De pronto un día uno se cansa. Lecturas intimidantes, engaños a granel, esperanzas que se frustran sorpresivamente, el país hecho bolsa por obra y desgracia de la ignorancia brutal de hatos de energúmenos.
Pero son malos sueños que no se cumplirán mientras mantengamos las ilusiones encendidas y renovemos la chúcara seguridad de que los que mandan no van a durar mucho porque las pestes siempre acaban, siempre, algún día acaban, más temprano que tarde.