Aquí
(Here)
EE.UU., 2024
Dirección: Robert Zemeckis.
Guion: Eric Roth, a partir de la novela gráfica de Richard McGuire.
Música: Alan Silvestri.
Fotografía: Don Burgess.
Montaje: Jesse Goldsmith.
Intérpretes: Tom Hanks, Robin Wright, Paul Bettany, Michelle Dockery, Kelly Reilly.
Distribuidora: BF+Paris Films
Duración: 104 minutos.
7 (siete) puntos
Robert Zemeckis es mucho más que Volver al Futuro, aun cuando ésta sea una de las películas por las que se le recordará. En todo caso, se trata de un realizador que tuvo un momento de esplendor, que pasó a un relativo margen, y aun cuando no estuvo por fuera del radar del mainstream, nunca dejó de indagar en las nuevas posibilidades tecnológicas. Su más reciente película, Aquí (Here), basada en la novela gráfica de Richard McGuire, es un nuevo paso en esta dirección.
La obra de McGuire es la de un proyecto que tuvo distintas etapas, y que articula códigos del cómic en virtud de una narrativa experimental. El autor desarrolló unas primeras publicaciones en 1989, que luego derivaron en la novela gráfica de 2014. Basta mirar algunas páginas para distinguir los recursos que elige Zemeckis en su película: un único plano y mismo ángulo de cámara, desde el cual mirar la historia del mundo. De acuerdo con el film, desde los dinosaurios a la fundación de Estados Unidos tendrán lugar en el recuadro elegido, situado dentro del living de una casa de suburbio norteamericana. Si los dinosaurios abren el relato, también lo hace la vejez del personaje (Tom Hanks), para luego ir y venir en el tiempo, con esa casa y sin esa casa, deshabitada y vuelta a habitar, siempre desde el mismo ángulo de cámara.
El director de Forrest Gump asume, como lo viene haciendo con varias películas, un doble desafío: técnico y narrativo. ¿Cómo sostener un relato de casi dos horas, desde un único punto de vista? Habrá quienes al momento de ver Here piensen en términos de “plano quieto”, por acorde a los pioneros del cine; pero no es tal cosa.
Antes bien, Zemeckis inmoviliza mentirosamente la cámara, mientras lo que sucede dentro de los límites del cuadro abre la mirada del espectador hacia otras zonas (no casualmente, el living cuenta con una ventana -¿indiscreta?- que replica el formato 16:9, a la manera de un reencuadre que permite “espiar” el exterior).
El montaje interior (dentro de los límites del encuadre) es ejemplar, pensado de forma sostenida, rítmica, creíble. Más el vértigo del paso del tiempo, manipulado en función de las viejas lecciones cinematográficas. El tiempo, se sabe, es la materia prima del cine, y Zemeckis lo ha vuelto, muchas veces, motivo temático de su obra; aquí junto al guion de Eric Roth, con quien ya trabajó en Forrest Gump y también guionista de El curioso caso de Benjamin Button para David Fincher, otra película donde el viaje temporal es protagonista.
De este modo, Here puede ir y venir conforme a cómo acomoda las piezas de su relato. Si el eje está puesto en el personaje de un anciano Tom Hanks (más allá de que son muchas otras las historias que se narran, ésta es la principal), será él quien guíe las pautas temporales. Además de actor fetiche de Zemeckis, Tom Hanks es un fiel exponente de cierto cine todavía clásico. Pensar en él es hacerlo en términos similares a un James Stewart o un Henry Fonda. Hay un tipo de personaje que el actor encarna, además de cargar con cierto tipo o concepto de cine. Esto es algo que Zemeckis comparte; por eso, su tarea fílmica es tan interesante, preocupado como parece por hacer posible las viejas maneras con las nuevas recetas técnicas.
A partir de esta premisa, Zemeckis fotografía y digitaliza los rostros de Hanks y de la actriz Robin Wright hasta volverlos adolescentes. ¿Es creíble el retoque técnico?; antes bien, ¿vale la pena detenerse en esto? (Un mismo comentario desafortunado se hizo en su momento con The Irishman de Scorsese). En todo caso, se trata de enfrentar el dilema de concebir tales imágenes, y aquí el resultado es cuanto menos extraordinario. Seguramente, Hanks y Wright nunca pensaron en interpretarse como adolescentes en sus edades actuales; el cine actual lo permite, y la mirada de un espectador predispuesto lo hace posible.
La atención clásica que Zemeckis imprime en Here la anuda a muchas otras películas, de otras épocas. Una de ellas podría ser Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey. En ella, una pareja anciana tiene que entregar su casa al banco y sufre el desinterés de sus hijos en hacerse cargo de ellos. Ciertos pasos de comedia no engañan el asunto: es la década de la gran depresión, y los problemas familiares de hoy son los mismos que los de ayer.
Lo extraordinario es cómo McCarey filma la despedida de la pareja: saben que están por morir (no porque estén enfermos sino porque la vida, el tiempo, pasó), y se permiten una gran noche. Vuelven al hotel de su luna de miel y los agasajan, algo que evidentemente no puede suceder, pero en el cine sí (el cine es un milagro). Pero saben que no podrán seguir juntos, sea porque los hijos no los quieren tener consigo, o sencillamente porque la vida se termina.
El momento final de Here recuerda fuertemente a la película de McCarey; las dos comparten un desenlace similar, tan profundo como complejo. Así como la pareja que interpretan Victor Moore y Beulah Bondi se besan en Make Way for Tomorrow (un beso entrañable, de vidas compartidas, con el contexto de una miseria real), Robin Wright y Tom Hanks se abrazan ancianos en Here; en ambos casos, el chispazo de felicidad hace soportable lo sufrido. No en vano, un clima navideño es el que rodea a las dos películas. Zemeckis dialoga con el cine de otros tiempos, y mientras lo hace y porque lo hace, busca las maneras de revalidarlo en estos nuevos contextos.