Desde hace tres años, PROA21, el espacio que funciona como un laboratorio de investigación ubicado a una cuadra de la Fundación PROA en el barrio de La Boca, desarrolla el programa Temporada Alta. Es una iniciativa que acompaña y financia a creadores jóvenes en sus procesos de exploración, creación y producción de obras escénicas que se estrenan cada verano en el jardín de la institución. Desde este sábado 11 de enero, cuatro artistas con perfiles distintos pero todos con muchas ideas, ávidos de arriesgar y de explorar nuevos terrenos, desembarcan con sus creaciones tras recorrer un camino de búsqueda secundados por tutores de lujo.

El primero de ellos es Grupo BESA, la compañía novel que sorprendió con Breve enciclopedia sobre la amistad, y que se define como un grupo volcado a la experimentación y al cruce de estéticas diversas y disciplinas como la música, la danza, las artes visuales, la performance y el teatro. Van a presentar Est***do esperpento (Estúpido esperpento) los sábados 11, 18 y 25 de enero a las 20. “Trabajaron con la historia de la Mansión Cichero, la casona construida en 1868 hoy sede de PROA21, y con la idea de explorar historias de terror. Querían abordar el terror desde lo corporal y lo matérico y tuvieron de tutora a la actriz, directora y dramaturga Florencia Bergallo que profundizó mucho en la voz y la gestualidad de los intérpretes”, cuenta a Página/12 Gabriela Karasik. Ella es una de las responsables de Temporada Alta junto al equipo de programación y producción de PROA21 integrado por Santiago Bengolea, Renzo Longobucco y Pilar Victorio. Según anuncian, la propuesta articula el grotesco, el humor y lo siniestro para explorar lo desconocido a partir de la desaparición de un guardaparque tras enfrentarse a una misteriosa criatura. Un equipo de rescate sale a buscarlo y en el camino se topan con situaciones que develarán lo reprimido y lo monstruoso que habitan en los integrantes del equipo.

Los sábados 1, 8 y 15 de febrero, siempre a las 20, se podrá ver De riesgo, una pieza de Dana Crosa (Lomas de Zamora, 1992), actriz pulpo que escribe, dirige y produce, conocida entre otras cosas por la creación de las series Esto no es un hotel y Mejor quemarse, producciones de la UNTREF que tuvieron proyección internacional siendo la última premiada en Cannes. “Es una investigación muy interesante sobre los dobles de riesgo y sobre lo que implica poner el cuerpo en nombre de otro. Trabajaron en el jardín explorando los golpes, los saltos, se filmaban, van a usar la pantalla. Contrataron un doble de riesgo real para que los entrene y él va a estar ahí, siendo uno más en las funciones. Es un trabajo delirante, gracioso, viñetado, que plantea distintas situaciones en relación a ese tema”, anticipa Karasik. Como tutor contaron con Mariano Llinás, referente del cine argentino independiente. “Se produjo un match increíble entre ellos. Estamos muy contentos porque queríamos que algún proyecto tuviera una expansión hacia lo cinematográfico”, comenta la gestora cultural.

Hacia fines de febrero, el sábado 22 y el 1 y el 8 de marzo llegará La granja de don Carnal y doña Cuaresma, de Malena Giaquinta. “Malena viene del campo de la performance, la coreografía, la danza. Está haciendo el programa de cine de la Universidad Di Tella, estudió crítica de artes en la UNA y, como el grupo BESA, también se volcó a investigar el género del terror pero derivando en algo de más inspiración folk cercano al imaginario El mago de Oz”, anticipa Karasik. El cineasta y guionista Demián Rugna, reconocido en el cine de terror y cuyo film Cuando acecha la maldad recibió el Premio al Mejor Largometraje del Festival de Sitges en 2023, fue el tutor. “Se dio un cruce entre dos artistas como Guiaquinta y Rugna con trayectorias alejadas pero que produce destellos muy particulares”, adelanta.

