Parafraseando el dicho, todos los hijos ficcionales de Noah Wyle son “el dotor”. De aquel novato residente en la noventosa y recordada E.R. Emergencias hasta su curtido galeno en The Pitt (reciente estreno de Max) hay un largo trecho. Sin embargo, para el actor con cara de buenazo por excelencia (The Librarian, Falling Skyes) estar en aquella ficción le significó tatuarse el ambo blanco para el resto de su trayectoria. Es más, la última serie en incorporarse al género de nosocomios como escenario predilecto, con acciones urgentes, y denodados galenos como protagonistas, fue producida y escrita por el propio Wyle. Cada jueves habrá un nuevo episodio por la plataforma de streaming hasta completar la quincena de esta primera temporada.

Puede que su título aluda a la ciudad de Pittsburgh en la que se encuentra este sanatorio o a la “fosa” en la que funciona su unidad de emergencias. Y, aunque la directora del centro odia esa expresión, nadie mejor que Michael “Robby” Robinavitch (Wyle) para oficiar de maestro de ceremonias. Un experimentado galeno que puede convencer a un empleado de que no se quite la vida y, minutos después, acompañar a los rookies en su primera guardia. “Bienvenidos a The Pitt, vamos a salvar vidas”, dice con suficiencia, pero sin cancherear puesto que, durante su trama, sucederá eso y lo contrario. De hecho, el piloto transcurre en un particular aniversario para el protagonista. Se cumplen cuatro años de que el lugar fuera una olla a presión por la pandemia de Covid-19, y es la fecha puntual en la que Robby perdió a su mentor.

El tipo claramente está colapsado y apenas se esfuerza en demostrar lo contrario. Se culpa por el fallecimiento de su colega y antes que buenos consejos lanza chutazos de cinismo: “Hacemos esto porque es el trabajo que nos da de comer, pesadillas, úlceras y tendencias suicidas”. Y sin embargo, este gran profesional, mejor profesor y amigo fiel del síndrome del quemado está en la primera línea de la batalla. Y junto a él aparece una corte de compañeros como la líder de las enfermeras, la que está embarazada, el sarcástico, la humanista y la que tiene un pasado a punto de explotar. Uno de los aspectos más sugestivos de la propuesta es situar las urgencias en un contexto de crisis permanente. Dicho de otro modo, en este hospital sobran los enfermos, faltan insumos y salarios dignos para su planta.

The Pitt resulta un reboot forzoso de E.R., amén de lo que digan sus responsables. Además de la presencia de Wyle (productor y guionista del cuarto capítulo), detrás del producto aparecen otros veteranos del programa que reformara el drama médico hace tres décadas como John Wells, R. Scott Gemmill y Joe Sachs. Para el intérprete californiano, sin embargo, existen diferencias entre aquel John Carter y su nueva encarnación. Del otrora príncipe azul a Robby Robinavitch, según el actor hay diferencias de diseño. “Me interesaba interpretar a un tipo que venía de un entorno más obrero y que no había tenido ninguna oportunidad, que llegó a la medicina por razones completamente diferentes”, señaló. 

Empero, la mayor novedad para este drama médico viene por la incorporación de la inminencia cronológica. Cada episodio recorre íntegramente un turno en ese lugar que parece un campo de batalla (desde las siete de la mañana hasta muy entrada la noche). Antes que el caso relevante y el secundario, The Pitt alterna sin pausa distintos ritmos e historias –clínicas-. Robinavitch, de hecho, chequea pacientes como si tuviera un contador en la mano. A las usuales camillas a toda velocidad, dosis de epinefrina y desfibriladores recargados, The Pitt le suma unos planos no aptos para impresionables. Las fracturas y los órganos sanguinolentos van en pos de un realismo que juega al ping pong con la carga existencial de Robinavitch. “Este es un tipo que probablemente ya no debería estar haciendo esto, pero que se vio obligado a volver al servicio durante la pandemia. Su máscara de confianza ha empezado a resquebrajarse”, planteó Wyle. The Pitt, a su modo, mantiene al drama televisivo en terapia intensiva. 

Programados

* Más olvidos patológicos por Apple TV+. La segunda temporada de Surface llegará al streaming el próximo 21 de febrero. Thriller psicológico, en el que Sophie (Gugu Mbatha-Raw) profundiza en los grandes huecos de su memoria. Para embarullar aún más la cuestión, estos episodios de la ficción suceden en un mundo completamente nuevo.

* El jugador 456 no tiene descanso. Mientras las dos temporadas de El juego del calamar aparecen entre lo  más visto de Netflix, se anunció que habrá una tercera temporada para la serie hecha en Corea. Y por un “desliz” se supo que el cierre para el sufrimiento y venganza de Seong Gi-hun contra el enmascarado llegaría el 27 de junio de este año. Hwang Dong-hyuk, su creador, señaló que la desesperación será fundamental para la evolución del protagonista en el último arco. “Ha fallado en convencer a la gente a través de la votación. Luego ha fallado en su intento de usar la fuerza física para rebelarse”, explicó el realizador. “¿Cuánto dolor será capaz de soportar?”. Por lo visto en estos recientes episodios…mucho.

* Max anunció que el regreso de la segunda temporada de The Last of Us para abril. Los siete episodios de la ficción postpandémica, zombies causados por el Cordyceps y unos cuantos sobrevivientes contará con siete episodios. Esta vez, las cosas entre Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) se pondrán aún más turbias y conflictivas, incluso, entre ellos. Preparen el antihogos.

El personaje

Mazinga de Desorden Público (Marco Giallini). “Esto es Roma y Roma no retrocede”. Tal es el grito de guerra del jefe de la brigada antidisturbios de la capital italiana. ¿Tifosi? Palo ¿Manifestaciones? Gases ¿Desalojo? Bala de goma. ¿Mano dura? Aún no conocen la del hombre más ducho de esta patrulla. Y de pronto llega un nuevo comandante que quiere limpiar a esta “polizia mascalzone”. Al sueño húmedo de Patricia Bullrich se lo podrá ver por Netflix desde el próximo miércoles.