Los vendedores de ilusiones, jóvenes “chantas digitales” que se mueven como peces en las aguas de las redes sociales, quieren ser millonarios. El sueño se vende inicialmente a través de una masterclass gratuita para enganchar a vulnerables con la autoestima muy baja que necesitan la promesa de un futuro “exitoso”, como emprendedores de su propio destino; una vida sin jefes donde el “ascenso social” se consigue entrenando duro en el gimnasio y ostentando Rólex, autos de alta gama como el Lamborghini (“Lambo”, como lo llaman), departamentos o casas con vistas increíbles en las zonas más caras de la ciudad y viajes a Miami y Dubái. 

Esta generación no canta que “el lujo es vulgaridad” como Los Redondos, un concepto que estaba en Jorge Luis Borges, que sentía el lujo “como una forma de guarangada”. Lo gratis, después, sale caro: el curso “sala comunidad” que ofrece Matías Cardozo, una charla motivacional para “que empieces a escapar del sistema”, cuesta 50 dólares al mes. En un escalafón superior, está el “curso sala” (“una formación donde no solo aprenderás a cambiar tu identidad por completo, sino también a crear un negocio de cero”) para el que hay que pagar 900 dólares mensuales, 1500 dólares por tres meses y 2500 dólares por seis meses.

Nuevo ejército digital

Matías Cardozo, “el Colorado Ponzi” --como lo llaman quienes lo cuestionan-- tiene 19 años y es correntino. “Pasé de un pueblo a hacer 130 mil dólares al mes”, asegura en sus redes sociales y revela que tiene 10.000 alumnos al mes. Su “mentor” --el paradigma aspiracional de donde vienen todos estos jóvenes gurúes digitales-- es un el influencer español Amadeo Llados, dueño de la “escuela Tu1millon”, “un chaval normal nacido en un pequeño municipio del norte de Madrid”, que según cuenta, en 2015 estaba fregando platos y con 50 dólares en el banco, “hasta que encontré quién era y mi propósito a través de ayudar a los demás”. Dice que en 2018 se hizo millonario y desde entonces, ayuda a ganar dinero y a escapar del sistema. 

El mito del “origen humilde” de Llados lo desmontó una investigación de Público: estudió en el King’s College, un colegio británico premium de Madrid. El influencer fue denunciado por nueve personas por delitos de estafa agravada, odio y organización criminal por la venta de cursos a través de Internet en los que promete "hacerte millonario". El delito de estafa es porque el joven español que vive en Miami hace creer a sus clientes que van a obtener un título legítimo por recibir su curso, cuando no tiene competencias para emitir certificado de estudios. Pero lo que agrava el asunto es que utiliza el sistema piramidal, en el que son los propios seguidores los que deben encontrar nuevos clientes, es decir, vender el mismo curso que tomaron. Respecto al delito de odio, Llados se hizo popular en las redes sociales por discriminar a las personas con sobrepeso y a quienes tienen bajos ingresos, “los mileuristas”, como se refiere con desprecio a quienes ganan mil euros al mes.

Estos jóvenes “vende humo”, que crecen como hongos en las redes sociales, quizá se conviertan en el mayor ejército digital jamás visto hasta ahora. El celular, como si fuera una extensión de la mano, registra momentos de sus vidas. Se despiertan a las 5 am porque "hay que levantarse antes de que salga el sol", en cualquier lugar y circunstancia, y entrenar en el gimnasio, hacer burpees (salto de rana). 

Aunque hablen de la “marca personal”, se evidencia una misma matriz: un pastiche de libros de autoayuda. No consideran que sea una estafa o algo inmoral lo que hacen: vender cursos con la promesa de que podrán tener un Lamborghini, viajar seguido a Miami o vivir en Dubái. Basta con dejarse llevar por el algoritmo en cualquiera de las redes, para ver que cada vez hay más adolescentes entre 15 y 16 años --incluso chicos de 11 años-- sumergidos en esta narración donde proliferan palabras como "marca personal" y "negocios". La pérdida de dinero abonando cursos podría ser un “mal menor”, en comparación con un patrón de comportamiento que consiste en “ir contra el sistema”, dejar los estudios, la escuela secundaria o la facultad, porque estudiar “no sirve para nada”.

Amadeo LLados, influencer español.


El arte de la simulación

Cardozo es la punta del iceberg de estos impostores digitales que se entrenan en el arte de la simulación y la mentira. Ahora mismo basta entrar a cualquiera de sus redes sociales para ver que está en Miami y que se encontró con su “mentor” o maestro: el inefable Llados. En uno de los videos que subió, se jacta de que está viajando en primera: “Viviendo el puto sueño: Rólex, business; es la tercera vez que viajo y no conozco economy”. En el universo virtual las mentiras parecen tener patitas más cortas: Ariel Campi desmontó el simulacro: “Yo estuve con él en un viaje de Panamá a Buenos Aires, estaba sentado en la fila 30 y luego pidió permiso para grabar un video en business”. 

