A veinte días de anunciado, el autodenominado "plan nuclear" de Javier Milei sigue generando más interrogantes que respuestas, y más preocupación que entusiasmo. Desde el área profesional que trabaja en el sector se lo califica como "el desmantelamiento de un programa  nuclear de más de 70 años". Pero también desde las filas de especialistas que asisten al capital privado en el exterior se calificó a la presentación oficial del plan como "un anuncio curioso, algo así como una política de Estado sin recursos públicos, y no hay antecedentes de algo así en el sector energético nuclear; más bien es una invitación al sector privado como diciendo ´queremos que vengan, que hagan las inversiones´, pero en un área en la que los resultados recién se ven en un largo plazo; y eso no es atractivo para el capital privado". 

La propuesta de Milei y su asesor principal en la materia, Demian Reidel, presentado el 20 de diciembre pasado en Buenos Aires y el mismo día difundido a través del Financial Times en Estados Unidos, parecía seguir la tendencia de "apertura indiscriminada al capital privado" y privilegiar un esquema exportador de insumos, que es la característica general de la política en ejecución. Pero en materia nuclear, sin intervención activa del sector público, quedó transformado en un modelo inédito.

El interés principal de la propuesta, que el propio Reidel se encargó de desparramar en sus viajes a Estados Unidos, es convertir a la Argentina en "aliado principal" de los gigantes tecnológicos del Silicon Valley (los Big Techs), en particular en sus ambiciosos proyectos de expansión de los servicios de Inteligencia Artificial (IA). Dado que los servidores que procesan los datos requieren el uso de cantidades inusualmente altas de energía, Argentina y en particular la Patagonia se ofrecen como la locación "ideal" para instalarse, alimentándose de energía limpia (y cara) como es la nuclear, suministrada desde pequeños reactores a desarrollar en el país. 

Los defensores de la soberanía y el desarrollo nacional reaccionaron de inmediato: "se está entregando toda la capacidad acumulada en décadas de desarrollo científico y tecnológico del sector, para convertirnos en proveedores de insumos de estos monstruos tecnológicos del Norte", clamaron. Menos estridentes, desde oficinas cercanas a los capitalistas que recibieron el convite se preguntaron: "¿Qué nos están ofreciendo? ¿Que hagamos toda la inversión desde cero para recoger los improbables frutos quizás en una década?". Algo no les cierra. 

Entre los expertos argentinos que suelen consultar las empresas estadounidenses se encuentra el licenciado en física Alfredo Caro, ex director del Instituto Balseiro (Bariloche) y profesor de la George Washington University, cerca de la cual reside. En una entrevista reciente que dio a un canal de noticias, expresó algunas de esos interrogantes que dejó abiertos el anuncio oficial.

Alfredo Caro recordó que el anuncio de Milei, acompañado por Reidel, fue muy escueto, pero que el mismo día una publicación del Financial Times, con fuentes del gobierno argentino, avanzaba en algunos detalles más precisos del plan: el modelo de reactor pequeño que se utilizaría para generar energía nuclear es el ACR-300 de Invap, con licencia otorgada recientemente por autoridades norteamericanas. Y los capitales a los que se convocó para su desarrollo son de origen también norteamericano.

Según describió Caro, el otorgamiento de la licencia a Invap es un altísimo reconocimiento a sus profesionales, pero sólo indica que hay un desarrollo teórico aprobado. Para llegar al diseño del reactor, se necesita avanzar en al menos tres etapas de desarrollo, y recién a partir de allí se encarga la fabricación o construcción del reactor, para lo cual hay que contar con los productores de sus componentes. 

"Un desarrollo de todas esas etapas lleva unos cuantos años, y su financiamiento parece demasiado prolongado para que resulte de interés de un privado. Es muy curioso que el gobierno convoque al sector privado sin contar con los recursos públicos para el desarrollo del reactor", reflexionó. 

La pregunta que surge es: ¿la intención del gobierno es que Invap le venda el proyecto de reactor con licencia estadounidense a un privado para que éste lo desarrollo y lo explote? ¿Y el gobierno le ofrecería a ese privado "la clientela cautiva", es decir los Big Techs instalados en la Patagonia argentina que demandarían esa energía nuclear de los pequeños reactores cuando entren en servicio?

