Se consulta Planeta Urbano para ver qué comieron los porteños en los restaurantes de Palermo durante las fiestas, para compararlo con otras ingestas de ciudades del interior en símil zona.
Se descubre una falta llamativa, es picante que suceda, pero falta El Chascon en la lista. Ubicado frente a una plaza que prolonga el verde del pequeño jardín que lo precede, El Chascon ofreció un menú que desafió la imaginación y las glándulas salivales. Una muestra apenas: filete de charqui a la naranja, carne deshidratada de la región andina y meridional de América del Sur, ensalada de hojas tostadas con frutos de enebro, tortilla de papines peruanos con huevos de codorniz. Para reservar, mayores: $170.000, menores: $117.000. Para año nuevo, hubo pequeño ajuste, mayores: $250.000.( El Chascon igualó a los restaurantes de la zona).
Su menú cuenta con un chasqui que va de mesa en mesa dando información, novedades repentinas del chef que pueden llegar de repente a la mesa para halagar a los comensales.
Se lee sobre los restaurantes y surge la especulación al instante: cómo puede digerirse tal información si se tienen en cuenta las circunstancias diversas de los distintos tipos de comensales que existen deseantes de un buen bocado no sólo en la Noche Buena sino de un bocado a secas todas las noches ; evaluando su bolsillo quien puede no atragantarse -quién no de nos- por el costo desbocado.
Un cartelito a la derecha de la puerta de entrada recibe a los comensales de El Chascon: “Bienvenido a todo rico”.
Se descubren anécdotas, la historia de El Chascon cuenta con varias, también con sinsabores inesperados, nunca insulsos. Se supo que una comensal descubrió un mosquito frito revolviendo un consomé, incómoda por la situación llamó sin disimular al chasqui que la calmó inmediatamente invitándola a la cocina. Ahí pasó algo así: la comensal preocupada no sabía si digerir el mosquito o vomitarlo, si podía caerle bien a su estómago de tamaño medio, ella sólo pretendía una nochebuena con papá Noel a metros de su casa -”En este día en el que una buena mesa siempre inspira”- portando un plato con el buen gusto del Chascon.
Ahí mismo, en la cocina, le dieron una clase magistral sobre frituras de insectos tailandeses, le explicaron cómo se importan algunas de las doscientas especies: "¡Ahora todos los restaurantes de la zona suman gusanos, grillos y mosquitos tailandeses, es muy complicado traerlos, pero nosotros no fallamos nunca!", le explica, amable,el chasqui. Al fin la comensal salió de la cocina encantada con el platito de gusanos fritos en una mano y en la otra el ticket de la transferencia: $ 70.000.
Pese al hecho no quedó en la memoria del Chascon como un mal trago.
Se comprueba en Planetas Urbanos diversos y locales que tanto cordobeses como rosarinos de zonas símil Palermo elevando sus pensamientos apuntaron a comer espumoso soufflé como picadita de entrada. “Caro mío, el pago es de $ 100.000”, así fue por cabeza, en sitios muy puntuales, aunque si ese bolsillo sangra recibe inmediata transfusión.
Las palabras sobran, ni hace falta decirlo, los alimentos también, ni hace falta decirlo, salta a la vista que en ciertos restaurantes, tal cual las antiquísimas bacanales romanas dedicadas al rey Baco y al dios Liber con un río de vino y manjares corriendo bajo la luna llena… hay de todo para tirar para arriba, igual que en la antigua Roma no hay techo. Y de lo dicho al hecho no hay ni un milímetro de trecho.
Mucho después de las bacanales de los romanos, Inglaterra en expansión llegó a la India: un vergel de multicultivos alimentaba a su población. “De ahora en más sólo té”, ordenaron los ingleses apuntando a lo que les resulta imprescindible. Se sabe la gran importancia del tea at five o’clock en la mesa inglesa, al menos en la mesa de aquellos tiempos, la tetera humeaba sobre el mantel inglés mientras la hambruna ganaba la India inundada de plantas de té, murieron millones.
Comer bien, alimentarse bien es premisa de principios de año nuevo, de propósito de buena salud, cómo encajarlo hoy en Argentina con el dato siguiente: 25 millones de pobres, el 52,9% de su población.