En los primeros días de este año, un usuario en Instagram lo acusó de haber estafado a un miembro de la barra brava de Boca Juniors. “Vos le debés plata a Marito. Te pagó 150 lucas por una mentoría y lo mandaste a revisar tus historias” denunció el usuario, que también lanzó una amenaza directa: “Devolvé la guita en 48 horas o vas a terminar como lechuga en una valija por Parque Centenario. El que avisa no traiciona”. “Lechuga” le decían a Fernando Pérez Algaba, un asesor financiero en redes sociales que ostentaba una vida de lujos y fue encontrado descuartizado en una valija en Ingeniero Budge. Después de la acusación, circuló un video en que se lo ve al colorado alumno de Llados corriendo por Puerto Madero, mientras otro joven intenta golpearlo. Algunos especularon que podría ser un montaje para ganar más notoriedad. “Mientras más haters tengo, más dinero hago”, reconoció Cardozo.

En “Cómo dominar el miedo”, Cardozo predica su autoayuda digital: “Dios te trajo al mundo no pudiendo dominar nada, excepto tus pensamientos. Te dio el poder de ser consciente de lo que pensás la mayor parte del tiempo. Y todo aquello que pensás conscientemente, se volverá tu realidad. Porque lo que pensás determina tus creencias y tus creencias, tu realidad. Accionarás como eso que te convertiste en base a tus pensamientos, porque las acciones y palabras del humano son impulsos de sus pensamientos. Está muy cargado de significado que dios nos haya dado el poder de dominar lo que pensamos, y este mismo puede dominar el miedo. Ya que el diablo cuando quiere implantar miedo, ataca a tus pensamientos”. En otro video observa que “la gente no paga por información, paga por acercamiento” y que “tu consciencia es la fuente de tus finanzas”, pontifica desde Puerto Madero, donde dice que vive.

Si no quedó claro el funcionamiento de estos cursos piramidales, el “jefe de la banda”, o sea Llados, le vende cursos a personajes como el Colorado (Matías Cardozo), quien a su vez le vende los mismos cursos a otros jóvenes y así continúa la cadena. Otro joven que en Instagram se llama Kinginz se presenta como “el argentino que fue de un Ford a un Lambo (Lamborghini)” y cuenta que tiene más de 500 alumnos. “Te enseño a vivir de las redes”, anuncia. Su mentor es Llados y ofrece la “sala de 0 a 100”, una mentoría para “aprender a crear tu marca personal para generar dinero, cambiar hábitos, dejar vicios y ser tu mejor versión”, a 490 dólares por tres meses o la “sala 0 a 100 VIP” a 1997 dólares por tres meses. El primero de febrero de 2024 posteó en Instagram una serie de fotos de su primer Lamborghini (en una está con Llados) y escribió: “No tengo palabras para explicar lo que está pasando por mi cabeza. Del barrio de Caballito en Buenos Aires a Miami con un fuckin Lambo!! Soñé con este momento desde que vendía celulares en los recreos de la escuela y me compré mi primer Ford Ka. Llegué con 5000 dólares a Miami en el 2018 haciendo Uber y mírame dónde estoy hoy en día brooooo!!!!. “Bro” es la abreviatura de la palabra inglesa “brother”.

La crisis de la sociedad salarial

Ezequiel Gatto, doctor en Ciencias Sociales que estudia los efectos de las tecnologías digitales en la imaginación del futuro, advierte que el sueño del dinero fácil no es algo nuevo. “Se lo puede rastrear en las búsquedas de oro y plata en la experiencia colonial en el siglo XVI, que eran maneras de soñar con una tierra de abundancia, sin malestares, sin penas, sin obstáculos. En eso hay una larga historia, que se puede conectar incluso a nociones religiosas o teológicas como el paraíso”. 

Gatto también es investigador del Conicet y plantea que en las últimas décadas, la vieja práctica de poner el cuerpo –algo que exigía las expediciones en busca del oro-- “ya no tiene sentido porque el dinero no tiene forma, no es metálico”: consiste en sentarse frente a una computadora. “Las redes sociales e internet, con la expansión del dinero electrónico primero, el dinero digital, las criptomonedas, las billeteras virtuales y las tecnologías de las finanzas, son el gran territorio de circulación monetaria. Por lo cual es de esperar que quienes quieran capturar flujos de ese dinero, participen muy activamente de las redes sociales”, reflexiona y encuadra el fenómeno de estos jóvenes que venden cursos con “la evidente crisis de la sociedad salarial, que hace que las posibilidades de conseguir dinero para vivir ya no estén dadas por las formas salariales tradicionales; entonces hay que trabajar de otra cosa como emprendedor o cuentapropista”.

Gatto aporta una perspectiva interesante para comprender este fenómeno de los vendedores de ilusiones. “En un mundo muy incierto como el nuestro, en el sentido estricto de que no sabemos bien qué va a pasar, es muy difícil articular un proyecto y que dure, es muy difícil tener algunas garantías de ordenamiento. Entonces a medida que se incrementa la incertidumbre, a más flujo financiero mayor incertidumbre; esta fantasía de ser millonario tiene que ver con acumular la mayor cantidad de recursos monetarios para lidiar con la incertidumbre. Y esto conecta bastante bien con todos; es transversal. Todos estamos en una experiencia muy incierta y el dinero es una manera de lidiar con eso, sobre todo cuando se dificultan los proyectos colectivos y hay grandes decepciones respecto a procesos previos. Ahí aparece el dinero como promesa: la venta de cursos para vender cursos”.