Nada justifica un asesinato, pero hay crímenes que son el retrato de un país. Las palabras grabadas en los casquillos de las balas que acabaron con la vida de Brian Thompson, consejero delegado de la mayor aseguradora sanitaria privada de Estados Unidos, United Healthcare, transmitían un mensaje de rabia: “denegar, defender, declarar”, un remedo del lema de las compañías aseguradoras. El asesinato es mucho más que una noticia de sucesos, es una sangrienta radiografía de como funciona la privatización de la sanidad en EE UU. Un sistema perverso que ha llevado a la bancarrota a miles de familias incapaces de afrontar la factura de una enfermedad.

Hablar de pacientes es una hipérbole. No son usuarios, sino clientes, con una tarjeta de crédito que pesa tanto, si no más, que el historial clínico. La firma de Minnesota ostenta el dudoso récord de rechazo de coberturas. El periodo en que Thompson asumió la dirección se implementó el sistema de “autorización previa”: un listado de condiciones draconianas -no clínicas, sino dinerarias- para dar el visto bueno a una factura. El método es bien sencillo: denegar coberturas para maximizar beneficios. Forma parte de ese “sueño” americano inoculado en la conciencia colectiva de millones de norteamericanos que llevan toda una vida detrás del cacareado sueño sin encontrarlo.

¿Ahora usted se preguntará que tiene que ver la sanidad privada estadounidense con las escuchas filtradas sobre la trama de la privatización del fútbol argentino? Mucho más de lo que cree. Forman parte del mismo modelo. Un sistema donde todo es susceptible de ser privatizado, donde todo pasa por ser una mercancía, una oportunidad insoslayable de hacer caja.

El “sueño” americano de Milei pasa por privatizarnos hasta las muelas, con el fútbol como la muela del juicio. Esa necesidad por lo profundamente innecesario. Tal vez usted no tenga sanidad, ni dinero para educar a sus hijos, pero cuente con su equipo cotizando en Wall Street. Sabemos que esto no llena la heladera, ni te permite llegar a fin de mes, pero se agradece cuando un Gobierno se preocupa de forma tan obsesiva por las pasiones de sus ciudadanos.

“Es muy importante esto para Javier Milei y me lo dio a mí para que los gestione”, expresaba la diputada nacional de la Libertad Avanza Juliana Santillán en un audio filtrado y recogido en la excelente nota de Vardan Bleyan en este periódico. Una trama diseñada por el Gobierno para avanzar en la privatización del fútbol argentino desde el Ministerio de Justicia hasta la Inspección General de Justicia. “Te puedes convertir en héroe”, le proponía Santillán a Juan Cruz Sanz, periodista y presidente ejecutivo de Bancruz de Río Gallegos. “Hace cuatro meses que trabajamos con Federico (Sturzenegger), Garro, Scioli y Cúneo Libarona en esto, que habilita la inversión extranjera, viene a ser como una especie de fideicomiso”, manifestaba sin mucha convicción la legisladora, en un desnudo mental que puso al descubierto las tres o cuatro neuronas de un proyecto salido de un cerebro hecho jirones. Un extremo “mileista” de auténtica descomposición política, social y deportiva en la que el Estado se desentiende de los servicios básicos, de la solidaridad más elemental, de la cohesión más primaria.

Lo aleccionador de este Gobierno es que muchos están descubriendo lo jodido que es ser pobre.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979