“Acá secuestraron”. “Acá restituimos identidades”. “Acá violaron”. “Acá bailamos”. La hilera de carteles sobre la reja de la ex ESMA, contrastando lo que fue un centro clandestino de tortura y exterminio con lo que es un Espacio de Memoria y Derechos Humanos, fue parte del “Banderazo” con que trabajadores y trabajadoras que resisten el vaciamiento por parte del gobierno de Javier Milei le hicieron saber ayer a miles de automovilistas que circulaban por la Avenida del Libertador su lucha contra “los despidos masivos, la crueldad, las extorsiones, la persecución y la violencia” –según el resumen de la Junta Interna de ATE en el Ministerio de Justicia– que en este caso tiene por cara visible a Alberto Baños, titular de la Secretaría de Derechos Humanos. “Vamos a seguir trabajando para construir el 24 de marzo más multitudinario que podamos, no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino en todo el país. Queremos que quede claro que hay un consenso alrededor del Nunca Más que como sociedad no vamos a permitir que pongan en duda”, destacó Nana González, trabajadora del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y secretaria adjunta de ATE en el Ministerio de Justicia.

La nota del día de la gestión de las fuerzas del cielo en el que fuera el mayor centro clandestino de la Armada durante la última dictadura la dieron agentes de la Policía Federal, asistentes personales del secretario Baños y hombres trajeados sin identificación, a quienes se encomendó la misión de acompañar (controlar) a los despedidos y despedidas del Conti a retirar sus pertenencias personales del espacio de trabajo y militancia al que aportaron tiempo y esfuerzo en muchos casos desde su fundación, hace 16 años.

Si la regla para los trabajadores del Conti durante 2024 fue el destrato (Baños recibió por primera y única vez a los delegados en enero), la estigmatización, el trabajo sin interlocutores por parte de la gestión mileísta y la invitación a alejarse con retiros (poco) voluntarios, el sablazo mayor llegó el 31 de diciembre a primera hora de la tarde, cuando el titular de la Secretaría les hizo saber por WhatsApp que “se procede al cierre” del centro cultural “a partir del 2 de enero de 2025”, presuntamente “a efectos de velar por una adecuada reestructuración interna, rearmado de equipos de trabajo y análisis de la programación del año entrante”.

En los días siguientes, en medio de la angustia, la incertidumbre y la organización de la resistencia colectiva, se llegó a un acuerdo para que ayer pudieran entrar a retirar sus objetos personales. “Cuando llegamos estaba la policía. Nos hacían pasar en grupos de cinco y un policía acompañaba a cada trabajador a su escritorio, donde retiraba sus cosas: un mate, un portarretrato de la familia, una plantita, algún libro, algún apunte, algún cuadro que habíamos colgado”, contó la delegada de ATE. “Matías Cerezo, coordinador del área de Estudios de la Memoria y Proyectos Culturales, retiró una foto de Rodolfo Walsh que era de Eduardo Jozami”, que dirigió el centro cultural desde su fundación hasta 2020.

Según lo que pudieron recabar los trabajadores, los hombres trajeados respondían a un asesor de Baños de nombre Alejandro Urroz, quien no tendría designación formal en la administración libertaria. Cada trabajador tenía que informar nombre y apellido y área de trabajo a los hombres de gris, que chequeaban los datos con un interlocutor en las sombras antes de autorizar el ingreso. Entonces algún policía de uniforme, incluidas mujeres, acompañaban hasta el escritorio en cuestión.

“La policía nos impidió ingresar a nuestras computadoras para para retirar los archivos personales. Un espacio que la sociedad llenó de vida luego de tanto horror, hoy este gobierno lo vuelve a llenar de fuerzas represivas y terror”, contó ATE junto con un video que filmó un trabajador mientras volvía fugazmente a su lugar de trabajo. “Esto que fue un campo de concentración hoy está intervenido por la policía y por los servicios”, relató mientras grababa.

La actividad se cerró con un acto en la escalinata de la Secretaría de Derechos Humanos, frente a la ex “plaza de armas” donde el dictador Emilio Massera arengaba a los marinos, en el que hablaron trabajadores despedidos y compañeros que acercaron su solidaridad. “Esto que parece desordenado es un gran y hermoso gesto de unidad y amor, compañeros. Cada vez se acerca más gente a estas movidas, porque claramente los derechos humanos y la memoria es algo que le interesa al pueblo argentino, es algo que hemos construir durante 40 años y es parte de nuestra identidad nacional”, afirmó Octavio Rampoldi, delegado de ATE que ofició de coordinador. La lucha continuará con actividades con los trabajadores de todo el Espacio para la Memoria, con vistas a “construir el 24 de marzo más multitudinario que podamos, no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino en todo el país”.