Una escritura del duelo. Una serie de apuntes como una especie de diario íntimo que se confunde o imita a un cuaderno de notas. Párrafos breves, rápidos como si las palabras surgieran en ese instante y no buscaran durar mucho más, se interrumpen con listas que clasifican y establecen jerarquías sobre los sentimientos, los hechos, las expectativas para entender o descifrar lo que pasa.
"Las cosas menores" (Tenemos las máquinas) es una novela que ensaya la literatura como una forma de consuelo. No en un sentido sentimental o catártico, sino como un modo de enmendar o volver a armarse después de la experiencia de la muerte.
La narradora perdió a su madre antes de cumplir los 30 años y entonces escribir es una variante de la autoficción. Muchos datos de la narradora/ protagonista coinciden con los de Giuliana Migale Rocco: su trabajo como gestora cultural en un museo, su acercamiento al mundo del teatro, sus proyectos en artes visuales ( Migale Rocco fue seleccionada junto a María Venancio en la Bienal de Arte Joven del año 2023 por un proyecto llamado Las palabras son cosas, y aquí esa idea la acompaña y la saca de las obligaciones para instalarla en el lugar del deseo y la imaginación).
Lo más llamativo de esta especie de novela/diario o registro autoficcional es el silencio. Migale Rocco parece fundar un código sobre su capacidad de desempeñarse sin estridencias, como si su eficacia estuviera marcada por su talento para permanecer invisible, para ir hacia los hechos, hacia las cuestiones prácticas sin detenerse en largas conversaciones, especialmente en los espacios de trabajo.
Mientras leía "Las cosas menores" no podía dejar de pensar en Giuliana. Hace dos años que la veo con bastante regularidad en las actividades del Club de Artes Escénica Paraíso donde se desempeña como gestora cultural pero nunca pasamos de un saludo, creo que no sé cómo es su voz. La novela es igual a esa presencia determinante pero cautelosa que define a alguien que no quiere ubicarse en el centro de la escena. Una persona que sabe lo que tiene que hacer, pero a la que no le interesa que su eficacia se note demasiado o que considera que es mucho mejor que nadie note cuántas de las cosas que suceden dependen de ella.
Hay un silencio en Giuliana que en esta novela se convierte en un monólogo interior, en cierto cansancio frente a los requerimientos del afuera y en una voluntad de resolver para que todo sea más simple y poder ocuparse de lo importante.
La muerte trae esa atención por las cosas menores, dice en algún momento la narradora/protagonista. Una noción que se altera en la lectura porque entendemos que aquello que en la vida social es considerado importante, en esta novela se vuelve banal y lo que realmente sucede está ausente, ocurre como un secreto , como un tema del que no se puede o no se quiere hablar, como algo que sigue allí, habitando las cosas en su dimensión invisible. Lo mismo sucede con su rol de protagonista, se trata de una entidad que sólo reconocemos los lectores porque en esa vida que ella relata, es un personaje secundario, alguien que se ocupa de que todo funcione pero que también preferiría no estar allí y dejar que las situaciones pasen sin ella.
Escribir es perder el protagonismo, ubicarse a un costado y observar los mecanismos pequeños que hacen al funcionamiento del mundo.