El grupo de soldados pasa la noche en vela. Algunos comen o fuman un cigarrillo, otros cagan, todos en el mayor silencio posible. Son jóvenes soldados israelíes en pleno territorio de Gaza, esperando el amanecer para continuar con su derrotero militar. Cuando finalmente asoma el sol, uno de ellos (Shlomi, de apenas dieciocho años) se esconde detrás de un colchón y aguarda pacientemente hasta que sus compañeros abandonan la casa derruida. De allí en más, corridas, un auto que logra encender a las apuradas, un peligroso camino de tierra y, finalmente, un resquicio por el cual saltar hacia el otro lado de la frontera. El título original del segundo largometraje en solitario del israelí Dani Rosenberg es, no casualmente, "El soldado desaparecido", aunque llega a las salas de cine locales este jueves 9 con el aún más explícito El desertor (ver crítica aparte). Comedia dramática que tensa el sentido del humor absurdo con resultados por momentos devastadores, el film tuvo su estreno mundial en la competencia oficial del Festival Internacional de Locarno, apenas dos meses antes de la masacre del 7 de octubre de 2023.

"Regular": ésa es la respuesta de Rosenberg del otro lado de la pantalla, en comunicación desde Tel Aviv con Página|12. La pregunta es sencilla: ¿cómo anda todo por allá? En la conversación, el cineasta de cuarenta y cinco años referirá las razones personales, y muy reales, que lo llevaron a contar la historia de un soldado que abandona su puesto –y que, mientras se reencuentra con los suyos en el mayor de los sigilos, es buscado con desesperación por el ejército al ser considerado la víctima de un secuestro–, pero también acerca de otro film que rodó inmediatamente después del 7 de octubre y sobre el estado de las cosas en su país. "Podría decirse que la idea de El desertor se originó hace mucho tiempo, con las ganas y las intenciones de hablar sobre las relaciones de pareja. Pero tanto, en aquel entonces, como ahora, no es posible hablar de amor mientras la violencia se mete en tu casa por la ventana. No es posible partirse y aislarse de la realidad que te rodea."

-Suele preguntársele a los directores de cine cuáles fueron sus motivaciones, pero tal vez sería más acertado aquí preguntar sobre los motivos del protagonista.

-Quería hablar de alguien que quiere escapar de su destino, escapar de la violencia, de su rol en la sociedad, pero que al final termina fallando. Esa fue mi primera motivación, el tema que tenía en la cabeza: la de un soldado que decide huir. Desde luego, ésa es mi motivación, no la del personaje. A eso se le liga una anécdota personal: cuando fui soldado también decidí escaparme, aunque pasada una hora no sabía muy bien a donde ir, así que regresé a la base. Ahora bien, hablando del protagonista, durante el proceso de escritura del guion comprendí que Shlomi no tiene una motivación clara para escapar. No sabe por qué está huyendo. Trata de construir una razón, luego otra, pero una por una se vienen abajo. La primera es mitológica, la idea del retorno al terruño, aunque cuando llega el lugar está vacío. Luego cambia la narrativa y piensa en el regreso como un reencuentro con su amada, pero le terminan cerrando la puerta en la cara. Finalmente, trata de escapar de su propia identidad.

-El desertor tuvo su estreno mundial en Locarno en agosto de 2023, dos meses antes de la masacre del 7 de octubre. El film no ha cambiado, pero la realidad del mundo sí, y con ella las posibles lecturas de esta historia.

-Un dato más: la premiere en Israel fue el 5 de octubre, en el Festival de Haifa, donde ganamos el premio a la Mejor Película. El 7 de octubre me encontraba en un avión en camino al Festival de Busan, en Corea del Sur, y al aterrizar allá, cerca del mediodía, y prender el teléfono celular, me enteré de todo lo que había pasado. Esa misma noche tuvo lugar la primera proyección en Busan, y yo estaba completamente en shock. Al mirar la película junto al público, pensaba todo el tiempo que la realidad se había estrellado contra la ficción que yo había creado.

-¿Cómo fue regresar a Tel Aviv?

-Al volver, la ciudad estaba completamente vacía. Nada que ver con la ciudad que describe la película. Llamé a mi coguionista, Amir Kliger, y le dije: "Creamos una distopía". El futuro se ha convertido en el presente, pero no es el mismo presente que describimos. Entonces, ¿qué es exactamente? En ese momento pensé que tal vez la película debía desaparecer, como si nunca hubiera sido hecha, pero un par de semanas más tarde Tel Aviv se despertó y volvió a ser como la ciudad de la película. Me refiero a la gente saliendo, comiendo, disfrutando de salidas nocturnas. En fin, celebrando la vida. Completamente ajena a lo que ocurría apenas a una hora en auto de Tel Aviv. Incluso recibí algunos mensajes de soldados de reserva, estudiantes, que me dijeron que regresaban de Gaza como si fueran los héroes de la película. La gente no entendía realmente qué estaba pasando allí. Entonces decidí que quizás era el momento preciso para lanzar el film en Israel.

Al mismo tiempo que El desertor comenzaba su carrera comercial en su país de origen, Dani Rosenberg fillmaba su siguiente película, Of Dogs and Men, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia en agosto del año pasado y, tres meses tarde, se exhibió en el encuentro cinematográfico de Mar del Plata. La historia de una chica de dieciséis años que regresa a su kibutz en busca de su perro, perdido en medio del horror de la masacre cometida por miembros de Hamas y otros grupos palestinos. Of Dogs and Men fue rodada parcialmente en el kibutz Nir Oz, "una comunidad devastada por los asesinatos y secuestros de más de un cuarto de sus miembros", en palabras de Rosenberg, y también en una zona cercana a la frontera con Gaza.

