“La agenda de los derechos humanos de las mujeres está en riesgo en el mundo”, dijo María Noel Vaeza, Directora de la División Programas de ONU Mujeres, en el marco del desayuno organizado por Alabadas.com, el jueves 2 de noviembre. La no discriminación a la mujer es un derecho humano adquirido a partir de la firma de la Convención para la Eliminación para la Discriminación contra las mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés), el único tratado internacional ratificado por 190 países y que cada dos años emite un reporte de cómo se está implementando en cada uno de los países firmantes. Argentina tiene su reporte con las recomendaciones sobre las que trabajará ONU Mujeres a partir del 2018 en Argentina.
Es muy interesante como define y separa ONU Mujeres las dificultades de crecimiento de las mujeres en todo el mundo de acuerdo al sector socio-económico-cultural en el que viven, definiendo la dificultad a partir del tiempo de trabajo no remunerado que las mujeres realizamos en nuestros hogares. Los techos de cristal: en este grupo están las mujeres que han accedido a una educación universitaria y que han desarrollado una carrera profesional pero que aún no llegan a lugares de liderazgo. Este grupo tiene un salario 25 por ciento menor al de los hombres que hacen el mismo trabajo. Vaeza ironiza: “Este es el tax (impuesto) que se cobran las compañías por la posible maternidad de esa mujer”. Este grupo representa un 10 por ciento de las mujeres de todo el mundo y que en su vida diaria trabaja un 10 por ciento llevando adelante su casa, la crianza de los hijos y el cuidado de los adultos mayores, aun teniendo personas de servicio doméstico.
El segundo grupo es el de las escaleras rotas e incluye a mujeres que no han accedido a la educación terciaria, se casaron alrededor de los veinte años, tienen trabajos pagos pero que cuando llegan a sus hogares el trabajo no remunerado representa un 33 por ciento adicional.
Al tercer grupo lo llaman las mujeres de los pisos pegajosos, son mujeres que vienen de una condición muy humilde que se casaron a partir de los catorce años y que el trabajo no remunerado para ellas representa un 50 por ciento de tiempo adicional al trabajo remunerado que realicen. Si se monetizara ese tiempo no remunerado alcanzaría el 2 por ciento del PBI mundial.
Es claro que la igualdad de género es un derecho humano ante todo, pero que también es un buen negocio porque si las mujeres entráramos en las mismas condiciones al mercado laboral el PBI mundial per cápita se incrementaría en un 14 por ciento y el mundo dejaría de estar estancado para volver a crecer económicamente.
Pero es más claro aún que necesitamos que puertas adentro de nuestros hogares los hombres cumplan con el 50 por ciento de sus responsabilidades para que las de los techos de cristal, las de las escaleras rotas y las de los pisos pegajosos podamos salir de esa situación y que los techos se rompan, las escaleras se arreglen y los pisos sean trampolines que ayuden a dar el gran salto.
(*) Directora de Alabadas.com.