“Si el dólar barato con retenciones genera problemas en el sector agropecuario no estamos en presencia de enfermedad holandesa. Estamos en presencia de un error de política económica que afecta a nuestro sector más competitivo”. Cuenta de X de Pablo Gerchunoff.
El incumplimiento financiero de tres grandes jugadores del agro (Los Grobo, Agrofina, Surcos) sorprendió al mercado. Aunque los montos involucrados no fueron significativos, el acontecimiento encendió luces de alarma en el mundillo empresario. Para algunos, el impago fue consecuencia de un desmanejo corporativo. Para otros, la caída de la rentabilidad agraria genera problemas sistémicos. También están los que apuntan a una combinación de ambas cosas.
La versión oficial del grupo Los Grobo fue la siguiente: "Estamos atravesando una situación de iliquidez transitoria que impacta en el pago de los pagarés bursátiles emitidos por las empresas del Grupo. Estamos trabajando para resolver esta situación, priorizando nuestro compromiso con productores, proveedores, colaboradores y clientes".
Más allá del hecho en sí, la coyuntura luce desafiante tanto por razones internas (apreciación tipo de cambio), como externas (caída de los precios internacionales). El achicamiento de los márgenes de rentabilidad no impacta de manera homogénea en todo el sector. La estructura de costos es diferente según el cultivo, la región y la propiedad (o no) del predio explotado.
Rentabilidad
En relación a este último punto, el Investigador en IDEPI/UNPAZ y CONICET Rolando García Bernado sostiene que “uno de los factores clave que afecta la rentabilidad es el costo de arrendamiento de tierras”. En su trabajo Análisis de la Situación Productiva de los Cultivos Agroindustriales en Argentina a Junio 2024 (Informe de Coyuntura Nro. 1 – Centro Cultural de la Cooperación), García Bernado explica que “los márgenes brutos en campos arrendados para cultivos como la soja y el maíz tienden a ser positivos, aunque ajustados, ya que reflejan el ingreso obtenido antes de deducir costos fijos como el arrendamiento.
"Sin embargo, los márgenes netos (que consideran el costo del arrendamiento) suelen ser negativos o extremadamente bajos en muchos casos, especialmente cuando los precios internacionales son bajos o los costos de insumos son elevados. En regiones como la región núcleo, donde los costos de arrendamiento son altos debido a la competitividad y alta demanda de tierras, los márgenes netos pueden ser particularmente reducidos, limitando la rentabilidad para los productores que no poseen sus propias tierras”, agrega.
Lo cierto es que el complejo panorama sectorial coexiste con un fuerte apoyo del “campo” al gobierno. La última medición del barómetro del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral reveló que el 60 por ciento de los productores encuestados opina que Milei “ha cumplido con las expectativas depositadas en su gestión por el sector agropecuario”.
Por otro lado, la dirigencia de la Sociedad Rural Argentina mostró un fuerte respaldo al líder libertario en la apertura de la tradicional Exposición Rural en Palermo. El único reclamo que continúan enarbolando las entidades ruralistas (aunque muy alejado del tono beligerante contra otros gobiernos) es la eliminación/reducción de las retenciones. En esa línea, el titular de Coninagro Lucas Magnano sostuvo que “creemos que estamos empezando a correr riesgo los productores si no hay algún afloje en materia impositiva”.
Retenciones
La volatilidad de los precios internacionales de los commodities revelan, una vez más, que un esquema de retenciones móviles resulta más razonable que la imposición de alícuotas fijas. En su cuenta de X, el economista Jorge Carrera plantea que “Argentina es propensa a costosas luchas en lugar de encontrar acuerdos razonables. La Resolución 125 de Retenciones Móviles de 2009 es un ejemplo claro. Cortes de ruta, piquetes y ampliación de la grieta a full. Nos cuesta discutir razonablemente cómo mejorar un instrumento. Con la 125 hoy la soja pagaría retenciones por 23,5 por ciento. 10 puntos menos”.
El apoyo incondicional de la Sociedad Rural Argentina al gobierno, a pesar de la caída de la rentabilidad sectorial, tiene reminiscencias con los noventa. El resultado de ese proceso no fue halagüeño para muchos productores. En números, la convertibilidad menemista culminó con trece millones de hectáreas hipotecadas y 350.000 productores quebrados. La creación del Movimiento Mujeres en Lucha para frenar la ola de remates de los campos y la resistencia de Humberto Volando al frente de la Federación Agraria Argentina fueron algunas de esas fotos de época.
Otro acontecimiento que recuerda a los noventa es la política de ajuste del INTA, incluyendo el remate de bienes inmuebles, impulsado por el gobierno libertario. “A partir de 1990 comienza un profundo proceso de pérdida de personal de la institución que se prolonga hasta 2003, período durante el cual el INTA pierde 2250 trabajadores. En este contexto, hubo un intento de privatizar el INTA, bajo la premisa de que el Estado no debía sostener este tipo de instituciones, y si bien no llegó a ser privatizado, sus capacidades se vieron seriamente mermadas”, explica el investigador Pablo Pellegrini en Argentina: evolución del presupuesto y del personal del INTA (1958- 2010).
Por el contrario, el presupuesto del INTA aumentó de manera sustancial a partir de 2004. Esa contribución estatal al desarrollo sectorial ahora vuelve a retroceder en tiempos mileistas, sin generar demasiadas reacciones en contrario. Hoy como ayer, la miopía ideológica tira más que una yunta de bueyes.