"A mi hermano lo quisieron rematar", aseguró ayer Daniel Gareca cuando se le pidió que relate las circunstancias en que Ariel Arnaldo Gareca terminó con una bala de plomo en la cabeza.
Los gendarmes lo sujetaron y le dispararon a la cabeza, ratificó. Eso ocurrió a en la madrugada del 18 de diciembre último, en los acontecimientos que se desataron después del asesinato, también por una bala de la Gendarmería, del trabajador de frontera Fernando Martín Gómez, de 27 años.
Fernando, Ariel y Daniel, y otros tantos, trabajaban -trabajan- pasando hojas de coca desde Bolivia al territorio nacional. Es un trabajo no regulado sobre el que el Estado vuelve la mirada cada tanto, siempre con mirada punitivista, sin diferenciar los matices múltiples de la actividad en las fronteras.
Esa madrugada, en el sector conocido como La Playa, en la ribera del río Pescado, a unos cien metros del Puesto 28 de Julio de control de la Gendarmería, una patrulla de esta fuerza atacó a tiros a un grupo de bagayeros. La mayoría escapó a la oscuridad del monte, pero algunos fueron alcanzados por los perdigones de plomo de las escopetas reglamentarias calibre 1270. Fernando recibió dos disparos, uno en el pecho, que le provocó la muerte.
Ariel Gareca fue herido después, en el mismo puesto de control que la Gendarmería Nacional tiene sobre la ruta nacional 50, entre el pueblo de Aguas Blancas y la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán.
Enardecidos por el asesinato de Fernando Gómez, y porque los gendarmes habrían intentado arrojar el cuerpo al río, Ariel y los otros bagayeros atacaron a pedradas el Puesto 28. La Gendarmería respondió con disparos de escopetas cargadas con cartuchos con munición de plomo. En esas circunstancias Ariel fue dominado por los efectivos. "Los gendarmes lo agarraron y en el suelo le dispararon. Lo quisieron rematar", ratificó Daniel.
"Queremos que se haga justicia", que se investigue, se identifique a los hombres que atacaron a Ariel y se los juzgue. "Mi hermano no va a poder trabajar" y "era el único sostén de su familia, de su hija", demandó Daniel.
La familia Gareca tiene previsto constituirse en querellante en la causa en la que se investiga el homicidio de Fernando Gómez y las heridas a un número aún indeterminado de trabajadores de frontera. El abogado David Leiva, que representa a la familia, ya ha afirmado que "no hay duda" de que Ariel fue herido en el Puesto 28 por gendarmes. Su propio hermano presenció el momento. "Ahí tenemos la responsabilidad directa de la Gendarmería", sostuvo el letrado.
El plomo que se alojó en la cabeza de Ariel Gareca lo dejó inconsciente por semanas. Ahora mismo sigue en proceso de recuperación, y no puede mover la mitad del cuerpo. El cráneo está perforado y "le tienen que poner un platino en la cabeza". La bala quedó ahí. La familia quiere llevarlo a la ciudad de Salta para que lo vea un especialista, contó Daniel frente a sus hermanos y hermanas.
Ariel tiene 25 años y con su pareja tiene una hija de cuatro años de edad. Es pasador de hojas de coca desde los 20 años.
Los Gareca son diez hermanos, siete varones y tres mujeres. Son parte de una familia de trabajadores de Orán, de madre dedicada al cuidado de la casa y el grupo familiar y padre cortador de ladrillos.
Los hermanos varones mayores trabajan en la frontera, las hermanas menores estudian. Daniel, como otras personas consultadas por este diario en la cobertura de los sucesos del 18 de diciembre, también destacó que el bagayeo es la fuente de trabajo más rendidora que tienen en esta zona en la que no hay otra oferta laboral que algunas changas en la albañilería, las ladrilleras y las fincas. Pasando bultos se pueden reunir entre 30 y 40 mil pesos por día, un poco más del doble que lo que se paga por una jornada laboral en las fincas.
Los hermanos, los que han quedado sanos, siguen haciendo este trabajo, porque es el sostén de sus familias. Y el traslado de la mercadería de un lado a otro, de Bolivia a la Argentina, sigue su curso, día y noche, como ha sido desde siempre, desde que se instaló el límite internacional en esta tierra que fue primero habitada y luego parcelada por los Estados sobrevinientes.
"Desde que pasó este problema, esta desgracia" está todo más tranquilo en la frontera, contó Daniel. Los gendarmes siguen haciendo controles, pero como se hacía antes de los anuncios del Plan Güemes, con tranquilidad y solo a grupos pequeños. "Como que se calmó. Capaz que quieren que nos olvidemos", especuló.
Pero la familia Gareca no olvida. Daniel recordó que esa madrugada ninguno de ellos tenía armas de fuego, como se quiso instalar, que sí arrojaron piedras, el proyectil que abunda en esa zona de ríos. "No es para que vengan y te metan un tiro en la cabeza o un tiro en el pecho", insistió.
Tampoco son narcotraficantes, como afirmó la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bulrrich, aclaró el vocero de los hermanos Gareca. "Nosotros solamente llevamos hoja de coca". La hoja de coca se consume en todo el norte y aún en otras zonas del país y si es ilegal, ¿por qué los propios gendarmes coquean?, interrogó antes de ratificar su reclamo de justicia, de que se identifique a los gendarmes que los balearon y se los juzgue.