Cuando era apenas un niño, Mariano Mastromarino jugaba a la pelota en Alvarado de Mar del Plata. Pocos recuerdos hay del Mariano futbolista. Pero hay algo que nadie olvida en la ciudad feliz: el corría más que cualquiera de sus compañeros. Quería ser el cinco de Boca, por eso, corría y jugaba al mejor estilo Claudio Marangoni o Fabián Carrizo porque “para ser Blas Giunta o Chicho Serna me tenía que tirar mucho al piso”. Pensaba, tal vez, que corriendo y metiendo iba a llegar a serlo. Qué cosa. Tanto corrió Mastromarino que, sin darse cuenta, se fue corriendo para otro lado. Y le cambió el sueño. A los 12 años colgó los botines y se colgó la primera medalla del atletismo. De ahí en más, nunca más se bajaría de esta aventura en las pistas. Hoy, este marplatense de 35 años, es el maratonista argentino de la década. Pero ese título no lo define, ni lo abarca. El deseo suyo es colectivo: que el deporte siga creciendo. Por eso, frena su marcha. Y expone todas sus dudas sobre el estado actual del Enard, el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, que según oficializó el Gobierno Nacional tendrá una nuevo funcionamiento: ahora estará financiado por el Estado y no por el impuesto de la telefonía celular. Eso le hace ruido, mucho ruido.
“A la gente no le molestaba ese uno por ciento de impuesto que paga por la telefonía celular”, dice sereno y lúcido, como siempre. Antes de finalizar 2017, tiempo justo para los balances, Mariano interpela: “¿Si la creación del Enard fue un éxito para qué cambiarlo?”. Mientras los deportistas evalúan, recapitulan y programan el 2018, también deben salir a contar cómo viven este momento, después del cimbronazo que los sacudió. El Enard será financiado por el Gobierno de turno, y ya no por la alicuota del 1 por ciento que pagaban los abonados a la telefonía móvil. De esta manera, el temor latente es que el Ente pierda su autarquía para la toma de decisiones, medidas que estarán sujetas a las partidas presupuestarias que se aprueben o no. “La verdad que tocar eso, la forma de financiamiento del Enard que ya estaba afianzado, es algo que no esperaba. Porque ya estaba el dinero asegurado”, afirma el marplatense, mientras juega con su hija Morena en Pinamar. Hasta allí viajó el Colo para participar de Running Trip, una carrera itinerante que recorre el país y que ya va por su tercera edición. Esta vez, en una función diferente y no competitiva: empujar la silla de ruedas de Octavio, un chico con parálisis cerebral. “Todavía me duelen los brazos. Fueron 4 kilómetros por caminos de arena y bosques que disfruté mucho. Estar ahí, más atrás junto con Octavio, te muestra otras cosas que los atletas de elite solemos perdernos porque estamos concentrados en un objetivo”, dice.
-Para llegar bien a las carreras, necesitan financiamiento. ¿Cómo analizan todo lo que pasó con El Enard?
-Ahora dicen que lo van a financiar de otra manera, pero dependería del mandatario de turno cuánto es el presupuesto que se destina al deporte. El problema sería que empiecen a reducir los gastos y, por ejemplo, ya no podríamos programar las cosas como nosotros veníamos haciendo. Nosotros planificamos de un año a otro: las carreras, las concentraciones, y nos daba la tranquilidad de saber que íbamos a estar en las competencias. Ahora, con esto será todo nuevo.
-¿Te hace ruido que sea un tema de debate en el parlamento el hecho de si se aprueban o no las partidas presupuestarias para el deporte?
-Ahí está el tema: no sabemos de dónde va a salir ese dinero, cuánto va a ser ese dinero, todo dependería de la partida que quieran aprobar los políticos para el presupuesto.
-Hasta la irrupción de los atletas africanos, la Argentina fue protagonista en distancias de fondo con dos medallas de oro y una de plata y la buena producción continuó hasta finales de los ´60 y ´70, luego hubo un quiebre y en Río, por primera vez, el país tuvo seis representantes. ¿Por qué varía tanto?
-Como dice mi entrenador Leo Malgor, hay una cuestión genética: contra los africanos es casi imposible competir. Además de eso, necesitás tener mucho apoyo. Y volvemos otra vez al mismo tema. Si no, no lo podés hacer. Son muchos meses de entrenamiento para correr dos veces al año. Hoy los atletas que por ahí podrían encarar la distancia del maratón están por ahí más enfocados en distancias más cortas, como los 8, 10, 12 y hasta 21 kilómetros de calle. Eso les da la posibilidad de meter dos o tres carreras al mes. Y con esos premios que ganan, obtienen el dinero con el que viven.
