Las cifras que arroja la Organización Mundial de la Salud (OMS) son elocuentes: en poco más de tres décadas, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se cobró alrededor de 35 millones de vidas. 

Los conocimientos en cuanto a formas de prevención y transmisión han aumentado considerablemente, pero, treinta años atrás, los mitos y la desinformación generaban resistencias y prejuicios. “Había temores de trabajar con el virus en aquella época”, recuerda Horacio Salomón.

Doctor en el área de Virología e investigador superior del Conicet, Salomón es director del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (Inbirs), llamado anteriormente Centro Nacional de Referencia para el Sida (CNRS). En 1989, el CNRS, con Salomón a la cabeza, se convirtió en el primer laboratorio en aislar el HIV-1 en Argentina. Hoy, el Inbirs, que depende de la UBA y el Conicet, se convirtió en un centro de referencia en el área. 

–¿Cómo analiza estas décadas en relación al estudio del VIH?

–En un principio, hubo mucho estigma y discriminación, especialmente, porque la vía sexual fue un modo muy común de contagio. Uno de los grandes quiebres, desde el punto de vista de conocimiento, se produjo en 1996, cuando surgieron los tratamientos combinados que lograron mejorar la calidad y, sobre todo, la sobrevida de los pacientes. Hace 30 años, hacías un diagnóstico de VIH y te preguntaban cuánto tiempo de vida les quedaba a los pacientes. Hoy, ese escenario cambió. El VIH es un modelo de medicina donde el conocimiento científico se aplica permanentemente: si uno ve las guías de tratamientos para pacientes, van cambiando cada dos años porque hay conocimientos nuevos. Tanto la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como la OMS insisten en que se necesitan cambios en los sistemas de salud para lograr controlar la epidemia, porque el conocimiento y las herramientas para controlarla está.

–Actualmente, ¿cuáles son los principales desafíos?

–Una vez que el virus ingresa al organismo, no puede ser eliminado. El principal desafío es entender esos mecanismos por los cuales el virus sigue permaneciendo en reservorios. Por ahora, sólo podemos controlarlo, pero no erradicarlo. En el caso de otros virus, la solución definitiva viene por vacuna, pero en el caso del VIH es muy difícil porque no se conoce la inmunidad natural. Con este escenario, hay que seguir profundizando los estudios de ciencia básica para conocer más al virus. 

–¿Cuánto considera que han evolucionado las políticas de prevención?

–Las políticas de prevención van cambiando de acuerdo al conocimiento. El preservativo sigue siendo una muy buena herramienta, pero es necesaria una prevención combinada. El gran objetivo a nivel global son las denominadas “90-90-90”: si se logra diagnosticar al 90 por ciento de las personas que tienen VIH; si logramos tratar al 90 por ciento y si logramos que el virus no sea detectado en el 90 por ciento de las personas, estaríamos con la epidemia prácticamente controlada para el 2030. Es un gran desafío a los sistemas de salud.

* Agencia CTyS-UNLaM.