Por último, los sábados 14, 22 y 29 de marzo se presentará Composición de verano de Santiago Nader, artista tucumano nacido en 1997 con una trayectoria en el teatro de texto. Se formó en dramaturgia con Ignacio Bartolone, Maruja Bustamante, Ariel Farace y Mariano Tenconi Blanco, estudia Artes de la Escritura en la UNA y recibió la beca Fulbright - Fondo Nacional de las Artes para perferccionarse en la Universidad de California, San Diego. La obra que pergeñó para el jardín de PROA21 con el cineasta y escritor Santiago Loza como tutor, se relaciona con una Buenos Aires devastada en la que sólo quedan dos sobrevivientes con personalidades contrapuestas. “Ellos reflejan una dinámica bastante típica de las relaciones humanas donde uno es más proactivo y exigente, y el otro más relajado. Es interesante el uso que hacen de objetos  y cómo esos objetos van trayendo, traficando historias de lo que eran sus vidas antes”, advierte Karasik. En esa ciudad donde todo ha sido destruído, a cada uno solo le queda el otro y el jardín. Así que a pesar de las diferencias, convendrá aceptarlas y amigarse con ellas.

Los cuatro artistas elegidos para esta tercera edición resultaron de un proceso de búsqueda riguroso y horizontal. Lejos de seleccionar en forma autónoma, el equipo de programación y producción de PROA21 invitó a los artistas y a los tutores de la edición anterior a armar un listado de nominaciones. “Buscamos que ellos, que conocen el campo artístico desde adentro, sugieran candidatos como una manera de pasar la antorcha. Es una forma de que no sean solo nuestras cabezas como programadores y productores pensando sino con una idea de abrir el juego”, explicó Karasik. La lista inicial superaba los cincuenta candidatos, finalmente quedaron sólo cuatro. “Nos interesa que en el arco de los cuatro grupos haya algo así como una radiografía de la diversidad de lo que es la escena en la actualidad. Nos sorprendió que dos propuestas fueran por el lado del terror y del horror pero a la vez con humor y diversión”, explica.

El punto de partida fue siempre el mismo, crear un proyecto inédito y específico para el jardín de PROA 21, no uno que tuvieran en carpeta. Y los caminos para llegar a ese puerto resultaron muy distintos. “Grupo Besa y Dana Crosa, por ejemplo, dedicaron todo el primer mes y medio a acopiar materiales; en cambio, Santiago Nader, desde habitar el jardín, empezó a armar una dramaturgia”, compara. El trabajo comenzó en noviembre en el territorio: conociendo el espacio, conversando con el equipo de PROA21 y empapándose de la idiosincrasia y la tradición del barrio. Hicieron una navegación profunda por el Riachuelo llegando a provincia, por donde entró a la ciudad Juan de Garay; visitaron el Museo Quinquela, comieron en la pizzeria Banchero, entre otras salidas grupales. Y compartieron una jornada de clínica de trabajo: cada grupo presentó su proyecto y los demás preguntaron. Fue una forma de incentivar el diálogo, el intercambio de ideas entre ellos.

Cada equipo artístico sugirió cuatro posibles tutores y PROA21 eligió al definitivo. “Los tutores no son los responsables de los proyectos, son una mirada externa que les permitió abordar el trabajo desde otra perspectiva y enriquecer sus búsquedas, expandir el diámetro de lo que están investigando para que se den cruces que nutren los trabajos”, advierte. Durante la etapa de investigación y creación, los cuatro grupos trabajaron semanalmente en el jardín. Allí escribieron, discutieron ideas, las probaron, ensayaron y también se produjeron los cuatro encuentros que cada grupo tuvo con su tutor: instancias de discusión conceptual y de ensayos. Finalmente estos experimentos ya están listos para encontrarse con el público cuando cae el sol, en funciones con entrada libre y gratuita en el mismo lugar en el que fueron creados: el jardín de la ex Mansión Cichero. Esta propiedad perteneció a una familia muy prominente del barrio y entre 1917 y 1918, albergó al grupo El Bermellón, una de las primeras vanguardias artísticas de la ciudad. Luego allí funcionaron los talleres de Benito Quinquela Martín, Emilio Centurión y Fortunato Lacámera, entre otros. Un poco más de siglo después, el arte experimental vuelve a tomar ese espacio emblemático.