Felipe tiene solo siete meses y, a causa de una afección en su salud, está conectado a un corazón artificial y en la lista de espera urgente para recibir un trasplante. Por la 750 su padre, Juan Manuel Palagani, contó su historia y remarcó la importancia de que la sociedad tome conciencia de la importancia de ser donantes de órganos.

Entrevistado por La Mañana, Juan Manuel comenzó su relato contando que, los primeros meses de vida, Felipe se encontraba bien. No fue hasta que tuvo un cuadro de bronquiolitis cuando saltó a la luz una patología que tenía en el corazón.

“En la guardia descubren que tiene el corazón muy agrandado. A causa de eso, su corazón ocupaba casi tres cuartos del pecho, no consigue contraerse y bombear la sangre a todo el cuerpo”, contó.

Inmediatamente, desde el hospital de Neuquén, de donde son, decidieron trasladarlo hasta Buenos Aires, donde finalmente ingresó “bastante grave” en el Hospital Italiano, sanatorio en el que está hoy en día.

Allí los médicos pudieron estabilizarlo y hasta lograron que Felipe pueda descansar sin asistencia interna ni drogas. Este pequeño respiro, contó el padre, hizo que, al menos, pudieran para Navidad con Felipe fuera del hospital.

Pero el 3 de enero Felipe sufrió una serie de infartos, “por lo que no quedó más alternativa que conectarlo al corazón artificial”. Esto se debió, explicó Juan Manuel, a que si su corazón falla, “es casi seguro que no van a poder reanimarlo”.

“Porque el corazón está tan dañado que lo más probable es que no vuelva a reaccionar. La única opción es conectarlo a esta máquina que suple la función del corazón y en parte de los pulmones y el riñón”, remarcó.

A lo que agregó: “El tema es que una vez conectado no hay vuelta atrás. La realidad es que por suerte y desgraciadamente uno no toma consciencia de estas cosas hasta que pasan”.

Esto hace que la única alternativa para Felipe sea el trasplante: “Si bien hoy existe la Ley Justina, en los pediátricos no pasa. Para que haya trasplante tiene que haber expreso consentimiento”.

En este punto, el pedido de la familia es hacia la sociedad para una toma de consciencia: “Son pocos los dadores pediátricos. A mí hoy me toca afrontar la realidad de que a él le puede pasar algo”.

A lo que agregó sobre las familias que pierden niños en los primeros meses de vida: “Es algo que no se supera. Se aprende a vivir con la pérdida de un hijo. Pero también hay algo de que a través de la pérdida se puede dar vida”.

La donación de órganos puede salvar más de una vida. Eso puede significar vida o calidad de vida para otra persona. Entonces, es eso. Es visualizarlo, porque a veces creemos que mostrar el destino de la donación puede ayudar a un papá a tomar esta decisión”, finalizó.