La importancia del cuidado, guarda, restauración y estudio de los archivos es el factor común que atraviesa el trabajo cotidiano de muchos y investigadores e investigadoras, una tarea poco valorada pero que en silencio, continúan desarrollando en diferentes puntos del país. 

Este es el caso de Salta y del Museo Histórico de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), donde la dedicación profesional y la pasión por la tarea hacen que se reciban y  trabajen con archivos que para muchos resultan desechos, convirtiéndolos en materia de análisis social y político que muestran una época, sus implicancias en el pueblo, y las decisiones que a nivel gubernamental se toman.

Virginia Montañez es una de ellas. Salteña, historiadora e investigadora, reparte sus horas para trabajar con las archivos que llevan al Museo de la UNSa. Allí recibió la tarea de trabajar sobre un material de gran valor llegado a la institución, los archivos del Patronato de la Lepra.

Afiche de difusión de la Campaña “Semana de la lepra” (Fondo documental Patronato del Enfermo de la Lepra)

De su trabajo decantó una investigación de la cual comparte trazos en este intercambio. 

-¿Cómo surge la idea de investigar la lepra en Salta?

-Ingreso al Museo de la UNSa en el 2016 y justo había llegado un archivo del Patronato del Enfermo de la Lepra, así se llamaba esta institución que funcionaba en la calle Vicente López 1447, donde actualmente funciona una casa para enfermos terminales. Esas personas se contactaron con el Museo para hacer una primera donación de documentación consultando si interesaba hacer la conservación. Así es que donan todas las cajas que necesitaban mano de obra y comienzo a trabajar con ellas. Luego, en 2019, se vuelven a contactar y nos dan una segunda donación con un montón más de cajas, un fondo documental inmenso donde había libros de actas, cartas remitidas y recibidas, afiches de difusión y todo el seguimiento de una campaña que se llamaba Semana de la lepra. Ahí estaban todos los afiches y figuraban también quienes la iban a hacer, a dónde iban a hacerla, a qué colegio, a qué hospitales, la gente salía por toda la ciudad y tenían todo el registro de lo que fue ese movimiento, una documentación más que importante porque es donde se ven las vinculaciones que van a tener los miembros del Patronato con la sociedad, cómo hacían para llegar y también las primeras formas que hubo en la ciudad de publicidad de profilaxis de las enfermedades.

Tapa de primer libro de acta de la Filial Salta (Fondo documental Patronato del Enfermo de la Lepra)

-¿Cuándo se funda el Patronato de la lepra?

-De manera nacional se funda en 1930, y acá en Salta comienza a funcionar en 1935 y continúa en funcionamiento hasta el año 2010, que son un montón de años. Así que este fondo documental sigue aún en tratamiento porque todavía no se terminó de limpiar todo el archivo.

-En principio ¿qué fue lo que más te llamó la atención?

-Lo primero que me llamó la atención es pensar que había lepra en Salta, porque son cosas que una las ve muy desde afuera, y después, ya cuando fui leyendo más el Fondo documental, me llamaron la atención las vinculaciones sociales, porque era una sociedad asistencial filantrópica, y generalmente las encargadas de estos temas eran las personas de la élite. Entonces, por ejemplo, en los registros de las personas que eran miembros había apellidos muy conocidos: Cornejo, Torino, Solá, apellidos históricos de Salta que eran miembros de la Sociedad de Beneficencia. Y algo que también me llamó mucho la atención es la particularidad en la vinculación que se tiene con lo médico, con el área médica y de salud, desde la Iglesia, que siempre tendió a tener una división con la ciencia. Por ejemplo, el Hospital del Milagro estaba en manos de la Sociedad de Beneficencia, entonces ya en el siglo XX se siguen viendo algunos resabios de esa antigua relación que existía en lo que era Iglesia con la filantropía, la medicina y la ciencia. Sobre todo es raro pensarlo para 1930 en un Estado que ya estaba consolidado, eso me pareció muy interesante, ver esa particular asociación.

Sede del Patronato en Vicente López 1447. Actual “Casa de la Bondad” (Fondo documental Patronato Enfermo de la Lepra)

-Yendo más atrás. En tus trabajos hablás de la lepra y su origen bíblico, donde se ubica como un estigma ser portador de la enfermedad.

