La reciente designación de la monja italiana Simona Brambilla como Prefecta (ministra) del Dicasterio para la Vida Consagrada en el Vaticano, siendo esta la primera mujer que accede a un cargo hasta ahora solo reservado para los varones, pone en evidencia la decisión de Francisco de jerarquizar la labor de las mujeres en la Iglesia Católica, pero al mismo tiempo sirvió para reinstalar el debate sobre esa cuestión. Si bien el asunto no se reduce apenas a la posibilidad del sacerdocio ministerial de las mujeres, este aparece a primera vista como el tema relevante cuando se lo discute en