Pepe                            9 puntos

República Dominicana/Alemania, 2024.

Dirección, guion, edición y música: Nelson Carlo de los Santos Arias.

Fotografía: Camilo Soratti, Roman Lechapelier, Nelson Carlo de los Santos Arias.

Intérpretes: Jhon Narváez, Sor María Ríos, Fareed Matjila, Harmony Ahalwa, Jorge Puntillón García, Shifafure Faustinus, Steven Alexander.

Estreno: exclusivo en la plataforma MUBI.

En julio de 2009, el curioso incidente llegó a los portales de prensa internacionales que difundieron la noticia por todo el mundo: la agencia medioambiental colombiana había ordenado al ejército de su país –que a su vez contrató cazadores profesionales- matar a tres hipopótamos silvestres ante la preocupación de que estuvieran dañando cultivos y poniendo en peligro a los seres humanos. El resultado fue la muerte de un ejemplar joven, apodado Pepe. Las fotos del hipopótamo muerto se hicieron virales y provocaron una protesta mundial. Pepe era descendiente de una pareja de animales que el célebre narcotraficante Pablo Escobar había importado especialmente desde las sabanas africanas a su lujosa Hacienda Nápoles, en Colombia, en la década de 1980, cuando fundó un zoológico en sus dominios y cuyas criaturas terminaron dispersas por las regiones más recónditas del país.

Sobre este episodio, cuyo epílogo está lejos de escribirse (hasta el año pasado había más de 160 hipopótamos silvestres en la región del Río Magdalena), el cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias realizó Pepe, una película excepcional en varios sentidos. Extravagante, desmesurado, literalmente fuera de cauce, el segundo largometraje del director (que ya había deslumbrado con su opera prima Cocote, estrenada en el 2018 en la Sala Leopoldo Lugones) tiene como protagonista nada menos que al hipopótamo Pepe, que le da su título al film. Como si fuera William Holden flotando ya sin vida en una piscina de Hollywood en el comienzo de Sunset Boulevard (1950), el bueno de Pepe cuenta –en una voz en off que alterna su lengua materna, el afrikáans, con su lengua adoptiva, el castellano- toda su increíble historia de vida a partir de su muerte, en un fangoso río colombiano.

Más que un film-río, auténtico film-delta -en un sentido metafórico pero también literal- Pepe es una película que no le teme a la deriva, que disfruta de perderse en sus afluentes, y que abraza la digresión con un placer lúdico que tiene mucho de la fantasía de un relato infantil (no por nada De Los Santos Arias incorpora, entre tantos otros elementos, un simpático dibujo animado con las aventuras del hipopótamo).

En sus muchos recodos y meandros, Pepe le hace lugar a material de archivo sobre la muerte de Pablo Emilio Escobar Gaviria en 1993, retrocede para imaginar un ridículo tour de alemanes en 1981 por Sudáfrica y avanza hasta el siglo XXI, cuando un grupo de pescadores de la región del Magdalena Medio va a quejarse a la autoridad local (un policía tan veterano como pachorriento) de la presencia de criaturas extrañas que amenazan sus botes y sus redes. Lo que no les impide, por otra parte, organizar un concurso de belleza con las chicas de la región, que llegan por la tan temida vía fluvial adornadas con unos vestidos alegóricos a la naturaleza desbordante en la que viven.

Si hay algo que se impone por sobre ese conjunto tan heterogéneo es el barroco caribeño, lo “real-maravilloso”, nunca exento de un humor absurdo. Con una libertad absoluta, Nelson Carlo de los Santos Arias –ganador del premio a la Mejor Dirección en la Berlinale 2024- propone una suerte de collage donde las sorpresas, y son muchas, esperan siempre agazapadas debajo del agua, como los hipopótamos del zar de la cocaína. No parece una casualidad sino una ironía del destino –resaltada por el realizador- que Pepe haya caído abatido a balazos como el que alguna vez fue su dueño. El propio hipopótamo, dueño de una envidiable autoconciencia, lo dice muy bien, con su voz cavernosa: “Es una maldición que huele a muerte, a gringo, a arepa…”