-Es interesante pensar en las representaciones históricas que tiene la enfermedad, porque primero que nada es que es una enfermedad muy visible, los enfermos de lepra se veían y había unos dispositivos para que las personas no se acerquen, estaban muy estigmatizados. En la Biblia lo que hacían con los leprosos era primero que nada aislarnos, sacarlos de las ciudades, se tenían que vestir con ropas diferentes, tenían que cargar una campana para anunciar su paso, porque también había una representación religiosa en eso, las personas que estaban enfermas también eran pecadores o impuros. Entonces a partir de ahí se crea este estigma hacia los enfermos. Digamos que si es un pecador, si tiene una vida pecaminosa, en Salta se le decía vagos y mal entretenidos, esto no es bueno para la sociedad, y toda esa segregación se hace hacia las personas enfermas. Es también muy interesante ver como inclusive había todo un simbolismo, por ejemplo, cuando se declaraba la lepra en una persona se hacía todo un ritual de muerte en vida, se le hacía una misa, después se lo acompañaba mientras esa persona tocaba la campana y toda una procesión hasta que la persona quedaba fuera de los muros de la ciudad. Eso pasó mucho en la antigüedad y en la Edad Media, era la muerte social, una muerte en vida de las personas porque se sabía que una vez que entraban en los lazaretos, así se los llamaba, sabían que ahí tenían que morir.

Afiche de difusión de la Campaña “Semana de la lepra” (Fondo documental Patronato del Enfermo de la Lepra)

-Y esa segregación o estigma de origen bíblico de alguna forma, ¿se traslada a la modernidad?

-Sí, tal cual; de hecho, en Salta cuando se funda la ciudad -se ve en documentaciones- se hace un hospital para enfermos, para nacimientos, para atender a las personas que puedan tener alguna enfermedad curable, y se va a hacer otro hospital, otro edificio, que se va a destinar a las personas que tengan enfermedades contagiosas como la lepra. Después algo muy interesante respecto a esta segregación que pasó en Salta es que para el gobierno de Dionisio Puch, se tenía una casilla al pie del cerro San Bernardo, porque la idea era que las personas no se contagiaran ya que existía la teoría de las miasmas, la cual decía que las enfermedades eran fácilmente contagiosas según los vientos, entonces había que tenerlos lo más alejado posible de la ciudad. Así es que los aíslan a los pies del cerro San Bernardo. De hecho, hay una anécdota donde una noche la gente se despierta por el humo que venía de un incendio en la casilla con todos los leprosos adentro, y la gente estaba más asustada porque se pudieran contagiar por el humo, que por la que los enfermos en sí.

-Comentabas que la clase alta en general se ocupaba desde la filantropía para ayudar a los leprosos…

-En lo que es Salta durante el siglo XVIII y XIX encontramos muchas sociedades asistenciales y de beneficencia. Hay que pensar que había un Estado que no estaba totalmente consolidado en el siglo XIX, entonces estas políticas descansaban en los lugares donde el Estado no podía llegar, el Estado estaba para otras cosas de índole política. Ademá, es importante pensar en el papel de las mujeres, porque había una significación social muy fuerte; los hombres se dedicaban a lo que era la política, la economía, la guerra, y las mujeres llamadas “Ángeles de la Caridad” eran las responsables del cuidado maternal hacia esas personas, de hacerlos llegar a Dios, de rezarles, de brindarles una vida digna en sus últimos momentos de vida. Entonces es importante pensar en el papel de esas mujeres que tenían en los hospitales y con los enfermos, que era un camino para tener más indulgencia, era un camino para llegar a Dios, era un deber de buena madre, de buena cristiana.

Liga de Damas, 1925 (Imagen: gentileza AMHUNSa-FESS). 

-Tienen un rol protagónico…

-Era un rol que cumplían las mujeres por ser esposas o madres de algunos de los médicos que atendían en los hospitales, entonces es interesante ver esa significación que tenía, todo quedaba en familia, todos se conocían, era una Salta muy de antaño.

