"Comemos lo que la industria quiere, no lo mejor. Y podríamos tener una industria nacional para que los argentinos comamos alimentos mejores y a mejor precio. Pero no. Las cadenas internacionales de supermercados, la industria alimenticia, ya estructuró todo, ha sido una privatización invisible: la de las góndolas". Lo dice Sebastián Ferro, presidente de la cooperativa La Nueva Argentina, una experiencia que va por su tercer año y que enhebra una constelación de organizaciones diversas, intermedias, de productores, de otras cooperativas, con el objetivo común de eludir el circuito comercial convencional y arrimarse a un concepto tan en desuso como lo es la soberanía alimentaria.

La cooperativa se armó en 2022, y vincula la producción de alimentos de la economía social, con canales de comercialización por fuera de las estructuras convencionales, eliminando intermediarios y acercando productores y consumidores. "Nuestra mirada se centra en la integración de fuerzas y voluntades de todo el país para construir posibilidades reales. Guiados por los principios cooperativos, nos esforzamos por promover la justicia social, el desarrollo territorial y la solidaridad en cada acción que emprendemos. Estos principios son la brújula que guía nuestra visión y acciones", reza el preámbulo de organización en su portal de internet.

En diálogo con este diario, Ferro -que integra además la comisión directiva de la Asociación Empleados de Comercio Rosario (AEC), donde es secretario general Luis Batistelli- recalcó ese punto que hace a la razón de ser de la cooperativa, y su propósito de dejar en evidencia que existen otras formas de consumo más saludables, democráticas y económicas.

"Es como un proyecto político no partidario, articular el alimento argentino que sale de la tierra, que involucra a pequeños productores, a trabajadores, a los consumidores, en una cadena que no está articulada. Y la razón es porque el supermercadismo, las cadenas internacionales, se encargaron de articularlo antes en su beneficio. Entonces hacemos este esfuerzo por organizarnos para ganar todos, y resulta que muchas cooperativas encuentran aquí, tal vez la góndola que no tienen para vender su producción, algo indispensable para su desarrollo", explicó.

La atmósfera de La Nueva Argentina está plagada de ejemplos en ese sentido. Microhistorias de capas populares de la sociedad que se reinventan y se unen para salir adelante, hasta ahora en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos, con una decena de proveedurías como las de AEC en Rosario.

La Cooperativa de Trabajo de Zavalla, por ejemplo, es el resultado de una readaptación de pequeños productores agrícolas lindantes al ejido urbano de esa localidad. Como la legislación vigente les impide fumigar en el periurbano y, por lo tanto, quedan fuera del sistema de agricultura intensiva, la comuna local invirtió en promover una reconversión de estos productores hacia la agroecología. Así se armó la cooperativa y hoy produce una harina integral ecológica, a 950 pesos por kilo como precio final, un tercio del valor promedio del mercado. Esta se ofrece en la proveeduría de Empleados de Comercio

"La idea ahora es invertir en una envasadora para llevarla a gran escala y ponerla en el resto de las proveedurías, solo así es posible el desarrollo", amplió Ferro.

En La Nueva Argentina se encuentran múltiples exponentes de la producción del interior. Desde la fábrica de dulce de leche Capyc, en la localidad cordobesa de Devoto, pasando por Cotar, el banco Coinag desde las finanzas, y más.

Vale enterarse de la experiencia de Apymil, una asociación de pymes lácteas que agrupa a medio centenar de queseros de Santa Fe, cada uno siendo la fábrica que motoriza el empleo en cada pequeño pueblo. En la provincia se produce el 50% del queso azul que se consume en Argentina, sin embargo estos pequeños productores no pueden entrar a los supermercados con su producción, copada por la gran industria. Entonces, La Nueva Argentina y su red de proveedurías es la salida.

En Pérez, una cooperativa elabora galletitas veganas. Produce una línea de chocolate sin grasas trans, tanto o más rica que las de primera marca que venden supermercados y quioscos. "Si la envasamos y la ponemos al mismo precio, la gente las elige, encima es sana. Pero comemos lo que la industria quiere que comamos, no lo mejor", ponderó Ferro.

Desde Mendoza, llega el jugo Pura Fruta, según Ferro, es el producto de 16 naranjas exprimidas y nada más, sin agregados. "Ese jugo delicioso tendría que ser masivo, porque es sano definitivamente", dijo.

La yerbatera Tucanguá, con Flor de Jardín. "Es agroecológica, no causa acidez, es fabulosa. Y cuando le vendía a las yerbateras grandes, al punto de abastecerles el 30%, terminaban cobrando a los 5 meses. Entonces se la vendemos nosotros". 

"Desde las primeras reuniones nos dábamos cuenta de que muchos teníamos lo que otros necesitaban. Queremos que cada actor se desarrolle y por eso fuimos poniendo bocas de expendio para que cada emprendimiento llegue al consumidor. Tenemos un valor que la gran industria no lo tiene: el amor por el producto, el cuidado, la receta, lo saludable. Es un plus que debemos poner en valor, es lo que se viene, y más en un país como este donde hay condiciones para hacerlo a pesar del contexto económico", agregó.

"Se trata de articular -continuó el presidente de la cooperativa- unir proyectos y lo hacemos a contracorriente porque todo está estructurado para que no se haga. Es conectar al que produce con el que empaqueta, con una cooperativa de camiones que hace logística, con las góndolas de nuestras proveedurías, y así", resumió. "En los '90 se privatizaron empresas del Estado, muchas cosas visibles, pero no nos dimos cuenta que también se privatizaron las góndolas. Las grandes cadenas de supermercado manejan el consumo argentino. Detrás de marcas tradicionales del país hay un capital internacional que las mueve. Las distribuidoras que van a los comercios más chicos también están en esa lógica. 

"Cuando uno camina las provincias -concluyó Ferro- se da cuenta de la inmensa riqueza que hay y que no está valorada. No hay política que la fomente, hay intereses contrarios a eso. Nuestra misión es ir a contrapelo de esa tendencia y organizarnos como pueblo".