Llegan las vacaciones y en la Argentina es difícil encontrar alojamientos pet friendly, por lo que comúnmente hay que recurrir a las denominadas guarderías caninas, lugares donde los “hijos de cuatro patas” comparten momentos con otros perros.
En este sentido, la cuidadora canina con enfoque en el bienestar emocional de los animales y dueña de Guardería Canina Marcela, Marcela Russi, explicó en la 750 el trabajo que realiza junto a sus dos hijos, un verdadero apostolado desde el amor por el que es uno de los lugares más recomendados de Buenos Aires.
“Los picos de más demanda son los meses de vacaciones y mitad de año. Cuando explico algunas cuestiones, (los dueños de las mascotas) terminan entendiendo mejor el término de bienestar emocional”, señaló Marcela, quien pasó a explicar el “proceso de adaptación” que tiene que tener la mascota antes de estar un período a su cuidado.
“Lo que brindamos primero es una adaptación. Luego está lo rutinario, los juegos, la comida, los paseos, tener un espacio limpio, organizado y tranquilo. Pero lo que más se trabaja es el cuidado emocional, porque si ellos no están bien el ambiente no va a estar bien y no van a estar bien del todo en ausencia de los dueños. El cambio de esquema para ellos es muy estresante. Por más que estén cuidados, ellos tienen que entender que que los dejen no es un abandono, no es una mudanza, que no lo vamos a maltratar, que los perros que pueden encontrarse en esas fechas, no le van a hacer nada. Estas cuestiones quizás no lo tenían en cuenta los dueños”, sostuvo.
Período de adaptación y cuidado integral
Marcela cuenta que lo primero que se hace es “el trabajo de adaptación del animal cuando llega y lo que hago es moderar las interacciones para que no se sienta invadido o abrumado”.
“Luego, de a uno, los voy presentando en la medida que el perro que llega sea receptivo y entonces ahí es que se van realizando las integraciones, una a una, de modo progresivo, para que pueda vivir en grupo y tranquilo”, dijo.
Asimismo, a la hora de la comida, la cuidadora afirmó que “se hace en etapas”. “Trato de que sea en el mismo rango teniendo en cuenta los horarios aproximados. Se deja comer a dos, separados uno de otro, para que lo hagan tranquilos, mientras los que están esperando son supervisados por mis hijos”, expresó.
Por otra parte, el cuidado y la rutina de paseos es otra cosa muy importante a la hora de establecer vínculos con los animales y que no se sientan “abandonados” por su familia.
“De la misma forma que un ser humano se levanta y quiere ir al baño, el perro es igual. Me levanto, me visto enseguida, organizo con mis hijos y vamos sacándolos en grupos reducidos, de a cuatro como mucho, asociando a los que caminan más lento o los que tienen un temperamento de paseo más lento a los que van más rápido o son más ansiosos, para que el paseo sea un disfrute. Luego al mediodía, a la tarde, y luego a la noche”.
“Somos como la familia temporal. Ellos, a los dos o tres días, empiezan a tener un sentido de pertenencia. Pero cuando vuelven los dueños, el amor sigue intacto. Ellos integran, no reemplazan. Nos dan un lugar a nosotros, que somos los cuidadores temporales, pero cuando vuelven con la familia, vuelven igual, salvo contados casos, que el perro tuvo uno o dos días de indiferencia. Eso pasa porque, normalmente, el perro está muchas horas solo, porque los dueños tienen que ir a trabajar, pero acá está con atención permanente”, agregó.
Por último, enfatizó en que se ven las libretas sanitarias y si están castrados o que no tengan “una actitud de acoso” antes de recibirlos en su casa ubicada en Villa Crespo. “Somos una familia y trabajo con mis dos hijos de 11 y 12 años. Hasta 10 perros puede cuidar cada uno, sin estrés, pero si es por un tema de espacio, se puede cuidar más. Lo importante es tener rutinas y saber que uno se puede abocar a eso. El cuidado de mascotas no es simplemente dejarme un peluche e irse, sino que yo se que estoy cuidando al hijo de otra familia”, concluyó.