-En 1935 se funda la filial de la lepra en Salta, y ¿ siguió teniendo la mirada filantrópica o el Estado en ese momento comienza a hacerse parte del asunto?

-Pensemos en una Argentina diferente, entonces sí hay políticas diferenciales, hay diferentes leyes que se van a ir sancionando, pero el Patronato va a tener un papel muy protagónico hasta la llegada del peronismo, que ahí va a cambiar la significación de lo que es la asistencia social y se empieza a hablar de derechos sociales. Pero en la década del 30 y del 40 van a tener mucho protagonismo estas sociedades, había ayuda del Estado pero eran grupos de mujeres muy cercanas al poder político y el poder eclesiástico.

-A través del estudio de la lepra, ¿se puede ver la conformación social, nos da pistas de cómo el Estado y las diferentes clases sociales se van relacionando?

-Sí, sobre todo las vinculaciones que van a tener con el poder político, con el poder eclesiástico, y además también es ver un fenómeno donde se piensa a la mujer a principios del siglo XX dentro de la casa, y estos estudios nos permiten ver otras sociabilidades que van a tener en particular las mujeres. Lo vemos en casos como, no sé, Emma Solá de Solá, Margarita Goitia de Cornejo, que fue la presidenta del Patronato, que va ser también escritora, o Valentina Bunge de Uranda, que también era miembro del Patronato en la ciudad de Buenos Aires. Toda esa sociabilidad hace que las mujeres comiencen a tener otro desarrollo, van a ser escritoras, van a tener una revista propia, van a hacer todas las gestiones para la gran campaña que comentaba de la Semana de la Lepra, van a tener reuniones con directores de los hospitales, van a ir a congresos, es toda una sociabilidad que a veces se pierde y que uno desconoce totalmente.

-¿La lepra siempre estuvo relacionada con las clases populares?

Emma Solá de Solá en los Valles Calchaquíes (Imagen: Gentileza AMHUNSa-FESS)

-Siempre se asoció con las clases populares, pero en sí la enfermedad la podía contraer cualquier persona, aunque sí había un gran estigma cargado. Lo que sucedía con la lepra en Argentina era que existían colonias de aislamiento, la mayoría estaban en Buenos Aires, había una grande que se llamaba Colonia Mi Esperanza que estaba en La Matanza, y había otra en el Chaco en la Isla del Cerrito. En la documentación se puede ver que dentro de esa colonia de aislamiento hay lugares específicos para que sean usados por las personas de mayores recursos, y otros por las personas de menores recursos, o sea que adentro estaba estratificado. En su momento quien padecía lepra podía ser tratado en su casa si era una persona con recursos, pero si la enfermedad llegaba a un grado superior y tenían que llevarlo a los lugares de aislamiento, también existía una estratificación social en donde, por ejemplo, esas personas vivían en unas cabañas o en los chalets especiales, dentro de esa colonia que eran autosuficientes: tenían plantaciones, carpintería, iglesia, panadería, funcionaba como una ciudad dentro de otra ciudad. Y esas colonias se crean con el paradigma del higienismo, donde la premisa era hacer una denuncia de quienes eran los enfermos y si no podían tener un tratamiento ambulatorio, se los tenían que mandar a estas colonias y ahí tenían que vivir hasta que termine su vida. 

-¿Creés que a partir de una enfermedad se puede pensar una época?

-Desde una línea de pensamiento de la historia social de las enfermedades, algo que planteo en mi trabajo, era pensar en una enfermedad y cómo esa enfermedad nos va dando las claves para pensar los tratamientos ensayados, para pensar las leyes que se van a ir organizando alrededor del tratamiento de la profilaxis, de los establecimientos donde se van a tratar o de la fundación de hospitales. Entonces, desde la mirada social, que es la línea historiográfica en la que me posiciono, es que, a través de las enfermedades y su tratamiento se pueden ver las políticas del Estado, que son también económicas y sociales, y pensar en cómo también dentro de una sociedad va a ser diferente la forma de tratamiento que van a tener a principios de siglo, mediados de siglo u hoy, donde hay todo un sistema de salud pensado en la profilaxis de las enfermedades.