-Entonces no hay maratonistas por una razón económica...
-Exacto, no hay maratonistas por una razón económica, siempre lo que digo es según mi punto de vista. Depende mucho del apoyo del Enard, de la Secretaría de Deporte de la Nación, y de los sponsors privados. La realidad es que los maratonistas no podemos correr carreras que nos darían importantes premios para solventar gastos porque los fines de semana tenemos que hacer fondos largos para poder llegar a preparados para los 42 kilómetros. Muchos no se tiran al maratón porque no lo pueden preparar como se debería...Intenta concentrarse en la charla con Enganche. Le cuesta, es cierto. No porque no quiera sino porque es solicitado como si fuera una estrella. Allí, en el mundo de las carreras pedestres, donde el running convive con el atletismo, Mastromarino es casi una celebridad. Su popularidad y reputación no lo incomodan. Al contrario, agradece cada gesto de cariño. “Al principio era raro que me saludaran o felicitaran. Me fui acostumbrando. Igual, suelo esconderme detrás de Marita porque a ella le encanta hablar, de todo”, explica. Marita es María de los Ángeles Peralta, otro exponente del fondismo argentino. “Ella habla y habla. Hace poco, antes del Maratón de Mar del Plata (que ambos ganaron) hicimos un fondo en la Laguna de los Padres y no pude meter ni un bocado. Al terminar me dice que habíamos hablado un montón y le respondí: “Escuchame, Marita, no te diste cuenta que hablaste sola durante 17 kilómetros””, grafica entre risas. Amigos dentro y fuera del atletismo, Marita (40 años), Mariano y la joven Belén Casetta (23) forman un tridente que comparte sueños y kilómetros. “Somos muy amigos. Belén es la más nueva porque es la más chica, pero ya la adoptamos. Nos conocemos mucho y uno está pendiente del otro en el plano deportivo y personal”
Si bien para ellos un resultado puede definir acceder o no a una beca, para Mastromarino la vida no pasa sólo por correr. “Con los años, correr se transformó en mi trabajo. Es un trabajo que disfruto hacer, pero no vivo pensando en el atletismo. De hecho casi no miro atletismo. Prefiero mirar fútbol”, detalla el atleta que llega a correr semanalmente, en períodos de preparación específica, entre 200 y 220 kilómetros. Por año, redondea un promedio de 150 kilómetros por semana, en estímulos de doble turno de lunes a sábado y un solo turno los domingos. La suma total arroja 7800 kilómetros anuales. Es decir, Mastromarino va y viene a pie dos veces desde Mar del Plata a Cachi, pueblo salteño al que viaja no menos de tres veces por año para entrenarse a 2300 metros sobre el nivel del mar para recibir las bondades que el entrenamiento de altura le aporta al cuerpo.
-¿Qué es lo más difícil de ser maratonista?
-Entrenar en doble turno. Llueva o no llueva, con frío o calor, con viento o sin viento, por más que estés cansado. Tenga ganas o no, hay que salir a entrenar. No queda otra. Siempre aparecen excusas pero, en esos casos, la mejor sensación llega después de correr. Lo que le pasa a un corredor amateur nos pasa a nosotros: satisfacción. No me quejo. Es lo que elegí cuando empecé a correr a los 12 años y hoy, a los 35, me doy cuenta que no me equivoqué. Lo que más varía es la motivación. Después de los Juegos Olímpicos [de Río 2016], las ganas bajaron un poco. Pero ahora estoy súper motivado para otro ciclo olímpico más. Ojalá pueda correr también en Tokio 2020. Sería un gran cierre para mi carrera.
-Alguna vez, Malgor dijo que el ser humano no está preparado para correr...
-Nosotros vivimos al límite en cuanto a las lesiones, por la carga de kilómetros, uno con la edad va aprendiendo como ir dosificando la carga de kilómetros, las intensidades más que nada, para llegar bien con las carreras...
Si habrá aprendido a dosificar Mastromarino, que se permite, dos veces por año, correr en el más alto nivel dos maratones, 42 kilómetros y monedas para ponerle números al asunto. Si, Mastromarino solo corre como medio equipo de Boca. Al cabo, esta historia tiene la línea de llegada en el club de sus amores. Ese mismo club que le enseñó a soñar.