"La energía nuclear de estos reactores es mucho más cara que la que normalmente se vende en el país", explicó Caro. "Pero las Big Techs lo saben y están dispuestas a pagarla, porque es un mercado aparte por el volumen que consumen; la cuestión es quién le garantiza al privado que va a invertir en el reactor, que va a recibir dentro de tantos años el precio que le permita recuperar lo invertido. Es mucho tiempo. ¿Sin recursos públicos? Es raro". 

¿Privatizaciones?

El conocimiento acumulado, la capacidad y experiencia adquirido por un modelo de desarrollo nuclear durante más de medio siglo se encuentra concentrado en tres pílares fundamentales del sector: la CoNEA (comisión nacional de Energía Atómica), Nucleoeléctrica (que gestiona las centrales nucleares) e Invap. Su mayor capital lo constituyen los recursos humanos que los componen, su cuerpo de profesionales altamente calificados a nivel mundial.  

"El destrato hacia esos profesionales por parte del actual gobierno es moneda corriente, lo cual está provocando un éxodo inevitable porque son ingenieros y físicos muy demandados en el exterior. Si en el gobierno pensaron en el sector nuclear como fuente de recursos vía exportaciones, alguien tendría que avisarles que la única exportación masiva que están logrando es la de cerebros", ironizó un investigador que es parte de este notable núcleo de profesionales. 

¿Cuál va a ser el destino que pretende darle el gobierno de Milei a estos tres pilares del sector? Hasta ahora, las expresiones de los principales funcionarios del gobierno hablan de "abrir a la participación de capitales privados" a estos organismos. Pero, por otro lado, la política que se está proponiendo los vacía de contenido

Así lo explica Nicolás Malinovsky, Magister en Gestión de Energía y director de Oecyt (Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología): 

"El plan de Milei no plantea una continuidad en el proceso de desarrollo del sector nuclear, en el que fuimos vanguardia en la construcción de este tipo de nuevas tecnologías de reactores más pequeños, con el famoso proyecto CAREM que se inicia su construcción en 2014 y no se va a continuar. Hay que ver quién va a desarrollar el reactor de Invap. Entonces, ¿cuál va a ser el destino de Invap si le sacan el reactor, o el de CoNEA sin el CAREM? El resultado va a ser que el país quede afuera de la competencia entre los que hoy son vanguardia en el tema".

Las dudas se multiplican. Si el desarrollo del reactor de Invap va a tardar tantos años, ¿por qué una Big Tech dispuesta a instalar su servidor en la Patagonia va a esperar tanto en vez de recurrir a la prestación de otros reactores pequeños ya desarrollados?  ¿Cuál es la ventaja adicional que le ofrece el gobierno argentino cediendo el desarrollo del ACR-300 de Invap?

Por otra parte, ¿cómo sería el proceso para incorporar capital privado a Nucleoeléctrica, si ésta hoy no genera ganancias, porque no es una firma comercial?

Alfredo Caro lo explica del siguiente modo:

"Partamos de la hipótesis de que Nucleoeléctrica comienza a cobrar un honorario por la gestión de las centrales nucleares, que obviamente se agrega al precio de la energía que produce. Un margen razonable, que funcionarios de Nucleoeléctrica me confirman que sería criterioso, podría resultar en 300 millones de dólares por año. Pero si existe ese margen de utilidad, lo más criterioso sería que se asocien Nucleoeléctrica, la CoNEA e Invap, y las tres sociedades del Estado sigan adelante con el desarrollo del reactor nuclear propio, incluso asociándose para su producción". 

"¿Tiene sentido privatizar Nucleoeléctrica o Invap? No hay en el mundo ejemplos de centrales nucleares públicas que se hayan privatizado", recordó.

En opinión del experto radicado en Estados Unidos, lo señalado anteriormente sería lo más razonable como continuación de modelo de desarrollo científico nuclear de Argentina y lo más lógico, además, como modelo de negocio. "El negocio no está en vender la licencia del reactor, por la que te van a dar unos pocos dólares, para que lo desarrolle y lo produzca otro. El negocio está en que la industria del país haga el reactor desarrollado aquí por las empresas públicas, lo produzca y lo exporte".