original era de Santiago Gobernori, dramaturgo y director oriundo de Monte Grande, pero De Almeida lo adaptó para que contara la historia que necesitaba contar.
“Mar Azul es un pueblo que aparece en los ochenta, quizás un poco antes. Pero no hay ningún relato oficial. Solo rumores. En su biografía el Indio Solari cuenta que fue uno de los primeros en venir. La historia de Gesell estaba más documentada y decidimos trabajar con esa bibliografía más algunos chismes, leyendas y cosas que me fueron contando los vecinos. Terminamos así armando una posible historia de Mar Azul y Gesell, llena de referencias a personajes y asuntos locales, aunque siempre con una vuelta propia. Jugando un poco con esto de ser el porteño que cuenta la historia. Me interesaba armar un falso mito”, explica.
La obra fue producida por el Teatro Nacional Cervantes y también contó con el apoyo de la Municipalidad de Villa Gesell y de la Casa de la Cultura de Mar Azul. Si bien comenzó como un proyecto pequeño durante el 2020. De Almeida se fue contactando con actores de Mar Azul y Villa Gesell y empezaron a juntarse a ensayar una vez por semana. Él decidió que se presentaran a la convocatoria “TNC produce en el país” y quedaron. El fondo les proveía la producción completa de la obra como si se estrenara en el Teatro de Capital. Sueldos para actores y equipo técnico entero. “Esto nos abrió muchas puertas. Trabajamos de una manera muy privilegiada. Tuvimos que inventar roles que no existían acá. No hay iluminadores, escenógrafos. Pero eso fue hermoso porque de pronto un amigo que era carpintero y pintaba se convirtió en escenógrafo y vimos que había mucho potencial, que el problema era que no había demanda. Yo creo que muchas veces se cuestionan las inversiones del estado en cultura y que para que la cultura de un pueblo se pueda desarrollar tiene que haber apoyo estatal”, dice De Almeida.
A partir del estímulo del Teatro Nacional Cervantes, empezaron a ensayar cinco veces por semana. “Fue una forma de hacer teatro inédita acá en Mar Azul. Poder tener tantas horas durante tantos días, a tanta gente y tantas cabezas en un mismo proyecto, genera productos necesariamente de calidad, y en este caso tenía que ver con un proyecto que ya de por sí, en su germen, buscaba ser convocante, tentador y dejar contenta a la mayor cantidad de gente posible”, dice el director y relata contento que, por suerte, lograron una primera temporada muy buena, con todas las funciones casi siempre a sala llena.
“Si bien la gente se acerca a la costa buscando evadirse de los problemas y conectarse con lo alegre, lo positivo y la mirada optimista. Creo que nuestra obra, sin dejar de reírse, puede aportar algo. Los golpes duros también son difíciles de asimilar y a veces el verano te permite un tiempo para pensar. Es una tragicomedia. Hay una reflexión profunda y visceral sobre el ser humano. Está lo amargo, lo dulce, lo agrio”, dice.
En la obra actúa el mismo Ezequiel de Almeida (que para actuar y dirigir utiliza una cámara para filmar las escenas). Completan el elenco: Daniel Fernández Gómez, Mariana Mac Allister, Rocio Maldonado y Pablo Nasti.
El diseño de vestuario es de Mariana Mac Allister, el diseño de escenografía de David Assad, el sonoro de Facundo Vrdoljak, el de iluminación de Lola G. Paluci Arias. La Producción técnica de Martin Lavini, la local de Pablo Cordero Jaure. La asistente de dirección es Sabrina Ponce y la Producción general es de Poli Bontas y Maxi Libera.
“Deus ex machina tiene que servir como chispa para que se vea que las cosas pueden ser exitosas y de calidad en los pueblos también”, concluye De Almeida.
La búsqueda de De Almeida es hacer crecer la comunidad teatral de la costa y también lo hace impulsando el Encuentro de Teatro Independiente de Mar Azul, al que durante el 2024 viajaron las seis mejores obras del país, de las ochenta y cuatro que se habían presentado en la convocatoria.
“Deux ex machina, una tragicomedia sobre la identidad geselina”, tendrá lugar todos los miércoles a las 20:30 en Calle 46 y Miramar (Casa de Cultura, Mar Azul). El espectáculo será a la gorra. Las entradas se pueden reservar a través de sus redes sociales @deus.ex.machina.obra/ en Instagram.