Pocos días antes de las elecciones en Alemania, Elon Musk dio un fuerte impulso a la ultraderecha neonazi con una entrevista a su principal dirigente, Alice Weidel, en la red social de su propiedad X (ex Twitter). El hombre más rico del planeta duplicó su fortuna con su respaldo a Donald Trump y aspira a controlar las comunicaciones mundiales a través de su empresa satelital Starlink. En diez días asumirá el nuevo presidente norteamericano que propone a Musk como el modelo de negocios para Occidente.
Menos de dos años atrás, el multimillonario sudafricano se convertía en el hombre más rico del planeta cuando su fortuna personal alcanzaba los 200 mil millones de dólares. Según la revista Forbes, gracias a su respaldo a Trump, en los últimos meses más que duplicó esa montaña de plata al traspasar los 400 mil millones de dólares en un planeta donde miles de millones de seres humanos no tienen para comer.
Musk es el modelo que Estados Unidos propone para competir con China. En vez de ofrecer caminos nuevos, Occidente se dispone a profundizar los que llevaron a su decadencia. En el mundo capitalista neoliberal que se basa en la creciente desigualdad, la incorporación de negocios con nuevas tecnologías involucradas en la comunicación generó productos como Musk con gobiernos controlados por tecnócratas ultracapitalistas con fortunas que exceden al PBI de algunos países.
Trump anunció que incorporará a Musk a su gabinete y el sudafricano dijo que despedirá al 70 por ciento de los empleados de la administración pública federal para reemplazarlos con inteligencia artificial, seguramente provista por sus empresas.
Yago Alvarez Barba, jefe de la sección de Economía del diario digital español El Salto, explicó la duplicación de la fortuna de Musk. Son rubros de tecnologías de punta, que coinciden con las prioridades que se marcó la economía China. La diferencia es que para China se trata de metas nacionales, en tanto que para Musk son exclusivamente individuales.
El más conocido es la fabricación de automóviles eléctricos Tesla. Hace bastante tiempo que fue superada en la cantidad de autos fabricados por la china BYD a la que se le suman varias marcas de ese país. China no sólo estableció esas prioridades para el desarrollo, sino que cambió la matriz del transporte público, que en este momento es eléctrico, lo que implicó una enorme experiencia para mejorar baterías y aleaciones.
Los automóviles chinos barrieron con las marcas occidentales y asiáticas. Ford, Volkswagen, FIAT y Mercedes han tenido que cerrar fábricas y se quejan porque no pueden competir con las marcas chinas. En 2035 se dejarán de fabricar autos con motores a explosión en Europa. La eliminación de los gasoductos rusos subió los precios de la energía lo que hizo perder competitividad a la industria europea.
Frente a la invasión de vehículos chinos, el anuncio de Trump de medidas proteccionistas envió al cielo las acciones de Tesla. Según Alvarez Barba, de cien mil millones de dólares que valía la parte de la empresa que pertenece a Musk, saltó a 160 mil millones. Twitter le costó 40 mil millones. Sólo con Tesla, amortizó esa inversión que usa para hostigar a gobiernos que no son amigables con sus negocios.
Space X es otra de las empresas de Musk, conocida por llevar al espacio a multimillonarios excéntricos. Pero el negocio verdadero con esas performances es impresionar a la NASA para convertirse en uno de sus principales proveedores. Ya se habla sobre un jugoso contrato.
La empresa se propone enviar doce mil satélites a órbitas bajas para ofrecer Internet en todo el mundo a través de la empresa Starlink, también de su propiedad, desplazando a los demás proveedores y controlando las comunicaciones globales. Otro producto que ya tendría un contrato multimillonario es una red similar de satélites, Starshield, pero sólo para las comunicaciones encriptadas de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
En Junio del año pasado, Space X estaba valuada en 200 mil millones de dólares. Tras la victoria de Trump, ahora su valor es de 350 mil millones de dólares, según Blumberg. La Unión Europea tiene su propio proyecto de comunicación satelital militar bautizado Iris 2. En parte, el motivo de la campaña de mentiras y falsa información lanzada por X, busca desplazar a los gobiernos conservadores y socialdemócratas que impulsan este proyecto y reemplazarlos o arrinconarlos por los ultraderechistas.
El otro negocio es el de las criptomonedas. Musk tiene importantes inversiones en una de ellas, cuyo valor subió el 250 por ciento desde el triunfo de Trump.
Elon Musk se ha convertido en el arquetipo del modelo que Estados Unidos le ofrece al mundo y al que adscribe con fanatismo el presidente argentino Javier Milei. Se trata de una distopía donde cuatro o cinco megaempresarios favorecidos por el proceso de concentración del capital controlan a un mundo empobrecido, del que sacan y ponen dirigentes gracias a su control de las comunicaciones.
Cuando compró Twitter y la transformó en X, Musk sacó todo tipo de control de discursos de odio o mentiras, alteró el algoritmo para que favorezca su ideología y lanzó campañas de falsa información para intervenir en los procesos políticos en todo el planeta. En las últimas semanas acusó al primer ministro británico Kay Starmer y a su antecesor Gordon Brown, ambos laboristas, de proteger bandas de prostitución infantil. Y ahora publicó una entrevista con la dirigente de los neonazis alemanes de Alternativa para Alemania.
Otro millonario de las comunicaciones, el dueño de Facebook, WhatsApp, Instagram, Messenger Live y Threats, Mark Zukerberg, anunció que retirará todos los “verificadores” de contenido de sus plataformas. El control en Argentina era un chiste, pero lo que sale a defender Zuckerberg es su derecho omnímodo como propietario, aunque se trate de un servicio público como la información y la comunicación.
Molestos por las intervenciones de Musk a través de X, los líderes europeos abandonaron su parsimonia con las redes. El presidente francés, Emmanuel Macron exhortó a “conseguir una agenda de defensa de la democracia”. Cada vez es más evidente que sin un marco regulatorio para las falsas noticias, los discursos de odio o el juego clandestino que se introduce en los hogares, la democracia resulta imposible.
El más claro fue Lula: “Lo que queremos es que cada país tenga su soberanía protegida. No puede ser que una, dos o tres personas crean que pueden herir la soberanía de una Nación. Me parece gravísimo que quieran que la comunicación digital no tenga la misma responsabilidad que el que comete un delito en la prensa escrita”. Hasta la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), en la que muchos de los medios corporativos que la integran han protagonizado campañas furiosas, criticó la decisión de Zuckerberg porque “debilita los esfuerzos necesarios para combatir la propagación de noticias falsas”.
El brutal modelo Musk que propone Estados Unidos abrió el gran debate sobre las sociedades distópicas que tienden a generar las nuevas oligarquías tecnocapitalistas que han acumulado un poder económico y comunicacional frente al cual las democracias están indefensas.