"La verdad es que no lo pensé demasiado. Simplemente, a finales de octubre y comienzos de noviembre, comenzamos a filmar. Sentí que tenía que capturar ese momento de la historia. No pensé en su presentación en festivales ni nada por el estilo, sino en los años venideros. Algo que registrara esas semanas. Por eso filmamos en el lugar de la masacre. Hoy en día el sitio ya no se ve como en la película. Pero también quería capturar esta suerte de círculo de venganza. Las raíces de la venganza. Porque en Of Dogs and Men puede verse lo que ocurre en el kibutz, pero también en Gaza. Era importante para mí describir como esa loca atmósfera vengativa comenzó durante esos mismos días."

-La historia de El desertor transcurre a lo largo de 48 horas, y es notable el uso de lugares reales de Tel Aviv, casi un personaje más. ¿Cómo fue la búsqueda de locaciones y su uso meticuloso como ámbitos donde se mueve Shlomi?

-Es algo que surgió por el propio modo de producción de la película. Era muy importante para mí poder rodar en locaciones reales, filmar en las calles. Es una película de ficción, desde luego, incluso más que Of Dogs and Men, que incluye a actores no profesionales. Pero a pesar de eso, en El desertor quería capturar cierta esencia de Tel Aviv. Al menos la Tel Aviv de 2023. Las rutas, las calles, el hospital, todo es real. No hay extras y ni siquiera pedimos permisos para cerrar las calles durante la filmación. De hecho, muchos planos están registrados desde un pequeño vehículo en movimiento; la gente alrededor no sabía que estábamos filmando. Éramos una pequeña unidad de cinco personas. Por supuesto, el único lugar donde no filmamos fue Gaza, así que, para reconstruirla, nos ayudamos con efectos digitales creados a partir de una serie de fotografías tomadas durante la guerra de 2014.


-Hay una secuencia importante, muy humorística, en la cual él se topa en la playa con un par de turistas que, al verlo con uniforme de soldado, lo llaman "el alma de Israel". Lo que ocurre luego no podemos detallarlo aquí, pero es una intervención secundaria muy relevante.

-Así es. Quería tener un par de momentos en la película que remitieran a Jacques Tati. Algo un poco surrealista. Me dije que lo mejor era ir a fondo con el modo Tati, por lo que hicimos que los turistas fueran franceses. Son bastante nacionalistas (risas).

-De hecho, los primeros doce minutos del film no incluyen diálogos y hay algo de comedia slapstick por momentos. El cinéfilo puede pensar incluso en el realizador palestino Elia Suleiman, cuyo uso del humor absurdo es bien conocido.

-Sí, sí. La motivación básica fue Buster Keaton. En las primeras versiones del guión, las que presentaba para conseguir financiación, estaba la descripción de Keaton como soldado. Así lo imaginé al protagonista: saltando de techo en techo, corriendo de los policías. Una de las inspiraciones de Suleiman es precisamente Buster Keaton, así que es lógico. Supongo que la exploración es similar.

-En otra escena temprana, cuando Schlomi regresa a la ciudad, se encuentra con su abuela y ambos ven juntos en televisión un recital de Mercedes Sosa. ¿Cómo surge esa inclusión?

-Bueno, es que me encanta Mercedes Sosa. Además, la familia de Amir, el coguionista de la película, es de origen argentino. De Buenos Aires. A mi abuela también le gustaba Sosa. Finalmente, el sentido del tema, "Canción de las simples cosas", está de alguna manera relacionado con la historia. Así que tenía sentido incluirla. La familia de Amir está esperando que se estrene allá para poder ver la película en una sala de cine.

-¿Cómo fue la respuesta del público a El desertor en los festivales de cine luego de la masacre?

-La verdad es que el tour por festivales para acompañar el film duró apenas poco más de un mes. Después del 7 de octubre todo cambió, y no tenía realmente ganas de viajar con la película. No estaba de humor. Los festivales son de alguna manera una celebración, y no estaba con ganas de celebrar nada. Con mi siguiente película ocurrió lo mismo: viajé a Venecia, a Busan y nada más. Lo que sí puedo contar es algo extraño que pasó en Francia, donde El desertor tuvo distribución comercial y le fue bastante bien en términos de audiencia. Durante una función normal en una sala de cine, en la cual estaba presente para un conversatorio después de la proyección, se presentó un grupo pro Palestina. La intención claramente era boicotear la función, e incluso había un par de policías presentes, pero lo gracioso fue que al final les gustó la película. Se quedaron hasta el final y conversamos. Algo de lo cual soy consciente es que la mayoría de la gente que no vive aquí ve la guerra bajo un prisma muy básico, en blanco y negro. Y no los culpo, porque es muy difícil de entender. Ha pasado más de un año desde que esta horrible guerra comenzó y los líderes de ambos lados parecen necesitar que nunca se detenga. Al mismo tiempo es fuerte, porque al presentar mis películas mucha gente me ve y de inmediato piensa en Gaza, en la muerte de miles de inocentes. Es lógico: soy israelí, vivo acá, le pago mis impuestos a este gobierno que comete esos crímenes.