Anita Bryant, ex cantante y activista anti-LGBT, falleció el 16 de diciembre a los 84 años en su hogar en Edmond, Oklahoma, resultado de un cáncer, según confirmó su familia en un obituario publicado en las últimas horas, a casi a un mes del hecho.

Reconocida en las décadas de 1960 y 1970 por su carrera musical y por haber sido coronada Miss Oklahoma en 1958, Bryant también fue la embajadora de la Comisión de Cítricos de Florida entre 1969 y 1980, famosa por su eslogan publicitario: "Un día sin jugo de naranja es como un día sin sol". Sin embargo, su legado quedó eclipsado por su virulenta oposición a los derechos de las personas LGBT, que destruyó su carrera y la convirtió en un símbolo de la intolerancia.

El movimiento “Save Our Children”

En 1977, Anita Bryant lideró el movimiento Save Our Children, destinado a revocar una ordenanza en Miami-Dade que protegía a las personas homosexuales de la discriminación laboral y en la vivienda y les permitía conseguir puestos de trabajo y cargos públicos. Bryant apeló al miedo y a la supuesta protección de la infancia, afirmando que estas leyes ponían en peligro la “moral” de los niños. Su campaña logró el rechazo de la ordenanza con el 69% de los votos en un referéndum y se replicó con éxito en otros estados como Minnesota, Kansas y Oregón.

El mensaje de Bryant caló hondo en sectores conservadores, quienes comenzaron a vincular la orientación sexual con una amenaza para la niñez. Ella misma justificaba sus posturas desde la fe cristiana, asegurando en entrevistas que su lucha no era “homofobia”, sino “amor por los homosexuales”. Incluso, tras ser blanco de protestas, como el famoso tartazo en la cara que le dio el activista Thom Higgins, Bryant reaccionó orando en vivo para que Dios perdonara al manifestante por su “estilo de vida desviado”. Imágenes de archivos de Bryant y Harvey Milk, primer servidor público abiertamente gay de EEUU, aparecen en la película biográfica del político, Milk.

La caída de una estrella

El costo de su cruzada fue devastador. En 1977, Singer Corporation canceló su patrocinio para un programa de televisión debido a las polémicas generadas por su activismo. Un año después, el boicot liderado por figuras como Barbra Streisand, Bette Midler, Paul Williams y Jane Fonda contra el jugo de naranja de Florida, del cual Bryant era la cara visible, marcó el inicio del declive de su carrera. En los Países Bajos, artistas organizaron conciertos en apoyo a los derechos LGBT y la cantante Zangeres Zonder Naam lanzó una canción directamente en su contra.

El famoso eslogan "Un día sin lesbianas es como un día sin sol" surgió como una respuesta irónica y desafiante al eslogan publicitario de Anita Bryant para la Comisión de Cítricos de Florida: "Un día sin jugo de naranja es como un día sin sol". 

Mientras Bryant utilizaba su imagen para promover el consumo de cítricos y, simultáneamente, lideraba campañas anti-LGBT, este lema fue reapropiado por activistas queer como un grito de protesta que confrontaba directamente su retórica de odio. La frase, cargada de humor y resistencia, buscaba visibilizar la importancia de la comunidad lesbiana en una sociedad que intentaba marginarla, a la vez que cuestionaba el uso de la fe y la moralidad como excusa para la discriminación.

En 1978, intentó postularse como vicepresidenta de la Convención Bautista del Sur, pero su rechazo público a los derechos civiles de las personas homosexuales le costó el apoyo de varios líderes religiosos. A medida que el movimiento por los derechos LGBT crecía, la figura de Bryant se desmoronaba. Como dijo el activista norteamericano, Matt Bernstein en un reciente posteo de Instagram: “Tal vez no haya sido la mejor causa para embanderarse (ser anti-lgbt) si querés triunfar en un lugar como Hollywood”.

Un legado que resuena en la actualidad

Las acciones de Bryant, aunque pertenecen a otro tiempo, siguen teniendo eco en las luchas contemporáneas. El año pasado, Florida aprobó la controvertida ley Parental Rights in Education, conocida como la ley “Don’t Say Gay”, que limita la enseñanza de temas relacionados con la orientación sexual o la identidad de género en las aulas. La retórica utilizada para justificar estas restricciones parece extraída de las campañas que Bryant lideró hace casi medio siglo.

Hace unos años, mientras Anita defendía una de estas propuestas de ley, una de sus nietas salió del clóset como lesbiana y atacó la causa de su abuela. Cierto destino de ironía también tocó la vida de Elon Musk, cuando en su momento más reaccionario, una de sus hijas con la cantante Grimes decisió transicionar, cambiarse el apellido y renunciar a su herencia. Tal vez, estos gigantes del espectáculo o el poder económico no sean tan poderosos e intocables como creen.

El famoso tartazo

De hecho, uno de los episodios más recordados en la vida de Anita Bryant ocurrió el 14 de octubre de 1977 durante una conferencia de prensa televisada en Des Moines, Iowa. Mientras hablaba sobre su lucha contra los derechos de las personas LGBT, el activista gay Thom Higgins se acercó a ella y le lanzó una torta en la cara. Bryant, cubierta de crema y visiblemente afectada, intentó mantener la compostura bromeando: “Al menos es un pastel de frutas”, en referencia al término despectivo "fruta" usado para referirse a hombres homosexuales.

Sin embargo, lo que parecía un momento incómodo rápidamente escaló. Mientras las cámaras seguían grabando, Bryant rompió en lágrimas y comenzó a orar públicamente, pidiendo a Dios que perdonara a Higgins y lo “liberara de su estilo de vida desviado”. Su esposo, en un acto menos conciliador, salió del lugar y arrojó un pastel a los manifestantes que estaban afuera. Este incidente, ampliamente cubierto por la prensa, simbolizó tanto la intensidad de las divisiones sociales de la época como la creciente resistencia de la comunidad LGBT frente a figuras que promovían el odio bajo el disfraz de valores religiosos.

Fue este hecho y la persona de Bryant en general el tema que la videoensayista trans Natalie Wynn, más conocida como ContraPoints, usa en su video The Witch Trials of J.K. Rowling para argumentar durante casi dos horas la relación entre derechos civiles y conflicto social. Wynn, en sus inteligentísimos guiones, suele concentrarse en los discursos fascistas y neoreaccionarios, como el de J.K. Rowling, la autora y creadora del mundo de Harry Potter y actualmente autoproclamada feminista radical y trans-excluyente, cuyas similitudes con Anita Bryant son demasiadas.

En este sentido, la violencia simbólica que Anita (o para el caso Rowling) ejercen sobre las audiencias, y la población LGBT necesariamente atraen un deseo de activismo, conquista y defensa de derechos. Según la youtuber, es ingenuo pensar que los avances sociales se consiguen sólo conversando y debatiendo, sin embargo, no toda lucha o violencia implica conflicto armado o violencia física. El caso de los pasteles de fruta dan muestra de una historia de militancia LGBT que estuvo siempre intervenida por la performance, el arte, el impacto y el marcar agenda desde lugares igual de potentes que las de otras luchas.

El legado de Bryant tal vez no será otro más que el de recordarnos que no importa que los discursos de odio se pueden combatir, siempre que sean con ingenio, decisión política y persistencia. Que ningún ícono de la cultura popular es tan poderoso como parece y que tenemos mucho que aprender de los antecesores de nuestra causa.